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Ángel OSORIO*

Si hay algún lugar donde pude percatarme con toda claridad de lo que significa el silencio, ese es Yanhuitlán, en el magnífico templo de Santo Domingo.

Construido para la posteridad y con destino de grandeza, este templo destaca a kilómetros de distancia. Yanhuitlán está prácticamente sobre carretera. Aquel día tuve suerte y justo cuando estaba pasando frente a él, me percaté que estaba abierto, no quedaba más remedio que entrar y rendirse ante la maravilla del trabajo del hombre.

El templo es enorme, muy alto, con esos gigantescos contrafuertes que lo han sostenido por siglos, con una fachada sobria pero elegante. Todo el conjunto, que incluye el templo y su ex convento, dan cuenta de la maestría de grandes arquitectos y de los cientos, probablemente miles de trabajadores que se necesitaron para levantarlo durante décadas.

Restaurado hace poco tiempo relativamente, Yanhuitlán nos muestra hoy un esplendor recuperado. El trabajo de madera es excepcional y los retablos sorprenden por su dimensión y por la laboriosidad que guarda en sus detalles.

La nave principal es espectacular, el techo se sostiene y adorna con bóvedas de crucería que obligan a mirar hacia arriba. En el coro hay otro tesoro, un órgano de tubos decorado con maestría y que todavía exhala música desde esos rostros que nos miran con severidad, como obligándonos a poner atención.

Caminando sin prisa, disfrutando cada rincón, ocurrió algo extraordinario: cesaron todos los sonidos, se manifestó un verdadero silencio que tardé un momento en asimilar, no quise moverme por temor a hacer algún ruido inoportuno. Disfruté tanto ese instante… hay quien dice que esos silencios suceden cuando un ángel pasa cerca, y yo creo que eso pasó.

Con esa sensación todavía en el cuerpo, terminé de recorrer el templo. Los dominicos nos legaron inmuebles que son verdaderas joyas, joyas mixtecas en este caso, pues es innegable que la sensibilidad y destreza de este pueblo ancestral es lo que pudo llevar a cabo esta empresa titánica.

Espero que la vida pueda otorgarme otra oportunidad así, de un instante único, casi irreal, donde el silencio, siendo nada, se convierte en todo.

Brújula

Desde la ciudad de Oaxaca, el templo y exconvento de Santo Domingo en Yanhuitlán está a 85 minutos de viaje aproximadamente. La vía más rápida es tomar la autopista de cuota Puebla/CDMX, pasarás la caseta de Huitzo, avanza hasta Nochixtlán y en este punto salte de la autopista hacia la población, busca la carretera federal 190 a Huajuapan de León y en pocos minutos más estará frente a ti el imponente templo de Santo Domingo, Yanhuitlán.

 

 

*Comunicólogo.  Viajero que comparte su sorpresa y emoción por conocer los rincones de Oaxaca. Promoción y difusión del ecoturismo en Oaxaca.  @senderosoax

www.senderosoaxaca.com

 

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