El perdón liberador o las cadenas del condenar
Mtra. Ana Margarita Salazar Velásquez *
MONTERREY, N.L.- El destino puede cambiar, mira en tu interior, y remienda el vínculo que el orgullo desgarró. *De la Película Valiente de Pixar.
¿Cuántas veces hemos pasado por una situación o conflicto, donde estamos convencidos que no podremos jamás perdonar a una persona por algún acto que cometió en nuestra contra?
Definitivamente, guardamos ese rencor y lo tenemos listo para lanzarlo cual bomba molotov, en la primera oportunidad que tengamos y así revivir esos sentimientos negativos que sentimos por esa persona.
Cuando permitimos que los sentimientos que llamamos “negativos”, sustituyan a los positivos, nos encontramos frente a frente con esa amargura y sentido de injusticia que nos abruman.
Las heridas dejan cicatrices, y nos gusta estarlas tocando, abriendo, para recordar cómo fue que nos lastimamos, creemos que con eso no volveremos a cometer el mismo error.
Por eso necesitamos hablar del perdón, no para olvidar, más bien para sanar. Pero para lograr la verdadera liberación necesitamos perdonar de manera sincera, no como una obligación de reconciliación, teniendo presente que, al hacerlo, podremos sanar, incluso, aquellos recuerdos o situaciones que pensamos imposibles.
La situación es que perdonar es un asunto que solo depende de uno mismo, de la percepción que tenemos sobre el perdón, de las creencias que tenemos asociadas a él, es prudente y válido tomarnos un tiempo para poder llegar a una paz mental, el perdón es un ejercicio de paciencia.
Recuerdo una persona que llegó conmigo porque estaba sumida en la tristeza, la ansiedad, el dolor y la baja autoestima, que le dejó cuando su pareja decidió divorciarse para hacer su vida al lado de otra persona, esta mujer me decía que aunque había días en que deseaba dar vuelta a la hoja a esa situación tan dolorosa, siempre había alguien que en su afán de hacerla sentir mejor, le dirigía unas palabras de consuelo que terminaban dejándola inmersa en deseos de venganza hacia su expareja, porque las personas tienden a minimizar el duelo cuando termina su relación.
Lo, primero, que le decían era: no te merecía, encontrarás alguien mejor, etc., cuando ella lo que necesitaba era, primero, reencontrarse con ella misma, volver a abrazarse, perdonarse, por lo que pudo haber permitido que le hicieran y le causara dolor, y empezar a trabajar su amor propio y su camino hacia su nuevo presente, donde lo más importante era que se sintiera feliz sin estar con nadie más, antes de cualquier intento de iniciar una nueva relación.
. * Tanatóloga y Terapeuta Integral