El origen de uno de los pioneros de la producción de mezcal en Oaxaca está envuelto en un halo de misterio. Cuentan los lugareños que un domingo de plaza, allá por el año de 1880, durante la fiesta dedicada al Santo Cristo de Tlacolula, patrono del pueblo, después de un torrencial aguacero que obligó a la gente del tianguis a resguardarse, Petrona Sánchez -segunda esposa de Don Rómulo Chagoya- de camino a su casa, encontró a un lado del atrio de la iglesia a un niño de escasos cinco años, quien lloraba desconsoladamente. Al interrogarlo para saber de dónde venía y no obtener respuesta, Petrona lo tomó en brazos y lo llevó ante su marido, quien inició una búsqueda de los, padres del niño, cuyas vestimentas finas, rasgos físicos, color de piel y ojos, mostraban a todas luces que no pertenecía al rumbo.

Pasado un tiempo y agotada toda esperanza de encontrar a la familia del pequeño, Don Rómulo decidió adoptarlo y bautizarlo con el nombre de Jorge Chagoya Sánchez. El chico creció al lado de Juan y Dolores Chagoya Llaguno, hijos del primer matrimonio de Rómulo. Jorge destacó por su carácter indómito e inquieto que lo llevó a incursionar en actividades diferentes al promedio de la época.

LA PRIMERA GENERACIÓN

A los 17 años, después de experimentar en múltiples tareas comerciales dentro y fuera del estado, Jorge se convirtió en productor de mezcal en la región al establecer una modesta fábrica en las cercanías de Santo Domingo del Valle -hoy Villa Díaz Ordaz-, población con abundante agave silvestre, a escasos kilómetros de Tlacolula.

Su fábrica o “palenque” empleaba un proceso sumamente rudimentario: la molienda del agave cocido se realizaba a golpe de mazo, dentro de un tronco hueco; la fermentación se hacía en cavidades de grandes piedras, sustituidas luego por tinas de madera. El equipo de destilación combinaba barro, madera y carrizo.  El éxito obtenido, coincidente con la construcción de la vía férrea Oaxaca-Tlacolula, le permitió establecer tres fábricas en la región.

Después del gran éxito obtenido con el mezcal, sus actividades emprendedoras se vieron truncadas cuando la turbulencia de la Revolución alcanzó a la región de Tlacolula. Jorge, con su carácter valiente y audaz, no tardó en unirse a las filas de los Cuerudos, dejando la producción del mezcal a su hijo Ernesto. Con los Cuerudos Jorge luchó hombro a hombro para defender a su tierra de la invasión de los soldados rivales, y de él no se supo nada más.

LA SEGUNDA GENERACIÓN

En 1920 Ernesto, heredero del carácter emprendedor de la familia, retoma la producción de mezcal que abandonara súbitamente su padre: reubica el palenque en las afueras de Tlacolula, introduce alambiques de cobre y recurre a los acopiadores para recolectar agave silvestre en los alrededores. Adquiere terrenos pedregosos, de poco valor y sin uso productivo y se da a la tarea de mejorarlos y dejarlos en condiciones de sembrar agave, lo que le permitió, a mediano y a largo plazo, contar con abasto continuo y seguro de materia prima. La necesidad de mantener una producción constante de mezcal lo lleva a descubrir y aplicar una nueva técnica para reproducir la planta la cual ha permitido incrementar el cultivo de la especie de agave Espadín, indispensable hoy para la fabricación del mezcal oaxaqueño.

Ernesto se convierte además en el primer envasador de mezcal del estado, creando sus propias marcas: “Gotas de Maguey”, “Maguey Azul” y “Glorias de Oaxaca”, entre otros, condición que le permite ampliar su mercado y participar en ferias nacionales como la de 1933, celebrada en la ciudad de Puebla. Ernesto Chagoya Llaguno se casó a su vez con Teresa Hernández Vázquez, con quien procreó cuatro hijos: María del Carmen, Porfirio, Salomón y Ernestina.

Continuaremos compartiendo esta historia en el próximo artículo.

 

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