Karla MARTÍNEZ DE AGUILAR
Fotografías: Jorge Luis Plata
Locación: Taller Galería Pacco Soriano
Pacco Soriano nos recibió en su hogar y espacio de creación donde alberga lo más importante para él: su familia y obras. De padres oaxaqueños, pero nacido en CDMX, tiene su ombligo enterrado en San Pablo Huitzo ya que desde los cinco años vive en Oaxaca. Es un gran conversador que ha vivido muchas vidas en una sola, y en donde cada experiencia le ha dejado aprendizajes y lecciones que lo han impulsado a dar cada paso con firmeza sin arrepentimientos, tomando al toro por los cuernos, lo que le ha llevado a gratas experiencias como el haberle entregado una obra ex profeso a Alex y Chela Lora por los 40 años de El Tri, habiéndole permitido convivir y escuchar las vivencias que estos dos músicos tienen para contar.
Su despertar para descubrir qué camino tomar en la vida, provino a muy corta edad (cinco o seis años) al apreciar la pasión, dedicación y cariño que su abuelo Jesús Hernández le imprimía a su trabajo en el campo en San Pablo Huitzo, y que, como filosofía de vida, resume en “todo lo que se hace con amor y pasión, es arte”.
El camino de ser autodidacta al oficio del arte
Siempre he sido autodidacta. A los 17 años conocí el Jardín de Arte Sullivan en CDMX y me impresionó. Por azahares de la vida, por un amigo médico conocí años después a Antonio Albanés García, el creador de ese parque, quien fue un gran artista mexicano que pintó a ex presidentes de la República mexicana. Mucha de su obra está en el Museo del Palacio Nacional y la técnica de pintura que usaba es con espátula. Recuerdo que cuando tuve la fortuna de tener una gran plática con él en Oaxaca, sin la intención que me brindara clases, le pedí un consejo y su respuesta fue “observa la obra, analízala, descubre cómo se hizo la pieza”.
Aprendí a que en mis obras haya un diálogo visual con el espectador que no esté inmerso en las artes plásticas para que pueda despertar en ellos su alma, espíritu y puedan vibrar a través del arte y con otros artistas.
La libertad, el eje de su vida personal y profesional
La libertad es una herramienta básica espiritual para mí. Cuando empiezas a crear algo con plena libertad, plasmas lo que tú quieres y la obra es auténtica, pero cuando te preocupas por hacer algo que tenga que estar dentro de los cánones de las técnicas o que tenga que gustarle a la gente, le pones un toque de preocupación y tu libertad se ve limitada. En mi caso, me gusta ser versátil, ocupar todas las técnicas, ser multifacético y pintar sobre diversos materiales.
Me gusta romper contra los preceptos que marca el arte. Hay libros que te marcan estas cosas como si fueran derechos y obligaciones, ideas creadas por alguien, libros que te explican las técnicas; estudiar ello es excelente, pero yo no me encasillo con las ideas o preceptos establecidos y busco experimentar. Por ejemplo, me pasó cuando empecé a pintar sobre el costal de yute, un material natural muy resistente que tiene una vida larga aún expuestos al sol y al agua, y que son más fuertes que una loneta o lino, me decían que hiciera bien las cosas porque ese material no se usaba. Siempre trato de fundamentar mis ideas, realizarlas y dejar que fluyan, y por ello, he decidido no escuchar los buenos o malos comentarios para no perder mi libertad de creación.
Hace años, una de mis obras fue rechazada en una galería de CDMX y en varias galerías de Oaxaca por esa técnica, pero eso cambió cuando la vio y la adquirió una persona de Canadá. Después que le envié la obra, me dijo que había compuesto una canción. Pensé que se había equivocado, pero me mandó una foto de un hermoso piano antiguo que tenía encima la obra recargada en la pared y me dijo que era director de orquesta y compositor, y que la obra le despertó lo que necesitaba para componer. Esa experiencia quedó como una lección para mí sobre cómo la concepción de alguien que aprecia algo diferente a lo habitual, rompe con los esquemas de lo que estamos acostumbrados y a su vez, reafirmó que el camino de crear, es la autenticidad.
Así como Don Quijote, Soriano se ha aventurado en viajes y experiencias donde ha enfrentado situaciones difíciles y reflexivas, y como su escudero es su ímpetu, su buena estrella para cumplir sus sueños y realizar hazañas lo han llevado a encontrar a su musa.
Cuando tenía 17 años trabajé en muchas cosas como en la panadería y herrería. Recuerdo que llegaban a la casa de mis papás tres o cuatro personas y me preguntaba mi papá con quién de ellos quería irme a trabajar ese día. Era un buen trabajador que siempre ha tenido iniciativa y proponía ideas que podíamos realizar, por ejemplo, sembré tomate y al agricultor le dije que se vendiera en la Central de Abasto y eventualmente, su negocio creció. Como aprendí albañilería, en casa de mis padres en San Pablo Huitzo junté piedras de río y realicé una barda de 20 metros que me llevó un año construirla; fue un trabajo rudo colocar una piedra sobre otra, pero verla terminada fue una gran satisfacción. También, fui caddie del campo de golf en San Sebastián Etla y en otros campos; cuando llegó el Parque Industrial y Maquilador Oaxaca 2000 en Magdalena Apasco, mi papá me llevó a trabajar con él porque decía que estaba echando mucho relajo, y como siempre fui muy bueno en matemáticas, me hicieron auditor de calidad aún sin ser ingeniero. A los cuatro meses, llegó la empresa Levis y mi jefa me motivó para hacer una evaluación que no les pareció a los ingenieros porque yo no había terminado la preparatoria; de los 60 que participamos, quedamos tres y me certifiqué como auditor de calidad de la marca Levis. Con 19 años, llegué a ser uno de los auditores más eficientes de la marca en México, aunque algo me faltaba.
