Enriqueta PÉREZ*
SAN LUIS POTOSÍ, SLP.- La violencia contra las mujeres manifiesta en los espacios públicos y privados da la certeza de que cualquier lugar las mujeres son víctimas de algún tipo de violencia, podría pensarse que los hogares podrían construirse como espacios seguros, entre los resultados de 2016 de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), se destaca que 2 terceras partes (66.1%) de las mujeres de 15 años y más reconocieron haber experimentado al menos un incidente de maltrato durante su vida por parte de cualquier atacante: 49% ha sufrido maltrato emocional; 29% ha padecido maltrato económico o patrimonial; 34% fue víctima de maltrato físico y 41.3% de violencia sexual.
Según datos del Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública de Diciembre del 2021, los picos de incidencias más recurrentes fueron reportados en los años de la pandemia donde las mujeres estuvieron en casa con sus agresores. La violencia contra la mujer nace de su cónyuge en 70-90% de los casos; siendo que un elevado porcentaje de los agresores y víctimas proceden de familias con previo a maltrato doméstico. Aunque los datos acerca de los actos de violencia de género son parciales pues muchas víctimas no la denuncian por miedo a la estigmatización, las informaciones accesibles presentan que los ataques físicos o sexuales perpetrados por una pareja son el tipo de maltrato más recurrente contra las mujeres, dando como consecuencia registrado 641 millones de afectadas
La violencia de doméstica es una forma de violencia de género, de acuerdo con María Noel Baeza (2020), directora regional de Organización de las Naciones Unidas Mujeres, menciona que el confinamiento debido a la crisis sanitaria está exacerbando la violencia contra las mujeres al obligarlas a quedarse en situaciones de encierro, en las que las mujeres permanecen confinadas con sus abusadores y poseen salidas bastante limitadas para huir de la violencia. La violencia doméstica responde entre muchas otras razones a la desigualdad en la participación económica y de responsabilidades dentro de las actividades propias del hogar, esta asimetría lleva al violentador a descargar su hartazgo, desesperanza y frustración con las personas más cercanas, escenario aún más complicado en este contexto de encierro pandémico.
Según Angelica De La Peña, para la revista El Sol De México (2020), dos tercios de la población femenina del país mayor de 15 años pasará a cuarentena junto a una pareja violenta. En únicamente once días desde el comienzo del confinamiento El Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, registró un incremento de 24.5% en los reportes de violencia doméstica; indicó que de 24 atenciones que se dieron del 14 al 25 de marzo, 66 por ciento corresponde a violencia física, 22% a violencia emocional, 5% a agresiones sexuales y 3.5% a violencia económica. La Organización de Naciones Unidas (ONU), describió que “las medidas para frenar la propagación del coronavirus a grado mundial tuvieron un efecto social que perjudica de forma directa y severa a las mujeres” (2020). Asegurando que, con las medidas de confinamiento para evitar la propagación del virus, la tensión en los hogares y la falta de empleo, el peligro de maltrato dentro de la familia se incrementa.
Desde el principio de la pandemia por Covid-19, han sido registrados incrementos en los niveles de maltrato a nivel mundial, en Francia, ejemplificando, a partir del principio del confinamiento en marzo, los casos por maltrato doméstica incrementaron en un 30%. En Singapur un 33%, en Chipre 30% y en Argentina 25%. México no escapa a tales estadísticas, como se muestra en la adaptación de datos del Secretariado Ejecutivo Mexicano (2021), las cifras estadísticas de la violencia familiar se detonaron junto a la pandemia. Se observa el pico estadístico durante los primeros dos meses de la pandemia (marzo-abril). Al analizar los datos, se demuestra de esta manera la diferencia en cifras de abuso doméstico entre 2019 y 2020 de 9,881 casos. De esta manera se demuestra, con datos concisos, que la incidencia de violencia familiar aumentó de manera exponencial. Por otro lado, es interesante recalcar el aumento de casos de violencia en el mes de octubre, que coincide con la segunda ola de contagios en la región mexicana, la cual, obligó a las mujeres a aumentar el confinamiento.
Fuente: Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública, Diciembre 2021
La denuncia y llamadas de auxilio durante la pandemia como indicador de la violencia
Dado el confinamiento, acudir a denunciar de manera presencial no era una opción viable; las llamadas telefónicas a centros de ayuda como lo es La Red Nacional de Refugios, manifiestan la cantidad de mujeres que buscaron auxilio debido a la violencia en el hogar, a la convivencia constante con su depredador.
Acorde con ONU MUJERES (2020), el número de llamadas a las líneas telefónicas de asistencia se ha quintuplicado en algunos países como consecuencia del incremento de las tasas de violencia de pareja provocado por la pandemia de COVID-19. Fuentes como Data-Pop Alliance “Un mes después de haber iniciado las medidas de distanciamiento social en México, a través de la Jornada Nacional de Sana Distancia, las llamadas y mensajes por violencia de género a la Red Nacional de Refugio aumentaron 80%” (2020).
Según El Observatorio Nacional Ciudadano (2020), en el periodo que comprende el primer trimestre del año y conforme a los reportes trimestrales que ha presentado el SESNSP se han reportado 170 mil 214 llamadas relacionadas con la violencia familiar.
El comportamiento de los datos nos invita a la reflexión constante y sobre todo a denunciar la violencia y reconocer que el violentador está en casa, dormimos con el enemigo, si no se denuncia no pasa nada, y si deseamos cambios debemos empezar desde casa, el estado está haciendo lo que puede y cómo puede, robustecer la confianza y denunciar es una primera línea que podría significar la diferencia entre despertar un día más y no formar parte de estas funestas cifras.
*Licenciada en Sociología por la UNAM, se desempeña actualmente como Coordinadora Académica de la Sección Bachillerato del Colegio Internacional Terranova, Consejera Ciudadana de la Coordinación de Prevención Social de Violencia y la Delincuencia con Participación Ciudadana, representante legal de Ambientare AC, y participante en diversas ONG del Estado.