RUTAS DIFERENTES: ARGENTINA, BRASIL Y MÉXICO
Mtro. José María Villalobos Rodríguez
Sin hacer referencias a historias añejas, la situación socioeconómica de la República de Argentina (nación católica por Constitución) tiene en el llamado peronismo una buena parte de explicación. Destaca la práctica de la dominancia fiscal: su banco central está totalmente subordinado a lo que ordene el ejecutivo a través del equivalente en México a la Secretaría de Hacienda. Esto ha permitido la impresión de una creciente oferta monetaria sin respaldo alguno en reservas internacionales que acelera la inflación y facilita la fuga de capitales, la especulación cambiaria y la atonía económica (VER GRÁFICA). El Banco de México y el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) han gozado en México de 30 años de autonomía, mientras que en Argentina el Ejecutivo sigue interviniendo a discreción en la emisión de moneda local, el mercado cambiario, las tasas de interés. En cuanto a estadísticas, le encanta ser intrusivo en la medición de la evolución del ingreso, el empleo, la productividad y el alza de precios. Por sus incontables situaciones de insolvencia, hoy en día Argentina está excluida del acceso a los mercados globales de capital – lo cual pone en una condición difícil a sus gobiernos y a sus empresarios. En cuanto a reservas internacionales (bastión indispensable para tener a raya a los especuladores de divisas y deuda) ya tocó fondo: las tiene en cero. Sobre incumplimiento de obligaciones con tenedores de bonos, Argentina tiene esa adicción a no pagar y uno de los llamados fondos buitres ha llegado el extremo de embargar el buque escuela de la Marina para poder cobrarle al régimen de los Kichner– personajes sumamente cuestionados en cuanto a rendición de cuentas y transparencia. El principio básico de un buen gobierno: los gastos no deben de exceder a los ingresos del sector público, jamás ha sido del gusto de los gobiernos peronistas. En 2023 como en 1939 lo siguen practicando con el mismo resultado: un estado obeso y rebasado en capacidad de pago. En comercio México hasta 1982 México tuvo mercados protegidos ante la competencia o la inversión extranjera directa que con la incorporación al Acuerdo General de Aranceles le obligó a desmantelar un proteccionismo muy costoso para sus habitantes. El sindicalismo a la mexicana tuvo en Fidel Velázquez un dique de contención obrera muy efectivo que hizo escuela. En las dos mayores economías sudamericanas fue al revés.
Lula -un exlíder sindical – llegó dos veces al poder en Brasil. Argentina y Brasil conformaron el eje del Mercosur, mientras que México se integró al Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos vigente desde 1994. Esta incorporación vino acompañada de profundos cambios en reglas de calidad de bienes y servicios y una nueva forma de ventilar diferendos entre los sindicatos y sus empleadores. Cuando se conoce algo del inmenso territorio argentino (2’780,400 km2) encuentra una infraestructura mucho mejor que la de México y con excesos tales como tener aeropuertos distantes 50 km entre sí o autopistas gratuitas. Con una población cercana a los 50 millones de habitantes, dentro de la cual la esperanza de vida para los hombres (1.2 años más que en México) tenemos que el PIB per cápita de México en 2021 superó en solo 34 dólares al argentino; pero su economía se contrajo 0.3% entre 2014 y 2019 mientras que la de México creció 2.2% para el mismo período. De 1985 a 2022, la industria en Brasil decreció en su aporte al PIB, pasando de 36 al 13 por ciento. Está “desindustrializándose” con el cierre de plantas de FORD, Toyota, Audi, Eli Lilly, Roche, Sony, LG o la cementera Lafarge. Este proceso se repite en Filipinas, Rusia, Argentina, mientras crece la inversión en industria en la India. El entorno económico de altas tasas de interés, burocracia complicada, gasto público excesivo, sistema fiscal barroco, pensiones costosas están llevando a que Argentina y Brasil pierdan empleos formales y fábricas – una parte de ellas está migrando a producir en México. En 1980 la industria farmacéutica brasileña producía el 50% de sus ingredientes; para 2022 solo era el 5%. Sus exportaciones de petróleo en 2020 alcanzaron US$ 43 mil millones de dólares; tuvo que importar de Estados Unidos gasolinas por falta de capacidad de refinación. Brasil y México están empatados en emisiones nocivas a la atmósfera (479.2 millones de toneladas) en 2017, mientras que Argentina solo registró 195.2 M tons.).
Sobre las promesas de ajuste fiscal y abatimiento de la inflación hechos por el presidente electo Melei – haciendo a un lado sus estridencias declaratorias— lo más factible es que Argentina tendrá a partir del final de 2023 un proceso de ajuste gubernamental parecido al que vivimos en México entre 1982 – 2004. Claro que el entorno sindical es mucho más radical en Argentina y que convivir con Estados Unidos de vecino no es igual que hacerlo con Brasil. Veremos si los principios de la Escuela Austríaca de Herr Hayek sobre prudencia fiscal son aplicables en la República Argentina- donde tal parece que los electores ya se cansaron de 40 años de gobiernos proteccionistas e irresponsables en cuanto al equilibrio entre el gasto y el ingreso público. Banco central independiente, dólar como moneda, un instituto de estadística económica y demográfica veraz, contención del gasto público y que el Estado Argentino deje de proteger monopolios, abra mercados a la competencia, venda activos innecesarios y que los sindicatos pasen de disruptivos a constructivos en cuatro años……..suena fácil, no lo es.
La emisión monetaria discrecional al deseo del Ejecutivo siempre ha estado presente en la Argentina; si bien existen causas ajenas a la emisión que generan la subida de precios generalizada en la misma tienen relevancia en un escenario económico favorable de expansión económica, con disminución del nivel de desempleo. Durante los períodos de recesión, los incrementos de la oferta de dinero para cubrir un mayor gasto que ingreso público tuvieron una repercusión mucho más notable sobre los precios. El impacto de emitir moneda será el aumento de la presión inflacionaria, la cual podrá trasladarse a precios tanto en el período inmediato como en los subsecuentes, dependiendo del contexto económico.