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El descarrilamiento del Tren Interoceánico es un hecho doloroso, sobre todo en vísperas de año nuevo.

Hay personas fallecidas y algunas otras heridas, además de familias que enfrentan una pérdida irreparable. A ellas, mi solidaridad.

Cuando una obra pública falla y ese error cuesta vidas no estamos ante un accidente menor ni ante un tema técnico: estamos ante una responsabilidad de las autoridades.

El Tren Interoceánico se ha presentado como una obra emblemática para el desarrollo del sureste del país. Precisamente por eso debe cumplir con los más altos estándares de seguridad. No se puede hablar de progreso cuando se construye sobre riesgos, errores u omisiones.

Como diputado pido se investiguen las causas de este hecho, que se determine si hubo negligencia, fallas en la construcción, en la supervisión o en el mantenimiento, y que se deslinden responsabilidades sin encubrimientos ni simulaciones.

La justicia para las víctimas es una obligación moral.

El Istmo merece obras que generen bienestar y no que cobren vidas.

Oaxaca requiere desarrollo con seguridad, inversión con calidad y proyectos públicos que respeten la vida y la dignidad de las personas.

Es momento de honrar a las víctimas investigando para dar con la verdad, corrigiendo lo que tenga que corregirse, antes de que se repita otra tragedia.

 

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