LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN: PILAR DE LA DEMOCRACIA Y RESPONSABILIDAD SOCIAL
Mariana Navarro
“La cultura de la cancelación y la polarización creciente en las plataformas de redes sociales han puesto de relieve la necesidad de hallar un equilibrio entre la libertad de expresión y la responsabilidad social”.
En un siglo marcado por la tecnología y la interconexión, nuestras palabras deben ser puentes de entendimiento y no murallas de división.
La libertad de expresión es uno de los derechos fundamentales más cruciales y, al mismo tiempo, uno de los más discutidos en el ámbito jurídico y sociológico.
Este derecho, consagrado en diversos documentos internacionales y constituciones, como el Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, garantiza que todas las personas puedan expresar sus ideas y opiniones sin temor a represalias, recordando siempre que la justicia y la verdad , son guías fundamentales en nuestra convivencia humana.
LA ESENCIA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
La libertad de expresión no solo protege el derecho a hablar y escribir libremente, sino también a recibir información y opiniones de otros.
Este derecho es vital para el funcionamiento de una pluralidad de opiniones.
El adagio atribuido a Voltaire, “Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero hasta con la vida defenderé tu derecho a decirlo”, encapsula el principio fundamental de la libertad de expresión.
Este enfoque subraya la importancia de defender el derecho de los demás a expresar sus opiniones, incluso cuando no coincidimos con ellas.
La pluralidad de voces es esencial para el progreso social y el desarrollo de una cultura de respeto y tolerancia.
Cuando escribimos con respeto, permitimos escuchar y entender al otro, promoviendo un ambiente de comprensión y empatía.
LA RESPONSABILIDAD QUE ACOMPAÑA AL DERECHO
La jurisprudencia internacional, incluyendo fallos de la Corte Europea de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha enfatizado que tales restricciones deben ser aplicadas con extrema cautela para no erosionar el núcleo esencial de la libertad de expresión.
Aquí es donde entra la justicia: si las injusticias no son expuestas, el sentido común nos impulsa a buscar y defender la verdad y la justicia.
LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y RESPONSABILIDAD SOCIAL
Desde una perspectiva sociológica, la libertad de expresión desempeña un papel crucial en la construcción de identidades colectivas y la cohesión social.
Al permitir que diversas voces se escuchen, se fomenta un entorno donde las diferencias pueden ser discutidas y negociadas de manera constructiva.
La cultura de la cancelación y la polarización creciente en las plataformas de redes sociales han puesto de relieve la necesidad de encontrar un equilibrio entre la libertad de expresión y la responsabilidad social.
Las plataformas tecnológicas tienen un papel significativo en moderar el contenido y garantizar que se respeten las normas comunitarias sin caer en la censura arbitraria.
La autorregulación y la educación sobre el uso responsable de la libertad de expresión son esenciales para mitigar los riesgos asociados con el abuso de este derecho.
El respeto, en este contexto, nos guía a usar nuestras palabras para construir puentes, no muros.
LIBERTAD ES MI DERECHO
La libertad de expresión es un derecho fundamental y un pilar de la democracia que permite el florecimiento del debate público, la crítica y la innovación.
Como sociedad, debemos comprometernos a defender el derecho de todos a expresar sus ideas, siempre en un marco de respeto y tolerancia.
Sólo a través de este compromiso podemos garantizar una convivencia armoniosa y el progreso continúo de nuestras sociedades democráticas.
La exposición de las injusticias es un deber moral. En última instancia, la combinación de la verdad y justicia fortalecerá nuestras comunidades y promoverá un diálogo constructivo y enriquecedor.
La ley mordaza y la cancelación en redes nos hacen blanco de intolerancias; la libertad de expresión asumida en un mundo de respeto, fragua la posibilidad de crear contextos más entendibles y posibilidades más confiables en un mundo del siglo XXI donde exista el libre albedrío y la absoluta libertad de ser los ojos, oídos y boca de aquellos que no pueden manifestarse..
La pluralidad de voces es esencial para un mundo bien comunicado.
CONCLUYENDO
Imaginemos un mundo donde el susurro del oprimido se convierte en un clamor universal, donde cada voz, sin importar cuán tenue, resuena con la misma fuerza que un trueno.
La libertad de expresión no es simplemente un derecho; es el alma misma de la humanidad, un faro que guía nuestras sociedades hacia la luz de la verdad y la justicia.
Renunciar a este baluarte sagrado es despojarnos de nuestra esencia más pura.
En un siglo marcado por la tecnología y la interconexión, que nuestras palabras sean puentes de entendimiento y no murallas de división.
Que el eco de nuestras voces libres forje un porvenir donde la justicia y la verdad prevalezcan, asegurando así la perpetuidad de una democracia robusta y vibrante.