Toño SALDAÑA*
BARCELONA,ESP.-Hace siete años conocí a una persona que se decía mi amiga. Trabajábamos juntos, compartíamos risas, ideas, hasta silencios. Un día, ella tuvo un problema serio con el jefe: la agredió verbalmente, la humilló. Cuando me lo contó, me hervía la sangre. No lo dudé: me puse de su lado, le ofrecí mi apoyo incondicional, sabiendo que eso podía costarme el trabajo. Pero era mi amiga, ¿no? Y eso hacemos los amigos: nos quedamos cuando el suelo tiembla.
Ella siempre me decía que me quería. Hasta que un día, en instagram, di mi opinión sobre Greta, la ecologista. No fue una ofensa, solo una perspectiva distinta. Pero mi “amiga” se enojó tanto que me dejó de hablar. Dijo que Greta era una luchadora y que yo no tenía derecho a expresarme así. Y me pregunté: ¿nuestra amistad estaba condicionada a que yo dijera lo que ella quería oír? ¿Tenía que pensar igual que ella para merecer su cariño? Entonces apareció la pregunta que lo desnudó todo:
¿El amor es incondicional o condicionado?

Hay amores que abrazan como el mar: te reciben con todas tus olas, incluso cuando estás revuelto, incluso cuando traes algas enredadas en el alma. Y hay otros que son como piscinas de hotel: limpias, bonitas, pero con cartel de “prohibido salpicar”. El amor incondicional y el condicionado se parecen en la superficie, pero uno te respira entero y el otro te exige que te cortes pedazos para caber.
El amor condicionado es ese que te dice “te quiero… pero”. Pero no pienses diferente. Pero no te vistas así. Pero no digas lo que realmente sientes si incomoda. Es como un contrato con letra pequeña: te lo ofrecen con sonrisa, pero si lees bien, hay cláusulas que te obligan a no ser tú del todo.
Lo detectas en cosas sutiles. Cuando opinas distinto en una reunión familiar y de pronto el ambiente se enfría como sopa olvidada. Cuando defiendes a alguien que todos critican y te miran como si hubieras traicionado el clan. Cuando decides no seguir una tradición que ya no te representa y te acusan de “romper la armonía”. El amor condicionado se disfraza de preocupación, de “es por tu bien”, pero en el fondo es miedo a lo diferente.
También aparece cuando alguien dice “yo respeto todas las opiniones”, pero se pone rojo como semáforo cuando la tuya no coincide. O cuando un amigo te dice “cuenta conmigo siempre”, pero desaparece cuando tu proceso ya no encaja con su idea de normalidad. Es como si el cariño tuviera GPS: funciona mientras estés en la ruta que ellos trazaron.

En cambio, el amor incondicional es ese que no necesita que te maquilles el alma. Que te acompaña aunque no entienda del todo tu camino. Que no te exige que seas espejo, sino que celebra que seas ventana. Es el que no se va cuando cambias, sino que se acomoda contigo en el nuevo paisaje.
No significa que todo se acepta sin límites. El amor incondicional también pone fronteras sanas. Pero nunca te castiga por ser tú. Nunca te hace sentir que tienes que pedir perdón por pensar, sentir o evolucionar. Es ese amor que te dice: “aunque no esté de acuerdo, aquí estoy”. Y eso, créeme, es un bálsamo en un mundo que a veces confunde amor con control.
Yo he aprendido a distinguirlos como quien aprende a diferenciar entre perfume y ambientador. El perfume se mezcla con tu piel, te acompaña. El ambientador solo quiere tapar olores. El amor incondicional huele a presencia, a libertad, a abrazo sin condiciones. El otro… a exigencia disfrazada de afecto.
Así que cuando alguien te diga “te amo”, escucha también lo que no se dice. ¿Te aman cuando brillas raro? ¿Cuando tu voz desafina la melodía del grupo? ¿Cuando decides no seguir la coreografía que todos repiten? Si la respuesta es sí, estás frente a un amor que no necesita filtros. Si la respuesta es no… quizás no es amor, sino necesidad de control con disfraz de cariño.

*Master en coaching en inteligencia emocional y PNL por la Universidad Isabel I de Castilla. Nº 20213960. Diploma en especialización en coaching y programación neurolingüística (PNL) por la Escuela de Negocios Europea de Barcelona.
IG: tonosaldanaartista
YouTube.com/c/TonitoBonito








