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  • Negligencia en la muerte de dos jóvenes fotógrafos que cubrían el festival AXE Ceremonia, ante las tragedias, gobiernos de los tres niveles, empresarios y organizadores se hacen de la vista gorda.

Nora VILLEGAS*

 CDMX.- Lo que sucedió en el Festival AXE Ceremonia el pasado sábado 5 de abril, en donde dos jóvenes fotógrafos murieron tras recibir el impacto de una estructura metálica que se cayó, fue un accidente, nadie es culpable de un accidente; sin embargo, de lo que sucede antes y después de la tragedia, hay muchos que deben asumir una responsabilidad, es tiempo de revisar los festivales musicales, su organización, aportación social y costo beneficio.

Vamos a empezar por el principio. Los organizadores venden esos eventos masivos como promotores de identidad, con discursos falsos de gestión cultural, que en caso que lo fueran, no son para nada accesibles a la mayoría y mucho menos incluyentes, dado el costo elevado y absurdo de los boletos; en el caso del festival AXE Ceremonia el boleto más barato costó dos mil 989 pesos y el más caro 16 mil 600 pesos, ante tal robo en despoblado, los gobiernos estatales, municipales y federales lo permiten, haciéndose de la vista gorda.

En el festival de música AXE Ceremonia, como en todos los festivales de música, se venden bebidas embriagantes, en cantidades industriales y a precios abusivos, no existe un control de las edades de los asistentes y consumidores de alcohol y sustancias prohibidas dentro del festival y el gobierno estatal, municipal y federal se hace de la vista gorda.

Después del festival de Avándaro en 1971, los festivales de música masivos fueron prohibidos porque los gobiernos y la sociedad los consideraron inmorales, mal, pero al menos, el gobierno reaccionaba, para los años 80, cuando Rigo Tovar y el grupo Menudo llegaron a concentrar hasta 400 mil personas de forma gratuita en lugares abiertos, la idea moralina de la multitud y los cantantes cambió y tomó forma de signo de pesos.

Televisa, era para entonces el gran depredador económico y a través de la empresa Operadora de Centros de Espectáculos S.A. de C.V. (OCESA) monopolizó espacios para la celebración de estos conciertos masivos, que bien podrían hacerse a cielo abierto, sin cobrar la entrada, atendiendo al discurso de la gestión cultural, sin embargo, el negocio está en vender cultura e identidad a precios carísimos, elitistas y por supuesto falsas. Y el gobierno, haciéndose de la vista gorda, cuando se supone, debería proteger los intereses de los consumidores.

Durante el AXE Ceremonia y en todos los festivales musicales se consumen y comercializan drogas de todo tipo, según un estudio del Centro Americano de Adicciones, el 93.4 por ciento de los asistentes a un festival musical consumen alcohol; el 39.4 por ciento marihuana; el 8.1 por ciento sustancias alucinógenas, el 7.9 por ciento éxtasis; el 3 por ciento pastillas psicotrópicas y el 2.3 por ciento opioides; sin embargo, en México se han realizado estudios para conocer la sustancia que los asistentes llevan para consumir o compran en el mismo evento y se han encontrado que esas sustancias se venden adulteradas con fentanilo. El gobierno sigue haciendo de la vista gorda.

En febrero de 2025, durante el festival de música electrónica “Electric Daisy Carnival” 2025 (EDC 2025), la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México detuvo a una mujer en posesión de 250 pastillas de aparente narcótico y una bolsa con aproximadamente 250 gramos de una sustancia similar a la cocaína, en un filtro de seguridad implementado durante el Festival, que se llevó cabo en el Estado GNP, ubicado en la colonia Granjas México, de la alcaldía Iztacalco, este fue el trabajo de la Policía Bancaria e Industrial en un evento que reúne a más de 100 mil asistentes por día, es decir, nada, no significan nada 250 pastillas de narcótico incautadas.

El negocio es redondo. Los promotores de los festivales musicales consideran el concierto como un aparador en donde presentan a sus propias creaciones, grupos y artistas que ellos mismos crean y venden a través de los festivales, sean buenos o no, si ya se presentaron en un festival, se venden porque se venden.

En el caso del AXE Ceremonia, el organizador Diego Jiménez labora, amigo de Andrés Manuel López Beltrán, encarará la responsabilidad por la muerte de Berenice Giles y Miguel Hernández, fotógrafos de prensa que cubrían el espectáculo para un agencia de espectáculos independiente de nombre Míster Indie, una empresa que paga a sus reporteros y fotógrafos con pases gratuitos a los eventos, no les daba un sueldo, mucho menos iba a preguntar si había medidas de seguridad para sus colaboradores, lo único que recibieron las familias fue un comunicado en donde la empresa asegura que le duele el corazón.

 

 *Periodista egresada de la UNAM. Amplia experiencia en el campo laboral más por necesidad que por convicción. Amante apasionada de las causas perdidas, de las buenas historias, de la vida, la libertad y sus enjuagues.

norvill_23@yahoo.com.mx

 

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