Nora VILLEGAS*
CDMX- Para los fifís, los pobres somos un mal sueño, una pesadilla que los hace despertar a media madrugada espantados y sudorosos. Irnos a una colonia bonita y echarle ganas a un empleo para poder aspirar a ser gente bien, casarse con un güerito o güerita para mejorar la raza y llenar de objetos tecnológicos a nuestros hijos, es el sueño que todo mexicano debería tener.
Para la sociedad consumista o fifí, como la ha llamado Andrés Manuel López Obrador, la pobreza es fea, desagradable, maloliente y absurda. Según ellos, sólo es cosa de echarle ganas, de levantarse temprano y trabajar muy duro para enriquecer a otro, y lograr que se ponga tan contento, que algún día nos nombre gerentes o encargados de sus procesos de producción, distribución o venta.
Para los pobres están los pueblos terregosos, los cinturones de miseria, los puercos y las vacas, la tierra árida que por más que se trabaje, no da nada, la ignorancia, la desesperanza.
¡Viva México! es la más reciente producción cinematográfica de Luis Estrada, autor de películas como La Ley de Herodes y El Infierno, y cuyo actor principal de la saga ha sido Damián Alcázar. Juntos, han hecho una excelente sátira de los gobiernos de México y sus tóxicas relaciones con el narco y los medios de comunicación. El film se estrenó el pasado 23 de marzo y su contenido no cayó en la gracia del presidente López Obrador.
Durante la Conferencia Mañanera del 29 de marzo, el presidente calificó de “churro” a la creación de Luis Estrada, y a él y a su equipo de trabajo, como “progres” “buena ondita”, y consideró que la trama está hecha en contra de su gobierno. ¿Por qué lo consideró así el mandatario? Al contrario, creemos que el tema central de la película está acorde con los principios políticos de la Cuarta Transformación (4T): reconocer que la pobreza existe no como consecuencia de la flojera y la ignorancia de quienes no acceden a las oportunidades por falta de ganas, sino a consecuencia de un largo proceso político de abandono, ignominia, rezago y entrega de los recursos naturales a empresarios extranjeros.
Según el diccionario de la lengua española, la palabra “sátira” es una composición en verso o en prosa, picante y mordaz, cuyo objeto es ridiculizar o censurar a alguien o algo; la película ¡Viva México! es una sátira precisamente de este discurso aprendido por la clase media, la clase que recibe herencias, que vive del sueldo de sus padres, que su trabajo es enriquecer a otro con la esperanza que ese otro, los salpique de su riqueza algún día, del que cree que “el pobre es pobre porque quiere”, porque no trabaja, porque sueña con encontrarse el tesoro debajo de la tierra, porque vive esperando que alguien le de, le reparta algo de lo que le tocó.
¿Pues qué no el reclamo era que la 4T gobernara para todos, ricos o pobres? A través de la trama, Luis Estrada nos lleva al mismo sitio a ambos; ambos en el fondo deseamos lo mismo, el deseo del pobre, el deseo del rico, el deseo del mexicano. La diferencia radica en los privilegios de los que gozan unos y los otros no.
¿Quién sí recibe la herencia y quién no?, ¿a quién sí le dan el empleo de gerente y a quién no?, ¿quién es bonito, güerito, con lentes oscuros, con un ipad, bisutería y teléfono celular y quién no? Al final, todos nos adaptamos a nuestras circunstancias; habrá que ver el origen y trasfondo de esas circunstancias, habrá que dar un vistazo a nuestra conciencia para respondernos si somos pobres porque queremos o somos ricos porque hemos trabajado mucho y nos hemos levantado muy temprano. O porque nuestra fortuna económica está hecha a base de aguantar que nos humille el empresario poderoso, o de recibir una jugosa herencia, o de habernos apropiado de aquello de lo que eran dueños nuestros ancestros por antonomasia.

En el contexto mexicano, la revolución de las conciencias consiste justamente, en lograr el reconocimiento y la inclusión de aquellos seres humanos que, por sus condiciones políticas y sociales, se han ocultado y olvidado, y de cuya vuelta a la escena pública incidirá en la transformación del país, porque reconocerlos es la única forma en la que puede producirse el cambio y la transformación social verdadera, sin maquillajes, ni trucos.
El tercer personaje de esta película es el servidor público que sigue practicando las mismas corruptelas arcaicas que lejos de entender la nueva base política, repite el discurso Obradorista para continuar retrasando y traicionando a su prójimo, a sus iguales, a los mexicanos, quien se auto excluye de una realidad, sí dolorosa, pero urgente y necesariamente reconocible y transformable.
*Periodista egresada de la UNAM. Amplia experiencia en el campo laboral más por necesidad que por convicción. Amante apasionada de las causas perdidas, de las buenas historias, de la vida, la libertad y sus enjuagues. norvill_23@yahoo.com.mx