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Toño SALDAÑA*

BARCELONA, ESP.- El enamoramiento, lejos de ser un simple estado de felicidad y éxtasis, es también un poderoso reflejo de nuestras heridas más profundas. Cuando una persona se enamora, entra en un espacio de vulnerabilidad extrema, donde sus mecanismos de defensa habituales pueden quedar expuestos. Es en ese estado de apertura emocional que las heridas de la infancia, esas experiencias tempranas que moldearon su forma de percibir el amor y la seguridad, emergen con fuerza.

Pero, cómo es el despertar de las heridas con el amor. Desde la infancia, cada persona experimenta vivencias que marcan su desarrollo emocional. Algunas de estas experiencias pueden ser dolorosas: el abandono, la falta de reconocimiento, la sobreprotección, la exigencia excesiva, la indiferencia emocional. Estas heridas quedan grabadas en la psique y se convierten en patrones inconscientes que determinan cómo una persona se relaciona en la adultez.

El amor romántico actúa como un detonante de estas heridas porque representa una situación de intimidad profunda. La pareja, en muchos casos, se convierte en el espejo que refleja esos miedos y carencias no resueltas. Cuando una persona siente el temor a perder a su ser amado, a no ser suficiente, o a ser traicionada, no solo está respondiendo a la relación actual, sino a las memorias de su infancia que quedaron grabadas en su sistema emocional.

Las relaciones amorosas suelen estar marcadas por patrones inconscientes que se desarrollaron en la infancia. En este sentido, es común encontrar ciertos roles en las parejas que reflejan las heridas emocionales, los cuales detallo a continuación:

El protector y el protegido: Uno de los integrantes asume un rol de cuidado excesivo, mientras que el otro depende emocionalmente de su pareja. Esta dinámica suele surgir cuando en la infancia hubo inseguridad o abandono.

El perseguidor y el evasivo: En este caso, una persona busca constantemente la atención y cercanía de su pareja, mientras que el otro necesita distanciarse. Este patrón es característico de quienes han experimentado miedo al abandono o sobreprotección excesiva.

El salvador y el necesitado: Aquí, uno de los miembros de la pareja asume la responsabilidad de “salvar” emocionalmente al otro, quien se encuentra en una posición de vulnerabilidad constante (adicciones, problemas económicos, etc.). Esta dinámica refleja heridas relacionadas con el rechazo o la falta de amor en la niñez.

Aunque el amor puede activar las heridas más dolorosas, también representa una oportunidad única para la sanación. Reconocer estos patrones, entender su origen y comunicarse de manera consciente con la pareja permite transformar la relación en un espacio de crecimiento.

El amor no debe ser una repetición de traumas pasados, sino una posibilidad de construir nuevas formas de vincularse desde la autenticidad y la seguridad emocional. Cuando ambos miembros de la pareja comprenden la profundidad de sus heridas y trabajan en ellas, la relación deja de ser una batalla inconsciente y se convierte en un refugio donde cada uno puede evolucionar en conjunto.

Al final de cuentas, amar es también un acto de sanación, una invitación a mirar el pasado con compasión y a construir un presente en el que el amor sea libre, sano y consciente.

 

*Master en coaching en inteligencia emocional y PNL por la Universidad Isabel I de Castilla. Nº 20213960.

Diploma en especialización en coaching y programación neurolingüística (PNL) por la Escuela de Negocios Europea de Barcelona.

IG: tonosaldanaartista

YouTube.com/c/TonitoBonito

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