TURISMO MASIVO DEPREDADOR
Mtro. José María Villalobos Rodríguez
Desde las prístinas aguas de las islas tailandesas hasta las ciudades europeas, cuna de la civilización occidental, pasando por los mares del Caribe, se ha generado un turismo mundial masivo que causa gran daño al medio ambiente y en muchas ocasiones es más lo que destruye que lo que deja a las comunidades.
Francia recibió en 2019 cerca de 90 millones de visitantes por año, tan solo por la vía aérea, España a 84 millones, Estados Unidos a 79 millones, Italia a 64 millones 500 mil y México a 45 millones. Tailandia, con una población de 70 millones y menos de la cuarta parte del territorio mexicano, capta en promedio US$ 60 mil millones 500 mil dólares por el gasto que hacen 45 millones de turistas.
Atraídos por sus playas e islas, estas hordas de visitantes dejan una secuela dañina a base de miles de botellas desechables de PET, envases de unicel, bolsas y redes de plástico que son arrastradas desde las playas a mar adentro. El deterioro de los manglares y el resto de la vida marina ha ido creciendo, pues la mayoría de sus visitantes que provienen de Alemania o Francia no respetan las formas de vida local y se comportan de una manera muy diferente de la que tienen en casa.
La isla de Chipre -cuna de la cultura griega- vive asolada por millones de turistas en verano y aun así soporta que la mitad de su territorio esté bajo control de tropas turcas. En verano los habitantes de Barcelona, París, Roma, Nueva York, Londres, Viena, Madrid, Venecia, Florencia o Berlín padecen la vista de millones de personas de los cinco continentes que con sus teléfonos celulares se toman “selfis”, pintan graffitis o se llevan de recuerdo trozos de ladrillo en recuerdo de su visita.
Adicionalmente, los visitantes ingleses o alemanes toman como cantina al aire libre las playas de España o las calles de las ciudades donde se dispute alguno de los torneos de futbol soccer que trastornan negativamente el día a día de sus habitantes.
Con la llegada del sistema de renta día a día se ha provocado que los inquilinos locales sean echados por sus caseros, quienes lucran más con recibir turistas por día. Hace un mes en la Ciudad de Nueva York se prohibió la renta por un solo día a los visitantes. En San Francisco la presión sobre quienes vivían en casa rentada fue tan grande que miles se quedaron sin posibilidad de seguir rentando ante la negativa de los propietarios a renovarles su contrato. Tras los dos años de cierre turístico a causa del COVID y la guerra Rusia – Ucrania en las naciones receptivas turistas se presentó un alza de precios en alimentos y energía.
En aquellos países donde existen miles de pensionados (Francia, España, Italia) y que a la vez reciben turismo masivo, se dieron manifestaciones de protesta ante la carestía que les afectó. La caída de ingresos por dos años con pocos visitantes puso a la economía de Machu Pichu en Perú, Cancún – Mérida e incluso Oaxaca de rodillas. Los prestadores de servicios ya no renovaron sus licencias o permisos, despidieron al personal y abandonaron el mantenimiento con lo que la calidad de atención tuvo un serio colapso.
El regreso del turismo masivo post COVID está planteando retos nuevos para las ciudades que tienen en esta actividad una experiencia agridulce. Recodemos que la frontera México – Estados Unidos fue sellada afectando los cruces entre las dos naciones. Renace ahora el llamado “turismo mochilero” que se limita a comprar agua y plátanos, deja poco en sus estancias en hospedaje de bajo costo.
Hay mayor competencia para capturar al turista sofisticado, de alto poder adquisitivo, que prefiere llegar en su propio avión o yate de lujo a sitios apartados, muy exclusivos y lejos de muchedumbres. Eso se ve en lugares como Los Cabos, donde los precios están muy lejos de lo que los mexicanos promedio podemos pagar.
Acapulco es invadido por multitudes que gastan poco y cargan hasta con el perico en su ida al mar. El tiradero de basura es de órdago: el glamour que alguna vez tuvo el llamado “bello puerto” se perdió desde que la carretera de cuota que construyó Salinas de Gortari lo volvió un lugar de fin de semana a bajo costo.
Para darle la puntilla se canceló desde tiempos de Vicente Fox el proyecto de la presa LA PAROTA que iba a darle agua potable y para riego, energía hidráulica para la zona urbana acapulqueña. La causa fue la intromisión de activistas extranjeros que sorprendieron al llamado “GABINETAZO” del primer gobierno federal panista.
A nivel internacional, México en 2019 ocupó el lugar 16º mundial en cuanto a ingresos de divisas por turismo (US$ 24 mil millones de dólares) – muy lejos de España (US$ 79 mil millones), Francia (US$ 63 mil 800 millones de dólares), Tailandia (US$ 60 mil millones) o Italia (US$ 49 mil millones). En México – país permisivo a la entrada de visitantes – en medio de lo peor de la crisis de COVID, el gobierno de Quintana Roo alentó a sus habitantes a que dejaran de pagar el costo de su recibo de electricidad ante la caída de ingresos por salarios y visitantes.
La amplia presencia de sargazo proveniente de Brasil redujo el atractivo de las playas del Caribe y ha requerido de grandes inversiones de los hoteleros para contenerla. Dicha adversidad se unió a la de la inseguridad que ha afectado al turismo de sol y playa mediante los avisos preventivos que han emitido los gobiernos de Canadá, España y Estados Unidos.
Acapulco en Guerrero ha sido el lugar más flagelado por eventos delincuenciales que alejan a los visitantes y merman la calidad de vida de los locales. Al cerrar 2002, México recibió 66 millones de visitantes internacionales, 19.3% más que en 2021, siendo de ellos 38.3 millones de turistas internacionales; 31.9 % superior al año previo.
La clase media del país aún no prioriza los viajes a sitios lejanos y prefiere lugares cercanos a su lugar de residencia. Lo que sigue siendo una grave falla de las ciudades costeras mexicanas es la falta de plantas de tratamiento de aguas residuales que eviten que lleguen caudales sin tratar a los océanos y la falta de una cultura de respeto a la vida en el mar.
La destrucción de manglares para edificar hoteles en el Pacífico o el Caribe pone en riesgo creciente a los habitantes de centros turísticos en países en los que es fundamental el turismo como actividad económica.
Los recientes incendios forestales en la isla de Maui expresan cómo la falta de medidas preventivas convierten en horas en un infierno a un frágil paraíso. La subsecuente guerra de culpas no ha podido esclarecer del todo el origen de los incendios y las pérdidas patrimoniales y de naturaleza no cesan de cuantificarse.
Pese a evidencias del peligro inminente derivado del calentamiento de los océanos que lleva a huracanes cada vez más frecuentes y poderosos lugares como Florida se sigue invirtiendo en rascacielos a la orilla del mar. Las mayores aseguradoras de la Unión Americana ya afirmaron que no van a vender póliza alguna que proteja contra daños por huracanes a los inmuebles.
El apetito por conocer lugares ricos en naturaleza, cultura e historia parece tender al infinito. Los ciclos de auge y caída que se presentan en las economías supranacionales como la región Canadá – México – Estados Unidos presentan retos para ordenar el destino del gasto de las familias y sus gobiernos.
México ha sido demasiado permisivo ante la destrucción de su patrimonio natural y cultural. Tocará a las nuevas generaciones anteponer la conservación sobre la depredación que les estamos heredando. Les quedamos a deber.