Karla MARTÍNEZ DE AGUILAR
Fotografías: Jorge Luis Plata
Infancia es destino, dice la frase célebre y, en el caso de Lorena Del Valle, artista autodidacta multidisciplinaria, el arte fue su decisión de vida. Y desde hace 24 años, Oaxaca se ha convertido en su hogar para desarrollarse en la pintura y el grabado.
Nací entre pinceles, óleos y bastidores. Mi infancia transcurrió -por momentos- en un entorno mágico pues mi padre es pintor así que crecí observando y aprendiendo del ejemplo que él me dio y aprendiendo como oficio la pintura. Desde temprana edad, le ayudaba en su taller y, a veces, me tocaba acompañarlo a la Ciudad de México cuando iba a pintar al jardín de un cliente o a entregar obras. Recuerdo que cuando tenía alrededor de 14 años, en ocasiones mi padre tenía que salir y me dejaba a cargo del estudio-galeria; me daba tareas como intervenir algunas piezas de reproducciones seguido de “tú observa, ahí está la imagen y los óleos”. Yo le preguntaba que cómo lo hacía y su respuesta era que yo sabría cómo hacerlo. Conforme fuí creciendo, tuve dudas y me encontré con un gran reto: a pesar de ser artista, mi padre no deseaba que yo siguiera sus pasos ya que me decía que en este ámbito podría pasar muchas penurias, pero para mí, ya no había otro camino, no me imaginaba mi vida de otra manera. Me llevó unos años poder tener la valentía de enfrentarme a mi padre y demostrarle que mi deseo de pintar nunca se fue; se lo demostré con hechos. Mi madre tuvo un papel importante en ello ya que fue la que me dijo en alguna ocasion: “aquí está este dinero, compra pinceles, tela, óleos y ponte a pintar”. Ella era la que dirigía la pequeña galería en ese tiempo, me auguró que vendería y así sucedió, y en este camino corto o largo que llevo recorrido, se presentó la oportunidad de adquirir una prensa calcográfica. Aunque en ese justo momento yo no estaba familiarizada con la gráfica, la vi como una gran oportunidad de adentrarme en otro tipo de técnica y es así como comencé a realizar mis primeros grabados bajo la guía de mi esposo, el artista Mario Cantú.
¿Qué recuerdos de tu infancia han influido más en tu obra y cómo los reinterpretas en tu arte?
Mi imaginación y mi sensibilidad jugó un papel importante para ir adquiriendo esa inspiración para realizar mi obra. A mis 6 años aproximadamente, en las mañanas oscuras y entre sueños escuchaba cantar a los gallos, pero yo escuchaba más que un canto, era una conversación entre ellos. Me imaginaba cuál era el mensaje que se transmitian y creía que tenían algo importante de qué hablar; yo encantada escuchaba tales conversaciones no decifradas para una niña pequeña. A loa 11 años de edad, en época de vacaciones escolares, nos cambiamos de casa y yo sentí que habíamos llegado a vivir a una especie de paraíso porque la misma estaba rodeada de naturaleza, árboles y diferentes aves y peces en un río que había que cruzar para entrar a mi casa; ello hizo que todos los días pudiera disfrutar de la naturaleza. Como eran vacaciones, todos los días me metía a nadar al río que no estaba profundo ni tenía mucha corriente, por ello en mi obra están presentes estos elementos pues son mis memorias de infancia y esos recuerdos están representados en mi obra con colores.
¿De qué manera tu padre, como pintor, influyó en tu enfoque artístico desde temprana edad?
Al ser normal, cotidiano crecer observando cómo pintaba mi papá, disfruba del colorido de sus cuadros y de ver su paleta de colores con las plastas de óleo. El apoyarlo en su trabajo, fue haciendo que deseara ser parte de ese mundo para tomar los colores y plasmarlos en un lienzo; fue por mi propio gusto y no como un deber.
¿Cómo creas una conexión entre la música, los sonidos y los colores en tu proceso creativo?
Juegan un papel importante la música, colores y sonidos, principalmente el canto de los gallos. La música mueve emociones en mi interior y me conecta con mi memoria; ahí es cuando me desconecto de la realidad para darle paso a la sensibilidad y creatividad .
En tus obras aparecen animales y elementos naturales como los gallos, armadillos, peces y árboles. ¿Qué significado tienen estos elementos en tu trabajo?