Un día, afuera de la maquiladora vi que había un grupo de chavos tocando música afroamericana y haciendo tatuajes de henna; les pregunté qué de ahí, a dónde iban y me contestaron a Puerto Escondido, me invitaron y me fui regresando varios días después a la maquiladora. No había pedido permiso y antes de darme las gracias, me llamaron a la sala de juntas para preguntarme por qué echaba a perder mi vida así, que habían invertido tanto en mí y que no era posible que irme de aventura me hubiera ganado. En ese momento, solo había llenado una solicitud de empleo en mi vida y era con ellos, en mi defensa pedí que revisaran la respuesta a una de las preguntas que era ¿Qué aspiras en la vida? y la respuesta que anoté “Quiero ser muralista como Siqueiros, Orozco o Diego Rivera” y entonces, me preguntaron nuevamente qué hacía en la maquiladora. Mi respuesta fue que mis padres me enseñaron una cosa: a hacer bien mi trabajo, y que había llegado ahí a hacerlo de la mejor manera y que necesitaba ganar dinero. A los cinco años de ello, tuve mi primera exposición titulada “Parpadeos” y desde entonces mi firma tiene tres puntos suspensivos que acaban siendo como comas que son una pausa, un parpadeo de esencia. Abajo, traía como subtítulo “pintaré con lo que sea y sobre lo que se deje” y habían exhibidas 40 obras sobre soportes como el papel, yute, tela, con técnica al óleo, acuarela además que pinté con café de grano, con vino tinto y con maquillaje.
En el Complejo Cultural El Carmen en Tehuacán; Puebla, y en el hotel en el que me hospedé, coincidí con los de la maquiladora; me vieron en la barra, me invitaron un vino y me preguntaron qué hacía ahí, yo les contesté que tenía una exposición individual en el museo y con alegría, me dijeron “¡lo lograste!”.
El Toro, la Musa y el Vino
Después de que un ganadero de toros bravos me hiciera una petición de plasmar al toro de lidia, me hizo inmiscuirme y apasionarme en el tema de los toros por lo que llevo hasta el día de hoy13 años de actividad en la plástica taurina.
Mi iconografía se basa en el toro bravo cuyo tema es muy extenso y que me ha permitido y enseñado a conocer el toro en la dehesa, en la fiesta brava, en el campo, y, a su vez, a ser versátil a través de diferentes técnicas las cuales te pueden hablar del carácter del toro, de su elegancia, de su pasión, etc.; trato de mezclar todo eso en mi trabajo.
El tema taurino me gusta mucho y el toro es como mi nahual, mi espíritu protector.
Al inicio de este camino, pinté y dibujé otros animales, copiaba las imágenes de las postales que vendían, pero para darle mi propio toque, utilicé un estilógrafo sobre manta cruda. Para mí, el toro es poder, virilidad, elegancia, porte, su bravura; cuando estás en una plaza de toros y la puerta de toriles abre dándole paso a que salga el toro, un conocedor guarda silencio por respeto a él. Cuando estás en zona de barreras y pasa el toro frente a ti, te avienta la tierra y si cierras los ojos, sientes sus pasos y puedes escuchar cómo se mueve su piel. Es una sensación totalmente increíble.
Mi obra es el homenaje al toro de lidia, a la bestia, a su personalidad, lo que representa con su historia y cultura, y aunque siempre va a haber diferentes representaciones del toro, en mis obras la mezcla romántica sería el minotauro porque a veces te toca ser torero y otras, el toro. Ello plasmé en la colección de jarrones titulados El Laberinto del Minotauro.
He tenido la oportunidad de ir a las Huamantladas en Tlaxcala porque me gusta sentir la adrenalina de tener a unos pasos a un toro; eso nutre mi respeto hacia ellos.
Mis obras tienen fuerza e intensidad y busco mostrar la relación que hay entre el toro, la musa y el vino; todo eso me encanta y es necesario en mi vida sentir esa efervescencia que puede provocarme. Si me dieran la oportunidad de tener otra vida, elegiría ser un toro de lidia para pasar por todo el proceso de crianza desde becerro y forjar ese carácter. No cualquiera entra a la plaza de toros, pero yo sí podría hacerlo porque me identifico con ser terco; conozco mis límites, pero también lo que puedo lograr.
Un pendiente en mi carrera es poder pintar “La noche más triste de la Tauromaquía (La Tienta)”, que es la noche en la que alejan a los becerros de sus madres y se la pasan bramando y aunque ese llanto es triste, se convierte en una melodía que te lastima el alma, pero fortalece tu espíritu.
A Puerta Gayola y el futuro por venir
Me han pasado cosas que nunca esperé y por eso he aprendido que, si tienes miedo a lo que pueda suceder, rompes con esa energía que tiene el universo para ti. En mi caso, lo relaciono con “A Puerta Gayola” que significa recibir al toro en la puerta del toril de rodillas; así vivo mi vida, las nuevas ideas o proyectos, la familia y la gente que me rodea. Para mí, es como a puerta gayola porque no sabes cómo o qué viene, pero debes estar preparado e hincado con fe, ya que la parte espiritual para mí, es muy fuerte. Creer en Dios es maravilloso e hincarse es para mí una manera espiritual para abrirle la puerta de toriles a esta vida que tengo. Es enfrentar y disfrutar lo que Dios tiene escrito para mí.