LOS PELIGROS DEL ÉXITO DE “LA SEÑORA XÓCHITL”

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández

La historia del hombre contra el poder
es la lucha de la memoria contra el olvido
Milan Kundera

En este país tradicionalmente colonizado y explotado sus habitantes se comportan de manera extraña, siempre imitando y sobrevalorando el modelo impuesto por sus colonizadores y explotadores, avergonzándose además de sus raíces indígenas. Sucede entonces que los indígenas que tenemos rasgos indígenas somos discriminados y excluidos, y las indígenas -por lugar de nacimiento y origen familiar- como “la señora Xóchitl (Gálvez)” -como le llama el presidente para minimizarla (aunque ella es ingeniera en Informática, empresaria, senadora y, sobre todo, ha sido reconocida un par de veces como la empresaria del año, además de haber sido reconocida hace ya varios años, nada menos que por el Foro Mundial de Davos, como una de las cien mujeres de liderazgo mundial hacia el futuro (reconocimientos que ni de lejos tienen o han tenido ni tendrán el presidente y sus “corcholatas”)-, que en lugar de rasgos indígenas tienen rasgos mestizos, se les niega el origen indígena -como lo hacen ahora al unísono el propio presidente de la república, sus “corcholatas”, sus “chayoteros” y los “bots” o robots pagados por su oficina para difundir la imagen presidencial y atacar a sus adversarios políticos- para tratar de descreditarlas y tratar de poner en duda lo genuino de sus éxitos.

Peor aún, olvidando completamente lo que antes había dicho el propio presidente como estrategia publicitaria (puesto que ahora queda claro que nunca lo dijo en serio) cuando fue candidato presidencial opositor perdedor –“Imagínate un presidente que llega al poder a partir de un cambio, enarbolando la bandera de la democracia, y que lo primero que hace, o de las cosas más significativas que hace, es descalificar a la mala a uno de sus adversarios” (AMLO); resumido poco más tarde en la frase que se le revierte como si fuera un boomerang: “Cállate chachalaca” (AMLO)-, ahora, junto con sus “corcholatas”, “bots” y “chayoteros”, trata de desprestigiar a la que seguramente sea la candidata opositora contra su “corcholata” favorita. Por cierto, cualquier estudiante de Derecho que haya cursado la materia Garantías y Amparo -que ahora se llama Medios de Defensa Constitucional en algunos de los nuevos planes de estudio de la licenciatura en Derecho- sabe muy bien que la acción penal en contra del entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal era totalmente procedente.

El presidente de la república aplica puntualmente, una vez más, la máxima aquella “Calumnia que algo queda”, la que, dicha coloquialmente, señala: “Lo que no mancha tizna”. Así es que ni tardo ni perezoso, con la complicidad de altos funcionarios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y violando el secreto bancario y el secreto fiscal que todos ellos están obligados a respetar, dio a conocer que la empresa propiedad de “la señora Xóchitl” ha facturado un buen número de millones de pesos. Lo cual desde luego no tiene nada de malo -ni el presidente ni sus “corcholatas” han creado empresas, empleos ni han pagado impuestos como resultado de su éxito empresarial, pues al igual que yo siempre han sido burócratas (aunque ellos también han sido políticos profesionales, lo cual les ha generado más ingresos; por mi parte, he sido también profesor de escuelas públicas y privadas para redondear el bolillo)-; salvo que el presidente, sus “corcholatas” y sus demás empleados consideren indebido que una mujer indígena protagonice a lo largo de su vida todos los éxitos que implica el desempeño personal, familiar, profesional y empresarial ejemplar de ”la señora Xóchitl” -increíble forma de discriminar a los indígenas por el propio presidente de la república-. Desde luego que todos estos ataques suceden en un contexto en verdad preocupante que paso a explicar.

Como es de todos conocido, oficialmente no hay precampañas electorales fuera de los plazos legales previstos para elegir al candidato presidencial de las dos coaliciones partidistas que actualmente compiten por el poder político en nuestro país, México. Oficialmente, insisto, lo que hay es sendos procesos internos de dichos partidos políticos para designar mediante una encuesta, uno, el partido del gobierno y sus aliados, al coordinador de la continuación de la autodenominada “Cuarta Transformación” -los slogans publicitarios de los presidentes mexicanos siempre han sido así de ambiguos: “Marcha al mar”, “Arriba y Adelante”, “La Solución somos todos”, “Por un México moderno” y cosas por el estilo, donde cabe todo y su contrario-.

En tanto que, en la otra coalición partidista, lo que se busca es elegir, mediante una combinación de encuestas, debates y elección interna, al abanderado de un frente político amplio opositor previsto en la ley -pero no para elegir candidatos de partidos coaligados-. En colaboraciones anteriores ya me he referido con mayor detalle a los sofisticados procesos que han surgido para llevar a cabo tales designación o unción y elección, respectivamente; ambos procesos fuera de lo que disponen las leyes electorales y por lo tanto en un evidente fraude a la ley cometido por ambos bandos -aunque, uno, el del frente opositor se cuide con tener una apariencia de legalidad y, sobre todo, pase por las urnas-.

