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Los programas sociales de Andrés Manuel López Obrador se otorgaron ahorcando a la clase trabajadora con el pago de impuestos y a los empleados de la burocracia, quienes fueron los únicos que padecieron la austeridad republicana. Y la alta burocracia, más dorada que nunca.

Nora VILLEGAS*

CDMX.- ¡Qué impotencia se siente escuchar todas las mañanas al presidente Andrés Manuel López Obrador, decir que vamos bien!, que los problemas se acabaron, que la corrupción se ha abatido, que los jóvenes han sido tomados en cuenta, que la pobreza se ha terminado, que el empleo ha sido uno de los logros más importantes de la cuarta transformación, que el pueblo es sabio y bueno, que se han defendido los recursos naturales, que los mexicanos gozamos de oportunidades como nunca. El presidente ha dado por hecho y terminado su proceso de transformación.

La realidad es que los mexicanos estamos más empantanados de deudas y falta de claridad que nunca. Los empleos están mal pagados, las oportunidades no llegan, la gasolina se acerca a los 25 pesos, los integrantes corruptos del gabinete amasan grandes fortunas al final de su gestión. El narcotráfico, la violencia, la inseguridad, los temas primordiales continúan en la mesa y ellos ya van por el segundo piso de la transformación, cuando ni siquiera hemos visto que se construya la planta baja de ese proyecto de nación mentiroso y manipulador de votos.

Seis años y los mexicanos nos quedamos con la esperanza en vilo, no se cumplió nada de lo que se prometió. Los tan aplaudidos programas sociales no fueron sacados del combate a la corrupción, la burocracia siguió más dorada que nunca, en cambio, los salarios de los empleados de abajo, quienes padecimos los recortes a los presupuestos institucionales, quienes sufrimos la austeridad republicana que nos dejó con salarios miserables y condiciones deplorables en las oficinas gubernamentales, la contratación de servicios profesionales aumentó para el cobro incisivo de impuestos, fuimos quienes pusimos el dinero para lograr el voto populista de los beneficiarios de los apoyos que otorgó el gobierno.

Los programas sociales son una muy buena forma de invertir el gasto público, los adultos mayores y las poblaciones más vulnerables deben recibir los apoyos, sin embargo, lo que está equivocada es la fórmula para el otorgamiento de los programas sociales, la que no cambió durante este sexenio, los apoyos se siguen financiando de los impuestos que pagamos los trabajadores pobres, ahorcados con las condiciones mínimas de un salario promedio mensual de siete mil pesos.

El caso emblemático del sexenio es Ricardo Salinas Pliego, quien dijo “no pagaré los impuestos” y no pasó nada, los 10 millones 537 mil adultos mayores mexicanos seguirán recibiendo su apoyo de seis mil pesos bimestrales, con una inversión anual de un billón 440 mil millones 109 mil pesos únicamente para el pago de pensiones a adultos mayores, dinero que sale de la clase trabajadora y no, del combate a la corrupción, ni del pago de impuestos de los potentados, ni del fortalecimiento de la inversión privada, como lo prometió AMLO al principio de su mandato.

¿De dónde sale el dinero de los apoyos? La fuerza laboral en México es de 9.95 millones de personas, con un salario promedio de 7 mil pesos mensuales y una jornada laboral de más de 40 horas semanales, según datos oficiales. Un salario de siete mil pesos mensuales no es suficiente para mantener a una familia; tan solo el gasto mínimo de la canasta básica semanal para el consumo de cuatro integrantes en 2024, oscila entre los 800 y los 1200 pesos, según cifras de Profeco; el costo de una renta de vivienda mensual promedio en el país va de los 6,500 a los 17, 500 pesos, según la zona geográfica, con el salario promedio no alcanza ni para la renta.

En el caso de quienes están pagando sus viviendas de Infonavit o Fovissste, el descuento salarial es del 30% por pago de vivienda durante 15 o 20 años, un tema que también quedó pendiente en esta administración, la reforma a las deudas impagables de las viviendas con los créditos miserables que los antiguos gobiernos negociaron con inmobiliarias rapaces. Ya ni para qué hacer cuentas, con siete mil pesos en promedio, un mexicano debe sostener una familia de cuatro integrantes, ¡imposible!.

Ni reforma laboral, ni mejores condiciones salariales, ni mayores prestaciones, ni derechos sindicales, ni empleos dignos, ni funcionarios brillantes, nada se transformó para la clase que paga los programas sociales, que fueron la bandera de esta administración. El problema no es el otorgamiento de los apoyos, en países como Islandia, Noruega y Suecia, los programas sociales son otorgados para mejorar las condiciones de vida de los habitantes y en América Latina, los programas sociales aminoran las condiciones de pobreza de los beneficiarios, el problema es de dónde sacan los gobiernos el dinero para pagarlos, en México, el presidente López Obrador ahorcó a la clase trabajadora durante seis años, manteniendo sus condiciones al límite, obteniendo los recursos la política de austeridad que solamente sufrimos los empleados quienes no recibimos ningún apoyo gubernamental y sólo vivimos de un salario miserable.

 

*Periodista egresada de la UNAM. Amplia experiencia en el campo laboral más por necesidad que por convicción. Amante apasionada de las causas perdidas, de las buenas historias, de la vida, la libertad y sus enjuagues.

norvill_23@yahoo.com.mx

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