‘Jarabe Mixteco’ identidad cultural de huajuapenses
Texto: Joel F. Gálvez Vivar/ Francisco López Martínez
Fotos: Karol Joseph Gálvez López

HUAJUAPAN DE LEÓN, OAXACA.- En la legendaria tierra de Ñudee, asentase como cuna del ‘Jarabe Mixteco’, llena de misticismo manifiesto con multifacético esplendor al mundo, expresando además folclor y música, a través del bailable, con sensuales pasos de hombres y mujeres que al compás de la música ejecutan, el bailable tradicional de aborígenes.
El ‘Jarabe Mixteco’, a veces romántico, en otras no tanto, puesto que encierra cariño, nostalgia y amor al terruño, es la conjunción de los diferentes pasos, de los siete del bailable original, que dos grandes nativos rescataron e hicieron de ella una reliquia cultural para la raza mixteca, los huajuapenses Antonio Martínez Corro, arreglista musical y Cipriano Villa Hernández, recopilador de los sones y sus respectivos pasos.
Es, entonces, la expresión más fuerte y exacta de los mixtecos, toda vez que en ello, se manifiesta el sentimiento, el amor y la nostalgia por los seres queridos, expresados al ritmo musical de la seductora pareja, que a través del baile manifiesta su arte y cultura; expresa esencialmente el enamoramiento de la pareja, que el hombre y la mujer desbordan con entusiasmo en la ejecución del bailable, formado por siete sones y 14 pasos, que una pareja ganadora el concurso, al tiempo, acompañada de otras siete, ejecutan en “La Guelaguetza” del Cerro del Fortín, máxima festividad de los oaxaqueños, asistida de la banda de música de viento ‘José López Alavés’.
Pasos del Jarabe Mixteco:
*El Macho: este son representa a los arrieros, quienes al término de arduas jornadas, entre canto y silbidos que producen con la punta y el talón de los pies alternativamente en el zapateado, producen ritmo que imita al papaloteo de las bestias al llevar pesada carga en sus lomos, cuando se carga y se descarga, seguidamente se aprecia el alegre ir y venir de los arrieros satisfechos de tantas faenas, pero siempre orgullosos de la loable labor campirana.
*El Chandé: graciosa y picaresca conejo que representa el hombre, perseguido por un zorro que en este caso representa la mujer, que con taconeo rítmico imita el peculiar golpe que produce el conejo al brincar y con su falda busca acorralarlo para que no pueda huir.
*El Palomo: Representa una lucha tenaz, donde con movimiento sutiles y preciosos, esplendorosamente bellos, llenos de amor, ternura, son imitados por los palomos en sus románticos arrullos, el hombre ahora persigue a la mujer, en dulce reclamo de amor, tratando de alcanzar el rojo clavel vital signo de amor, símbolo que ella defiende con toda su estrategia, hasta que él, fingiéndose desdeñado da la espalda, hasta que atraída la palomo queda tan cerca de él, quien con un golpe de audacia le arranca la codiciada flor y la pasa como el más preciado trofeo de sus afanes.
*El Oaxacado: Ella se prodiga con apasionada entrega y abre para deleite de su dueño y señor, los amojones más divertidos de su vistosa y multicolor falda, se imita la lucha en donde se disputan una presa.
*El Toro: Aquí la mujer, con la fuerza y el dominio de su sexo, común en las mujeres, llama al hombre, lo juega y le burla con una mascada que hábilmente se desprende del cuello, logrando hacer una evolución vistosa y elegante, conservando siempre el ritmo y el paso.
*El Aguilucho: Son un torrente de notas en donde la pareja se lanza en torbellinos de movimientos alrededor uno de otro, bailando en un pie, mientras el otro se sacude nervioso, alternando la pierna con continua vertiginosidad, se ha llegado al clímax del bailable.
*La gran final: Se da la vuelta final, que va acorde a tres notas agudas, que rasgan vibrantes en las que ella cae en los brazos de su amado varón. Encerrándose aquí toda la expresión de amor y ternura del baile que se expresa en arte, a través de la autenticidad de la ejecución del bailable y de la música. Los pasos considerados son cruces, zapateados, saltos y giros adornados de requiebros y miradas llenas de gozo y alegría.
La indumentaria: El vestuario de la mujer consta de una falda floreada de amplísimos vuelos de tela de algodón de popelina, adornada con listones en tonos contrastantes y colgados del lado izquierdo siete listones llamativos que representan las siete regiones del estado, blusa de manta con escote redondo y bordados de color en el cuello, las mangas y un pequeño peto que cuelga al frente, mascada de seda, fondo de manta, rebozo, huaraches de correa blanca, propios de los mixtecos, el tocado es un par de trenzas con listones multicolores y un clavel rojo, collares y aretes, respectivamente.
El hombre porta calzón y camisa de manta, gabán (cotón) de lana terciada al hombro, huaraches de correa blanca, dos paliacates rojos, uno que usa en el cuello, otro como ceñidor, sombrero de ala ancha y cuatro pedradas.
El inigualable e insuperable Jarabe Mixteco, sagrada reliquia de los hombres de la tierra del sol, los Ñu ú Vico, (Pueblo ó país de las nubes) cuyo lema reza ‘Siempre en las alturas’.
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