Armando EBOLI*
PUEBLA, PUE.- ¿Nos hemos insensibilizado los mexicanos? Nuestra percepción de violencia se ha vuelto demasiado exigente: si nos dicen que hay tantos muertos en Ucrania o Palestina, siempre alguien dirá con un trastocado orgullo “en México hay más” y seguirá con su rutina como si nada. Encontrar una fosa común ya no es noticia, pero lo que es peor, tanto para el gobierno como para la gente común, si no está relacionado con el narcotráfico, no es importante.
En el documental de “Hasta los huesos”, vimos cómo en el sexenio de Calderón el ejército intentó hacernos creer que los estudiantes asesinados como “daño colateral” eran delincuentes. Y en el sexenio de AMLO, vimos que en una mañanera criminalizara a unos estudiantes de medicina en Celaya, los revictimizara y declarara que murieron por ser consumidores de drogas. En ambos casos, vimos a un Estado más interesado en cuidar su imagen, que en resolver los casos rápidamente.
No hay nada peor que ser asesinado durante la campaña electoral. Especialmente, me dejan muy asustado los casos de Mara Castillo en Puebla, asesinada por un conductor de Cabify y recientemente, el de Paola Bolaños, asesinada en Mexicali tras tomar un DiDi. Estos casos, desnudan a la sociedad mexicana por las similitudes del caso a pesar de ser ciudades y plataformas diferentes.
Me asustan porque le puede pasar a cualquiera; sales una noche de un bar muy borracho, tomas un transporte que teóricamente es seguro y ya no regresas a casa. Salimos a la calle, seguimos nuestra rutina pensando que no hay personas imbéciles, pero ¿a quién se le ocurriría asesinarme en un coche que es rápidamente localizable por una App? La insensibilidad a la violencia en México se ha vuelto profunda debido a la impunidad; ya ni siquiera se esfuerzan en ser discretos. No importa cuántas leyes se hagan, la responsabilidad recae directamente sobre el poder que ejecuta las leyes. AMLO nos deja un país con números de violencia iguales o peores que los de sus predecesores; ese es el gran pendiente de la nueva presidenta cuya gestión de seguridad fue relativamente buena en la CDMX. Su estrategia fue liderada por Omar García Harfuch, quien será su Secretario de Seguridad, un secretario que carece de policías propios, pues la Guardia Nacional responde a la SEDENA y que, además, parece un puesto más honorífico que real.
Será difícil trasladar el modelo de la CDMX a nivel federal por las muchas diferencias geográficas y administrativas.
*Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y pasante de la maestría de Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Interesado en relacionar arte con política. De gustos altermundistas pero acostumbrado a vivir en un mundo neoliberal.
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