RAZÓN, TESÓN Y CORAZÓN

Por Alejandro Ruiz Robles

“ENTRE EL CINISMO Y EL CIVISMO”

“Cualquier persona que deja de aprender es vieja, ya tenga veinte u ochenta años. Cualquier persona que sigue aprendiendo se mantiene joven.” (Henry Ford)

EL MOMENTO.

Siempre hay momentos que marcan nuestra vida, ya sea porque obtenemos un título a nivel profesional, o bien, porque tenemos un logro personal, como bien pudiera ser un hijo.

En fin, la vida nos da opciones para llenarnos de vida o bien, para que tengamos la opción de elegir la vida que queremos, en el entendido que hay miles de variantes más.

Hoy estamos frente a un momento clave: las elecciones que darán la pauta para el país que sigue.

En algunos casos, escucharemos que es la necesaria continuidad de un movimiento que llego para destruir el pasado y construir en el presente un entorno cuestionable para alcanzar un futuro que pareciera ser que no se quisiera y para el cual, se sacrificarían muchas libertades que con la historia se han ganado.

Hoy se habla más de la cercanía de vida con otros países que han desterrado las garantías mínimas de convivencia y se han volcado a anular la voluntad colectiva en aras de que ciertos privilegiados lo definan todo.

Si siempre hemos hablado de ideas políticas ajenas al sentir popular de los ciudadanos, llámese dictadura o comunismo; hoy vemos con temor que esto puede ser nuestro siguiente paso como país.

Es increíble que se trate de obtener las mayorías legislativas imponiendo ideas que no han sido consensadas con la población; ni ésta en forma alguna ha hablado.

Por otro lado, tenemos a quienes desean reconstruir lo que ha funcionado y edificar en función de las necesidades de la mayoría. No se trata de imponer un estilo de vida o una teoría económica o política, se busca que la participación sea el común denominador para elegir el camino a seguir.

… Y mantener el camino, con todos aquellos privilegios con los que hemos crecido y mejor aún, agregar otros que fomente nuestro crecimiento económico, político y social.

En unos instantes frente a tu boleta y la urna se define gran parte de tu futuro … ¿estás consciente de ello?

EL MAL LLAMADO TRÁMITE

Hay quien en su dicho ha llamado mero trámite a la elección, asumiendo que conoce el desenlace de la votación y da por hecho que cuenta la razón necesaria y suficiente para no darle importancia a la voluntad de las personas.

En una situación difícil a la cual se enfrenta la gente, no hay nada que se dé por hecho, más que la actitud de desdeñar lo que quiere la gente.

Por más que se pretenda imponer o encontrar un sentido, respuesta o significado cierto a lo que vivimos en estos momentos, no hay certeza de nada; máxime si se trata de la voluntad de la gente.

De más está darle cabida a comentarios que buscan que la gente piense que este proceso en forma alguna califica lo recientemente vivido o se trata de un referéndum o plebiscito a la política pública seguida. Pretender siquiera tomarlo en cuenta no sólo anula a los participantes de la contienda sino cuestiona el proceder de quien así lo señala, en fin.

Tan malo es esto como tratar de engañar con información falsa, distorsionada o fuera de la realidad en aras de conseguir un propósito.

La grandeza de la confrontación es partir en terreno parejo y atender a la ética y a las reglas del juego; sin duda que quien resulte ganador en este tipo de procesos tendrá la legitimidad de quienes han creído en él y lo han beneficiado con su voto.

Desde luego, no actuar así, llevará a la gente a sentirse engañada y como consecuencia de ello, reaccionar hasta en tanto se sienta satisfecha.

De tal manera que podemos dejar de lado los calificativos o señalamientos al proceso electoral y asumir con la responsabilidad correspondiente, tanto en los candidatos como en los electores, que cada voto es importante y sin duda, participar, hará la diferencia.

¿Te das cuenta del valor de tu participación?

EL UNGIDO QUE NO PRETENDEMOS

De las charlas sobre las próximas elecciones que como ciudadanos hemos tenido con amigos, profesionistas y público en general, confirmamos que todos tenemos diferentes opiniones sobre lo que queremos y el futuro a construir; sin duda esto lo hace rico y democrático. No obstante, en lo que todos coincidimos es que no queremos personas que se sientan ungidas de divinidad y como consecuencia, se comporten como dioses y decidan qué es lo mejor para nosotros.