Sin embargo, me guste o no, dentro o fuera de la ley, para efectos prácticos, estamos inmersos de lleno todos los mexicanos -ya se empieza a decir ahora “mexicanos, mexicanas y mexicanes” (lo que independientemente de mi respeto a las preferencias sexuales de mis semejantes, al menos hasta el momento, no está permitido por la Real Academia Española de la Lengua)- en una serie de campañas electorales de hecho para ungir o elegir, según el caso, al candidato de las dos coaliciones partidistas más importantes en pugna por alcanzar, una, y mantener, la otra, el poder político presidencial y la mayoría legislativa en ambas cámaras federales.

Lucha política en la que, a todas luces, el árbitro electoral de la contienda, el Instituto Nacional Electoral -con nuevas presidencia y mayoría de integrantes de su órgano máximo de dirección, el Consejo General, provenientes del partido gubernamental MORENA-, se dedica a avalar dichas violaciones a la legislación electoral iniciadas por el presidente de la república y su coalición partidista, pero continuada -sin duda porque no les quedaba otro remedio- por sus opositores, aunque “Tanto peca el que mata la vaca como el que le detiene la pata”.

La consecuencia más grave de esta doble simulación es que la contienda electoral real -totalmente fuera del cuento ese de que solo son procesos intrapartidarios- que se presenta para justificar la forma de conseguir en 2024 el voto del electorado nacional, se lleva a cabo fuera de todas las normas legales -y con la complicidad de las autoridades electorales-. Así es que, en esencia, estamos en una competencia electoral por el poder político sin reglas de juego, en las que el árbitro -el INE- ni ve ni oye las flagrantes violaciones en que incurren los jugadores -y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tampoco, menos aún el Fiscal de Delitos Electorales de la Fiscalía General de la República (quien, por cierto, fue secretario general del Gobierno del Distrito Federal cuando el actual presidente fue jefe de Gobierno; cuya esposa es ahora ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y, casualmente, contradice con sus votos todo lo que antes enseñó en la cátedra universitaria)-.

El gran riesgo de todo lo expuesto es que al final se imponga la ley del más fuerte y, desde luego, el más fuerte es el presidente de la república; quien ha tenido el buen cuidado de proveer de miles de millones de pesos a los jefes de las Fuerzas Armadas del país mediante la transferencia de múltiples atribuciones administrativas -debidamente protegidas por el sacrosanto principio de seguridad nacional para ser ejercidas sin rendir cuentas a nadie del dinero gastado al servicio de la patria-; algunas de ellas mediante reformas legales y decretos administrativos presidenciales; pero unas y otros totalmente contrarios a la Constitución, la que dispone expresa y puntualmente que en tiempo de paz los soldados deben estar en sus cuarteles -la reforma constitucional en materia de Guardia Nacional estableció algunos límites para dicha intervención en materia de seguridad pública que nunca han sido cumplidos y que recientemente, por cuanto a su extensión temporal, han sido acotados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con el gran enojo del presidente que ahora impulsa una nueva reforma al Poder Judicial de la Federación, acusando a sus miembros (y sobre todo a su presidenta) de cuanto usted se pueda imaginar-.

A pesar de que en este juego de vencidas el triunfador previsible es o parecía que era el presidente de la república, sucede que se le apareció el diablo con la precandidatura de “la señora Xóchitl”. Por lo que vamos a seguir viendo en las próximas semanas -como ya empezamos a ver- una serie interminable de mentiras, chismes, calumnias, ataques, persecuciones penales, intimidación a los clientes de su empresa, encarcelamiento de familiares -una hermana (que fue torturada para autoincriminarse) de “la señora Xóchitl” está en la cárcel desde hace once años sin que le dicten sentencia-, y todo cuanto la imaginación permita para descarrilar su candidatura o por lo menos para desprestigiarla y quitarle votos.

Esperemos que “la señora Xóchitl” tenga la fuerza suficiente para resistir los muy duros embates que seguirán en su contra -por fortuna, todo indica que la tiene y le sobra-. Así es que, si lo logra, sin duda será la candidata presidencial de la coalición partidista opositora y, también, sin duda alguna, la primera mujer presidenta de la República Mexicana.

Ciudad de México, 17 de julio de 2023.
Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.
Profesor e Investigador. Doctor en Estudios Políticos (Francia) y doctor en Derecho (México). Posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas (España) y en Regímenes Políticos Comparados (EUA). Autor de libros de Derecho Público, Privado y Social; Administración Pública y Ciencia Política; Derecho Electoral y Derecho Procesal Electoral; sus libros se encuentran en bibliotecas, librerías, en Amazon y en Mercado Libre. Las recopilaciones anuales de sus artículos semanales están publicadas y a la venta en Amazon (“Crónica de una dictadura esperada” y “El Presidencialismo Populista Autoritario Mexicano de hoy: ¿prórroga, reelección o Maximato?”); la compilación más reciente aparece bajo el título “PURO CHORO MAREADOR. México en tiempos de la 4T” (solo disponible en Amazon).

 

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