Compartir

 

 

“[…] me odio a mí misma […] eres la única parte de mí que puede ser amada” (2024, 1:44 min.).

The Substance

José Carlos Lopez Hernández[1] y Guillermo Aguirre Piña[2]

Figura 1. The Substance

XALAPA, VER.- Sociológicamente, diremos que uno de los argumentos centrales de la película The Substance -dirigida, escrita y coproducida por la cineasta francesa Coralie Fargeat- hace alusión a la multiplicidad de consecuencias que giran en torno a la obsesión por la eterna juventud y el acoplamiento a las tendencias hegemónicas de los estereotipos de belleza. Es decir, la trama de la película nos recuerda que -en la mayoría de los casos- la ficción se queda corta ante los modos de vida que experimentamos en la actualidad, lo que a su vez, puede leerse como parte de una crítica a las influencias de corte sociocultural que dictan patrones por medio de imágenes idealizadas concentradas en el binomio juventud-belleza, lo cual, se objetiva con base en la mercantilización de los cuerpos humanos y su correlación con las directrices impuestas por las corporaciones que ensamblan una idea de belleza física que cosifica a los cuerpos, vendiendo así, cueste lo que cueste, apariencias configuradas para clientelas obsesionadas con la perfección corporal como nueva forma de masoquismo en los tiempos actuales.

Por ello, ante dicho panorama, ¿cómo entendemos -los que aquí escribimos- The Substance?

Figura 2. The Substance: tres dimensiones

Vivimos un momento donde la mayoría de nuestros consumos digitales son veloces, fugaces y casi hechos para el disfrute instantáneo, sin la intención de retenerse en nuestra mente o provocarnos algo, es decir, estamos ante el espíritu de una época: la Sociedad Instagram. Por ello, planteamos las siguientes preguntas clasificadas en tres dimensiones: a) estéticamente, ¿a qué se debe que nuestras sociedades se encuentren altamente condicionadas por el imperio que dicta el buen aspecto atrapado en instantes? o ¿qué valores se atraviesan, cambian y persisten para calificar la belleza de una persona?; b) laboralmente hablando, ¿somos una fuerza laboral o sólo sujetos asalariados en función de una vida entregada a una productividad programada bajo la obsolescencia corporal dictada por la regla capitalista de ser imprescindibles?; y c) psicosocialmente, ¿cómo pensar la dismorfia corporal?; ¿será que nuestros problemas -psicológicos- no son creados -solamente- por nosotros o nosotras, sino propiciados o cuando menos muy bien alimentados por un exterior que juzga nuestros cuerpos y mentes?

Figura 3. Mural. La sustancia. Mónica Loya. Artista Chihuahuense

The Substance nos da un ejemplo de lo que hoy, más que percibir, queremos ver en una pantalla y consideramos bello; una mujer u hombre con mínimos rasgos de imperfección -que además en la pantalla desaparecen por completo- y un cuerpo de ensueño. No obstante, el contraste con la vida cotidiana que todas y todos llevamos es gigantesco, normalmente no encontramos mujeres y hombres en nuestras vidas diarias con tales características que, a pesar de poder llegar a tener apariencias cercanas a las idealizadas, la realidad es que los cuerpos de todas y todos son distintos, imperfectos, envejecen y difícilmente logran ajustarse a los deseos que vemos proyectados en las pantallas grandes, en el mundo de las plataformas o en los espejos del instante.

Por otra parte, laboralmente hablando, los cuerpos viejos, imperfectos o cansados son resultado de las caducidades establecidas por las dinámicas productivas. En ese marco, uno de los nodos centrales de esta columna -cuidado si no han visto The Substance– dirige sus miradas a uno de los diálogos más potentes de la trama: “[…] me odio a mí misma […] eres la única parte de mí que puede ser amada” (2024, 1:44 min.).

Como podemos notar, es impactante ver la afectación que experimenta la protagonista de la película contra su otra forma que roza la perfección o lo que creemos que lo es, lo cual es similar a nuestros mundos de vida, en donde existen personas que luchan con el deseo de ser otra u otro o viven con el disgusto de ser él o ella misma. Pero no hay nada de qué preocuparse, ya que pareciera que el sistema siempre tiene una solución inmediata: The Susbstance.

Por ello, durante el desarrollo de la película, podremos ver como la protagonista lucha con su otro yo, aunque siendo consciente de que el final y la continuidad de seguir con el proceso de cambio resulte en un trágico desenlace, sin embargo, pese a las consecuencias ya visibles ella continua, porque su sueño se cumple o, mejor dicho, sus problemas se solucionan -instantáneamente- a través de la otra persona. Como espectador o espectadora, puede llegar un punto de desesperación o decepción respecto a la actitud de la protagonista, pero como decíamos antes, parece que no es sólo un tema de decisiones y problemas personales o traumas. Ella ya se encontraba en un hoyo cavado por condiciones objetivas ancladas en la desechabilidad, así como también, en las sociedades que desprecian el envejecimiento y prefieren lo idealizado, lo perfecto.

En síntesis, diremos que esta película de terror corporal forma parte de una trama que -sociológicamente- entendimos a partir de tres grandes coordenadas: la mercantilización de antídotos para reducir el veneno de la vejez, la imposición de los modelos de belleza bajo patrones de consumo y la presión social derivada de lógicas impuestas por un mercado que extrae valor de la adicción a la productividad. En ese marco, nos parece que la película es un pretexto perfecto para reflexionar sobre la gama de problemáticas de corte sociocultural ante la adicción por la eterna juventud, los estereotipos de la belleza y los oasis de la vida productiva en el marco de la obsolescencia corporal.

Figura 4. The Substance: juventud, estereotipos de belleza y obsolescencia corporal

 

 

*Guillermo Aguirre Piña: Estudiante de 6º semestre de la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana.

 

*José Carlos López Hernández: Egresado y docente de la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana. Integrante del Comité Editorial de Sociogénesis. Integrante del Consejo Editorial de la Biblioteca Digital de Humanidades. Docente invitado de la Universidad Pedagógica Veracruzana.

 

Compartir