Lalo Plascencia

Reza el adagio gitano que quien bebe en lunes, beberá toda la semana. Y si bien se considera una maldición por los más avezados en el oficio de Baco, también puede ser bendición, presagio e ilusión. Y es menester de este espacio editorial revelar anécdotas sin comprometer a sus protagonistas; o sea, decir el pecado pero no los pecadores.

Se trata de una bendición, primero porque es el resultado de un acuerdo tácito hecho explícito que recuerda sin nostalgia el encuentro de dos seres cuya interlocución espontánea se convirtió en conversación interminable, para luego dar paso a una relación de frutos tempranos y dulces.

Es un ejercicio de memoria, de la más profunda, de renovación de intenciones, de confirmación de coincidencias y reconfiguración de los desencuentros. Es hacer el espacio para el recuerdo melancólico cuya intención es la de reconocer el origen para encontrar destino. Y entiéndase por uso melancólico de un brindis no esa sensación de vacío de lo perdido o lo añorado, sino de la confirmación de que el futuro se construye con acciones diarias, sin ansiedad, con pasos cortos, sólidos y sin deseos de retorno, de escape o de renuncia.

Los caminos más largos comenzaron con el deseo de andar, la planeación del viaje y con el movimiento de una pierna, y el viaje de Colón hacia un nuevo continente comenzó con la primera tabla que se convertiría en carabela. Y parece que este camino entre dos individuos comienza y se renueva en formato enológico cada lunes por la noche, en conversación, y con el océano de posibilidades frente a ellos.

Cada copa semanal es entonces una exploración de ideas, sensaciones, promesas y deseos compartidos que si bien muchos ni siquiera están construidos, otros toman forma solo con mencionarse; y la palabra se convierte en materialización del encuentro amoroso. Cualquier conversación tiene la capacidad de cambiar el destino del mundo, y las que están selladas alrededor del vino son las que mueven el universo y son capaces de confirmar la existencia de la entelequia, la inmensidad o la divinidad.

Beber en lunes es beber toda la semana, pero no en forma de vicio o distracción, sino de comunión semanal que más que embriagar conmemora una serie de elecciones que reviven a lo largo del tiempo y resuenan en la historia. Beber en lunes es crear, construir, aprender, dejar ir, soltar, consolidar, comprender, escuchar, y volver a empezar.

Recomendación del mes

La CDMX es una ciudad suigéneris: en verano llueve torrencialmente y en otoño a veces puede hacer calor. Además de los espumosos de cualquier categoría, parece que los rosados son los ideales para el frío y el calor. Sin ahondar en la técnica de elaboración ni en la presencia o no de finas burbujas, recomiendo dejarse llevar por la variedad que muchas bodegas clásicas y nuevas, europeas y mexicanas liberan al mercado cada año. El Sangre de Toro Rosé 2020 de la muy catalana Bodegas Torres, presenta frescura, acidez balanceada, una nariz de fresas y frambuesas, y una permanencia interesante ideal para brindar en lunes.

 

 

Lalo Plascencia

Chef e investigador gastronómico mexicano. Fundador de CIGMexico dedicado a la innovación en cocina mexicana. El conocimiento lo comparto en consultorías, asesorías, conferencias y masterclass alrededor del mundo. Informes y contrataciones en www.laloplascencia.com

 

 

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