Claudia “Hoppy” BAUTISTA*
CHIHUAHUA,CHI.- Soy una mexicana enamorada de mi país: de sus costumbres, su historia, su gente y sus maravillosos paisajes. En los últimos años, la vida me ha llevado a descubrir aún más de esta tierra mágica. Hace tres años emprendí un viaje fascinante hacia el mundo de los vinos y los destilados. Gracias a ello, hoy formo parte de una fábrica de vidrio y corchos, lo cual me ha permitido entender, desde la raíz, lo que hay detrás de cada botella que llega a nuestras mesas.
Todo comenzó con el sotol en mi querido estado de Chihuahua. Me invitaron a conocer Casa Ruelas, en Aldama, a tan solo 25 minutos de la capital. Ahí, el maestro sotolero y su gran equipo me abrieron las puertas para mostrarme paso a paso, la elaboración de esta bebida ancestral. Desde la planta —que no es agave, sino de la familia de las cebollas y los espárragos (Dasylirion)— hasta la cocción, fermentación, destilación y embotellado. Más de 20 presentaciones diferentes que culminan con el corcho y su empaque final para exportación.
Ver al equipo trabajar con tanta pasión, bajo el clima extremo del desierto chihuahuense, despertó en mí una profunda admiración. Pero lo mejor vino después del proceso técnico: sentarnos todos bajo techo, entre anécdotas, bromas y una buena comilona. Ahí, en esa mesa, todos somos iguales: sin importar estudios, edad o experiencia. Esa esencia comunitaria es lo que más me enamora del mundo de los destilados.
Pensé que solo en mi tierra se vivía algo tan entrañable, pero Oaxaca me demostró lo contrario.
En noviembre de 2024, tuve el privilegio de asistir a la conmemoración del 30 aniversario de la Denominación de Origen del Mezcal. Estuvimos presentes en COMERCAM y en el evento de la Asociación de Maguey y Mezcal Artesanal A. C. (AMMA). Fue en Oaxaca donde viví, por primera vez, una calenda: ese desfile festivo que reúne a la comunidad con música, monos de calenda, las marmotas, flores, dulces, las chinas oaxaqueñas y, por supuesto, el mezcal.
Con mi jicarita en mano, recorrimos las calles del centro desde el Templo de Santo Domingo de Guzmán, abrazadas por la alegría de un pueblo que honra su identidad con cada paso. Todo esto fue posible gracias a mis compañeros de BNI Oaxaca, quienes organizaron cada detalle para que pudiera estar ahí.
Al día siguiente, nos dirigimos a San Pablo Villa de Mitla, a Real Matlat Mezcalería. Allí conocí a Israel, nieto de don Tacho, quien nos recibió con una hospitalidad inigualable. Viví de cerca el proceso del mezcal artesanal: cocido en horno de piedra, molido en tahona y destilado a fuego lento. Visitamos las instalaciones donde se envasan diferentes marcas, y por supuesto, también compartimos una comida entre risas, historias y ese elixir ancestral que es el mezcal.
Fue ahí donde comprendí el profundo significado de frases como:
“Para todo mal, mezcal; para todo bien, también; y si no hay remedio, litro y medio.”
“Quien mezcal no ha bebido, no ha vivido.” “En este mundo terrenal, es oro líquido el mezcal.”
En el centro del evento, un altar mostraba botellas de todos los estilos, formas y colores. Y ahí estaba yo, presentando nuestras propias botellas, fruto de innovación, calidad y respeto por esta bebida milenaria. Aunque no alcancé a conocer a todos los participantes, lo que viví fue inolvidable: cultura, tradición, y mexicanos trabajando con amor por su tierra.
Después vinieron otros destinos. En Durango, visitamos Nombre de Dios, donde también se produce sotol y mezcal. Recibimos la misma calidez de parte de productores, empresarios y autoridades. Finalmente, llegamos a Sonora, a Tesopaco, donde el Bacanora —destilado también de agave— es protagonista. Visitamos una vinata impresionante que exporta miles de litros, y nuevamente, fuimos recibidos como parte de la familia.
Y en cada rincón del país donde se elaboran estas bebidas, hay un elemento común: la botella.
Miles de formas y tamaños; algunas con alacranes, víboras o gusanos en su interior, pero todas llenas de tradición y orgullo.
Por eso, a veces resulta difícil hacer entender que algo tan mágico y artesanal debe estar contenido en una botella que le haga justicia. Una botella de calidad —como las que elaboramos en Emporium Trading— no es un lujo, sino un reconocimiento a todo ese esfuerzo.
Entiendo que los retos económicos actuales llevan a muchos productores a reducir costos. Y ahí es donde entro yo la fabrica de botellas y corchos. Gracias a mis compañeros de BNI en Chihuahua, Oaxaca, Durango y Sonora, y a mi Esfera Nacional de Alimentos, he podido presentar nuestras soluciones: moldes personalizados, propuestas innovadoras y mejoras sustanciales que marcan la diferencia.
Este julio que comienza, deseo que todos sus sueños se cumplan. Que sigamos brindando por México, por su gente trabajadora y por cada gota de historia que vive en el mundo de los destilados y en sus botellas. No dudes en llamarme para sentarnos a buscar tu mejor opción ¡busquemos el como sí!
*Soy Claudia Hoppy Bautista especialista en Relaciones Públicas y conexión de sueños en una botella.
Correo: claudia.bautista@emporiumtrading.mx
Teléfono: +52 614 342 9564
Redes sociales:
FB: claudia.bautista
IG: claudiahoppybautista
X: clauhoppy
claudia.Bautista@emporiumtrading.mx
www.emporiumtrading.mx
www.aijiscork.com