Ver ejemplos de países en que sólo se hace la voluntad de uno o unos cuantos elegidos conlleva una fuerte decepción por y para los pueblos y, lastimosamente, excesos de quien siente que es el dueño único de la verdad.

Nadie pretende ser gobernado por un dictador ni mucho menos, confiar su destino a un verdugo con la meta de aniquilar a quien no esté conforme con él.

Es básico pensar que queremos una persona en un cargo del que nos interese su plan y seamos testigos de que lo cumpla.

Queremos acciones encaminadas a nuestro bienestar y nunca ser participes de excusas que nos distraigan del crecimiento, la seguridad y las mejoras económicas, políticas y sociales a las que aspiramos.

Tampoco estamos para ocurrencias; basta ya de que alguien simula trabajar únicamente para mostrar desdén por la sana organización de las instituciones; ni mucho menos que sea sembrador de odio entre los ciudadanos.

Si en todo momento, es un trabajo el que como candidatos buscan; es por demás legítimo que los gobernados, quienes somos los patrones, les exijamos como trabajadores que son, con los derechos y las obligaciones propias de su cargo.

Es curioso, pero pareciera que la mayoría de los candidatos una vez que son electos se olvidan de sus orígenes y pasan de tener un pensamiento cívico a una forma de ser cínica. Estoy harto de confirmar que el poder corrompe y más, si se trata de personas en las que yo he creído.

Siendo honestos … ¿alguna vez has visto al presidente del país como tu trabajador?

ESTO ES RESPETO

En fin, la hora cero ha llegado y con ello, el momento de análisis necesario y suficiente para la toma de una muy importante decisión.

Es increíble el valor que tiene una cruz en una papeleta y mucho más, que la suma de éstas pueden definir tu futuro, el de tu familia, el de tu comunidad y, desde luego, de tu país.

De repente suponemos que todos los que llegarán a ocupar un cargo público tendrán valores similares a los nuestros y actuar en consecuencia, siendo la realidad la que siempre nos sorprende.

Con frecuencia escucho expresiones de que todos somos honestos hasta que se nos presenta la ocasión de demostrarlo; desafortunadamente, basta ver en los periódicos las exhibiciones de esa cualidad y en su mayoría, nos muestran lo peor. En ese contexto, no cabe duda de que las palabras con que describían sus principios, se evaporan al calor de la realidad.

En fin, siempre seremos víctimas de nuestros aciertos y errores en nuestras elecciones; sin embargo, es tiempo de considerar todos los elementos que nos apoyen a dar certeza a nuestra elección en la boleta.

Debemos estar conscientes también que nuestra responsabilidad inicia con el cruce de una casilla y lo que sigue es aceptar los resultados y sumar como ciudadano a las acciones propuestas; en el entendido que, de no cumplirse lo propuesto o violentarse la realidad por culpa de la nueva autoridad, será también nuestro compromiso combatirla por los medios adecuados.

No es la pretensión de nadie perder garantías y libertades que como país hemos logrado; al contrario, debemos fortalecerlas y consolidarlas.

Si hoy escribo de mis ideas al amparo de las leyes, quiero mantenerme así y no limitarme por acciones que las limiten o prohíban, ni mucho menos ser sancionado por ellas.

Si hoy tengo comida en mi plato con mi esfuerzo, no hay porque considerarlo un lujo; razón por la cual, quiero a alguien que vea por la generación de riqueza y oportunidades para incrementar mis posibilidades de desarrollo.

Realmente, deseo ser tratado por un servidor público como me gusta ser tratado y no como un villano, parásito, esclavo o sumiso dependiente. Quiero ser prioridad con mis connacionales y no estar sujeto a ideologías o tendencias que determinen otros.

Así como no pretendo que vivan por mí, tampoco es mi deseo que decidan por mí. Sin duda que pienso, al igual que millones, que votaré en consciencia por lo mejor para mi país … ¿ACASO NO ES LÓGICO PEDIR QUE RESPETEN MI DECISIÓN?

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Posdata:      Agradezco la invitación al Palacio Legislativo de Tlaxcala.

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