Armando EBOLI ZAPATA*
Donald Trump es para muchos impredecible, sin embargo, poco a poco hemos descifrado su estrategia de negociación y la pausa de 90 días a los aranceles parecen ser, solo una amenaza. ¿Con que objetivo? Trump ahora sabe que países dependen totalmente de Estados Unidos, cuales deben ser convencidos de hacer negocios con ellos y otros deben de ser presionados. El objetivo de la guerra arancelaria nunca ha sido nivelar la balanza comercial de Estados Unidos, sino, usando este argumento como pretexto, tejer un cerco alrededor de China.
Después del nombrado por Trump, “día de la independencia económica”; China, Corea del Sur y Japón coquetearon con un tratado de libre comercio que taparía el hueco que Estados Unidos dejaría en sus exportaciones. Sin embargo, fue saboteado por el mismo Estados Unidos al darle a Corea del Sur y Japón trato preferencial en las negociaciones. Hoy Estados Unidos sigue siendo la potencia dominante y está usando todo su poder para que sus socios dejen de comprarle a China y lo sustituyan con productos estadounidenses que son mucho más caros. Estados Unidos ha reconocido que no puede competir con los precios chinos y ha decidido hacerles frente con el uso de su poder, negándoles el acceso a su mercado.
Estados Unidos sigue siendo el país con mayor poder adquisitivo, por más que China siga creciendo, todos estos golpes de mesa han sido por el temor a ser alcanzados por el país asiático. Lo que aparentemente parece una gran revolución, es decir, Trump moviendo todas las piezas del tablero mundial desesperadamente y con autoridad, es más el proceso acelerado de una estrategia que ya hace tiempo lleva a cabo el país norteamericano, en la filosofía gatopardista, Estados Unidos quiere cambiarlo todo para que todo siga igual.
*Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y pasante de la maestría de Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Interesado en relacionar arte con política. De gustos altermundistas pero acostumbrado a vivir en un mundo neoliberal.
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