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Antonio SALDAÑA*

BARCELONA, ESP.- Cuando decimos o hacemos algo, nuestras palabras y acciones suelen tener como motor dos enfoques principales: la razón o la reacción. Aunque ambas son parte inherente de nuestra experiencia humana, sus diferencias radican en la manera en que procesamos la información y tomamos decisiones, generando consecuencias que pueden ser diametralmente opuestas.

¿Qué es la razón?

La razón es el fruto de un proceso mental consciente, reflexivo y lógico. Implica una pausa para analizar, evaluar y comprender la situación antes de actuar o hablar. Utilizar la razón es una manera de conectar con nuestros valores, conocimientos y principios, priorizando una decisión pensada y fundamentada. Por ejemplo, al enfrentar un conflicto, la razón nos invita a considerar todas las perspectivas, prever las repercusiones de nuestras palabras, y encontrar una solución que beneficie a todas las partes involucradas.

El razonamiento te ayuda a:

  • Fomentar decisiones más  responsables.

  • Reducir la impulsividad y los conflictos.

  • Tener empatía y comprensión.

Sin embargo, la razón requiere práctica constante, tiempo, paciencia y sobre todo, esfuerzo mental, algo que no siempre está disponible en situaciones de alta presión o que no estamos muy acostumbrados a hacer.

¿Qué es la reacción?

La reacción, es inmediata, impulsiva y visceral. Surge de nuestras emociones y reflejos instintivos. Es la respuesta que damos en el momento sin detenernos a pensar en las consecuencias. Aunque puede ser útil en situaciones que demandan rapidez, como una emergencia, también puede ser fuente de conflictos y malentendidos cuando no se controla adecuadamente.

Por ejemplo, una reacción impulsiva ante una crítica podría ser responder con enojo o frustración, lo que puede agravar un problema en lugar de resolverlo. Las reacciones tienden a estar influenciadas por el contexto emocional y social, y a menudo no reflejan nuestros verdaderos valores ni nuestras intenciones, en otras palabras es una forma cruda de expresar emociones.

Actuar influenciado por la reacción puede ser un arma de doble filo, ya que puede herir a otros o dañar relaciones importantes. En el corazón de la diferencia entre razón y reacción está la capacidad de elegir cómo queremos responder a las diversas situaciones que la vida nos presenta. Si bien la reacción puede ser válida en circunstancias específicas, la razón nos proporciona un marco para actuar con mayor intencionalidad y conciencia.

El equilibrio entre ambas implica cultivar la capacidad de reconocer nuestras emociones, tomarnos un momento para reflexionar y luego decidir si actuar desde la razón o permitirnos una reacción espontánea.

Aplica la razón y controla la reacción, te doy unos tips:

  1. Respira antes de hablar o actuar. Una pausa breve puede ser suficiente para transformar una reacción en una decisión razonada.
  2. Practica la empatía. Intenta comprender las emociones y necesidades de la otra persona antes de responder.
  3. Evalúa las consecuencias. Pregúntate: ¿Qué impacto tendrán mis palabras o acciones?
  4. Fortalece tu inteligencia emocional. Entender y manejar tus emociones es clave para equilibrar razón y reacción.

La razón y la reacción son como dos caras de una moneda: ambas necesarias en diferentes contextos, pero con un impacto muy diferente en la calidad de nuestras interacciones y decisiones. Cultivar la habilidad para distinguir entre ambas y utilizarlas de forma adecuada nos ayudará no solo a mejorar nuestras relaciones, sino también a crecer como individuos más conscientes y conectados con nuestro entorno.

 

*Master en coaching en inteligencia emocional y PNL por la Universidad Isabel I de Castilla. Nº 20213960.

Diploma en especialización en coaching y programación neurolingüística (PNL) por la Escuela de Negocios Europea de Barcelona.

IG: tonosaldanaartista

YouTube.com/c/TonitoBonito

 

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