Armando EBOLI*
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS.- La violencia en México es cada vez peor. Lo sucedido en Ecuador a principios de año y lo que en marzo se vivió en Haití, muestran un fenómeno nuevo en el continente: el fortalecimiento de bandas criminales y cárteles del narcotráfico que ahora pueden pararse frente a las fuerzas del Estado y forzarles a renunciar a parte de su territorio, a coaccionar a los ciudadanos que viven dentro de estos territorios.
Primero, notemos que los cárteles son, en realidad, empresas multinacionales con presencia mundial, con entradas multimillonarias y que usan la violencia para conseguir el monopolio del mercado. El hecho que gran parte de estas empresas sean mexicanas, sirve para que, desde un insano nacionalismo, aquí se les aplauda componiéndoles corridos e, incluso, protagonizando telenovelas.
México ha perdido el control de varios territorios en Tamaulipas o Michoacán y en este sexenio, con la política de abrazos no balazos, perdió el control de la frontera con Guatemala, pero nada se les puede decir porque solo piensan en elecciones y seguro, tienen otros datos. La política de seguridad ha sido un fracaso y ninguna de las principales candidatas parece ofrecer una solución real.
Desde el cómodo lugar de la derrota segura, sólo el candidato de Movimiento Ciudadano (MC) ofrece la legalización de la compra y venta de drogas que varios expertos ya han dicho que puede ayudar a eliminar ese mercado negro del que se nutren los cárteles.
La renuncia del primer ministro de Haití, Ariel Henry, se dio ante la amenaza de las bandas criminales locales que ya controlan gran parte de Puerto Príncipe, de generar un desorden que bien podría terminar en una matanza indiscriminada. Me recordó a ese vergonzoso hecho que llamamos “el culiacanazo” donde al Estado se le ve perdiendo la exclusividad de la fuerza y cediendo ante las superiores fuerzas de las bandas criminales.
La diplomacia mexicana esta demasiado ocupada censurando a cualquier gobierno o actor de poder que califique a México como un “estado fallido”. México no es Haití, inmensamente más grande en población y territorio, pero si bien no es un estado fallido, sí es un estado que falla y que falla mucho, de manera constante y sistemática.
*Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y pasante de la maestría de Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Interesado en relacionar arte con política. De gustos altermundistas pero acostumbrado a vivir en un mundo neoliberal. exxebo@hotmail.com