En mi obra recurrentemente hay animales como gallos, peces, armadillos y árboles que forman parte de mis recuerdos que atesoro; la memoria de lo visto y lo escuchado en la infancia es lo que enriquece mi obra. El canto de los gallos me transporta a una sensación de seguridad, de protección tal vez porque en las visitas que realizabamos a la Ciudad de México, teníamos que salir temprano de casa cuando todavía era de madrugada; mi padre me llevaba en sus brazos y eso me hacía sentir su protección. En esa época, veía también a mi padre ir a pescar y cuando regresaba a casa, ya con los peces listos para preparar la comida o tal vez la cena, a mí me encantaba y emocionaba ver a dichos peces. Uno en especial captó toda mi atención cuando estaba sobre la pileta para ser limpiado y después preparado: noté que aún seguía vivo a pesar de ya haber pasado un buen rato afuera del agua. Le pedí a mi padre que ese pez en especial no nos lo comiéramos y que pudiese ser mi mascota, y con el tiempo, se convirtió en un símbolo de resiliencia en mi vida. Así también sucedió con el caparazón de los armadillos, pequeños tal vez, pero dotados de esa protección que cargan a cuestas no como un peso en vano, sino como una protección ante situaciones no agradables. Y sobre los árboles, me gusta mucho el sonido característico del movimiento de sus hojas con un viento suave; me han transmitido tranquilidad y paz.
¿Cómo surgió la idea del Taller “Coyote Negro” y qué tipo de proyectos realizas allí junto a otros artistas?
La idea de crear el taller Coyote Negro surge en una etapa de mi vida en la cual mis hijos tenían uno y ocho años de edad, cuando volví a sentirme con la necesidad de retomar la actividad artística ya que mi prioridad fueron mis deberes de mamá. Vi ese proyecto con mucha emoción pues involucra a mi esposo y, de hecho, él es quien me impulsa y me anima a dedicarme completamente a mi obra original.
La creación de Coyote Negro nació del deseo de tener un espacio para la creación y exhibición de obra, para poder invitar a otros artistas a unirse al proyecto y tener un espacio donde pueda converger la comunidad artística.
¿Puedes contarnos más sobre alguna de tus exposiciones más recientes, como la colectiva “Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar”?
Participar en la exposición colectiva 11 somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar II, movió sentimientos y emociones en mí. Fue una exposición como antesala a la fecha que se acercaba (el 8 de marzo Día Internacional de la Mujer). Tengo claro que para mis ancestras las cosas fueron diferentes y tuve la necesidad de hablar por ellas, darles voz y esta fue una oportunidad para ello. Me tocó nacer en otro tiempo en el cual pude y puedo luchar por mis sueños así que me encuentro en esa labor de recorrer un camino que a ellas no se les permitió.
¿Cómo ha sido tu experiencia trabajando en diferentes lugares como Cuernavaca, Oaxaca y la Ciudad de México? ¿Cómo estas ciudades han influido en tu estilo o tu visión artística?
En mi carrera artística he contado con oportunidades de participar en exposiciones tanto en Ciudad de México, Oaxaca, Cuernavaca y Morelos, aunque principalmente en la ciudad de Oaxaca en la que me he sentido con una gran influencia pictórica observando y admirando la obra de grandes maestros oaxaqueños y reafirmando mi deseo de expresar mis memorias y recuerdos con tal colorido .
Tu obra ha llegado a coleccionistas en diversos países. ¿Cómo te hace sentir que tu arte haya traspasado fronteras y qué significa para ti ver que personas de distintas culturas se conectan con tu trabajo?
Me hace sentir contenta y comprometida conmigo misma a seguir trabajando en mi obras el que algunas de ellas hayan llegado muy lejos. En cada una de mis piezas los animales y otros elementos logran evocar algo sobre el espectador creando así una conexión entre él y la pieza. Para mí, es una gran satisfacción cuando me expresan lo que les hizo sentir la primera impresión.
¿Qué retos y satisfacciones has encontrado al ser una artista autodidacta, y cómo continúas aprendiendo y evolucionando en tu práctica artística?
Soy una artista autodidacta y el asistir a exposiciones de otros artistas me enriquece. Creo que el no tener una dirección académica no ha sido un impedimento para trabajar mi obra sino al contrario, me ha puesto el reto de informarme y prepararme por mi cuenta.
¿Cómo ha sido el camino en el arte femenino para ser más visibles?
Se que mujeres artistas que me preceden enfrentaron grandes desafíos para llegar a expresarse y exhibir sus obras, pero yo también como creadora artística, he enfrentado mis propios desafíos. Por ejemplo, cuando me encontré en la etapa de la maternidad, todo cambió para mí, todo mi tiempo y atención eran para mis hijos e, inclusive, en mis embarazos, por indicaciones médicas, no pude pintar. Recuerdo que cuando mi primer hijo tendría un año aproximadamente, intenté retomar mi labor artística; no olvido estar parada pintando y mi hijo detrás de mí llorando lo que hizo que lo cargara con el brazo izquierdo para continuar pintando con la mano derecha; entendí que si bien me encontraba viviendo una etapa muy bonita a lado de mi pequeño hijo, ahora las cosas ya habían cambiado y unos años después, llegó mi segundo hijo. Fue largo el tiempo en el que dejé de lado siquiera la idea de continuar pintando, pero conforme fueron creciendo, fui retomando este quehacer artístico y ahora las cosas ya son diferentes; cuando estoy pintando o trabajando gráfica, mis hijos se acercan y me abrazan. Disfrutan verme trabajar ya que crecieron en un ambiente similar en el que yo también crecí, entre pinceles óleos y bastidores.