Edgar SAAVEDRA*
Mi madre es oaxaqueña —dice Zaida Kersten artista multidisciplina, entrevistada por Mujeres Shaíque—. Mi madre nació en un pueblo minero llamado San Miguel Peras y como a los cinco años llegó a la ciudad de Oaxaca. Yo nací en Calafell, un pueblo de pescadores del Mediterráneo catalán en España, y no fue hasta los ocho años que mi madre me trajo por primera vez a Oaxaca a conocer a toda la familia. Desde entonces no he dejado de venir. Siempre he sentido una conexión y admiración muy fuertes hacia esta tierra. Sus tradiciones, su historia, su cultura, sus creencias, su cielo, sus paisajes, sus colores, sus fragancias… ¡Todo es inspirador! Siento que la energía creativa aquí fluye como en ninguna otra parte. Es un lugar mágico y muy fértil artísticamente hablando. Hace casi dos años que vivo en Mazunte con mi esposo y mi hija, y somos muy felices aquí. Este lugar me ha permitido descubrir la fuerza y el poder de la naturaleza, y cómo ésta me regenera, empodera e inspira.
¿Cómo te involucras con el arte?
Una de las aficiones de mi padre, un alemán afincado en Cataluña desde los inicios de los setenta, era la fotografía. Contaba con una pequeña colección de cámaras y a los 13 años me regaló mi primera cámara analógica. Así comenzaría mi relación con la fotografía.
Estudié Periodismo en Barcelona soñando con viajar y escribir, me licencié en el 2000 y trabajé por diez años en la reconocida agencia de noticias internacional AFP (Agence France Presse), en París. Con el paso de los años mi pasión por la foto se fue acrecentando, tomaba talleres y seminarios sobre fotografía en diferentes lugares que viajaba. Varios de ellos los tomé en el CFMAB (Centro Fotográfico Álvarez Bravo). En 2006-07 finalmente me decidí a tomar una formación en la escuela de fotografía Centre Iris de París, que lamentablemente ya no existe, orientada a la fotografía analógica y los procesos antiguos fotográficos. Durante algunos años compaginé mi trabajo de periodista con la fotografía artística hasta que terminé dejando el primero para dedicarme enteramente a mi pasión.
Me dedico a la fotografía artística. Trabajo en proyectos personales, fundamentalmente autobiográficos. Para mí la foto es un medio de sanación, me permite sacar mis sombras a la luz, mis secretos y mi verdad. Con la foto no puedo esconderme, ni pretender ser alguien que no soy. La fotografía me permite además dejar huella de aquello que me sacude, que me marca y/o me perturba. Si bien mis trabajos se centran en temas como la pérdida, el abandono, la memoria e identidad, desde que soy mamá, hace ya casi 5 años, estoy enfocada en los procesos del maternaje y en el vínculo materno-filial.
Casi todos mis trabajos están hechos con cámara analógica, con la Leica M6 y la Mamiya C330. Aunque últimamente estoy explorando con la Holga y las cámaras estenopeicas. Me encanta la sensación de no tener el control, seguir tu propia intuición y dejar fluir. Salen cosas imprevistas y sorprendentes.
Me siento muy cómoda con lo analógico porque sus tiempos van acorde con mis propios tiempos. Todo es más lento y reflexivo. Y me maravilla descubrir qué va a salir en el revelado. Soy una apasionada del laboratorio y la materia. Aparte de la fotografía ahora también estoy dedicándome a la elaboración de fotolibros artesanales. Disfruto muchísimo cada una de las etapas que comprende todo el proceso, desde la conceptualización hasta la materialidad de la obra. Me siento muy libre con este soporte donde todo cabe y que permite tantas posibilidades. Puedo experimentar y crear una narrativa visual no sólo con fotografías sino también con otras técnicas artísticas como el grabado, el dibujo, la poesía… Y puedo jugar con diferentes materiales y texturas.
El fotolibro es una obra de arte en sí mismo, que perdura en el tiempo, que cruza las fronteras más fácilmente y permite que las historias lleguen a más personas. Una exposición es más selectiva y siempre es efímera.
¿Cuál es la génesis del proyecto Uterus?
Pues hace casi 10 años, cuando todavía vivía en París, viví una historia íntima y personal muy dolorosa. A partir de una revisión ginecológica me anunciaron que tenía el VPH (virus del papiloma humano) de alto riesgo que podía generar un cáncer de útero y que debía someterme a una intervención quirúrgica en la cual debían extirparme una parte de mi cuello uterino. Esto sucedió en un momento determinante de mi vida en el que me planteaba por primera vez ser madre. Para mí fue una mala jugada del destino. Sufrí un bajón emocional. Me sentía muy triste, culpable y tenía mucho miedo de lo que pudiera pasar. No quise decir nada a nadie. Guardé el secreto junto a mi pareja, que hoy es mi esposo. En ese proceso emocionalmente angustioso la cámara fotográfica fue mi cura. Me ayudó a tomar perspectiva de lo que me estaba sucediendo, y a su vez estaba dejando huella de ese episodio.
La serie que surgió a raíz de este suceso se llama Virus y está compuesta de imágenes en blanco y negro que en su mayoría son autorretratos. Todas las copias están intervenidas. Las pinté, las manché, las rayé con papel de lija y les hice un virado con un té de hierbas que me tomaba en ese entonces para la tristeza. Deseaba plasmar en ellas esa mugre y fragilidad que sentía en mi interior… No las enseñé hasta un año más tarde a un par de amigos fotógrafos. Ellos me animaron a mostrarlas porque era un trabajo potente. Así fue como logré presentarlo en 2016 en la primera edición del FOTOAX/Encuentro Internacional de Fotografía Oaxaca.
Más tarde surgió la oportunidad de exponer el proyecto en el reconocido festival internacional de fotografía Les Rencontres d’Arles Voies Off 2019, en Francia. Fue entonces cuando decidí hacer un libro de artista y presentarlo junto a la obra. Y así nació mi primer fotolibro en 2019 que se llamaría Uterus. (…)
Poco después me mudaba a Oaxaca con mi familia y fue aquí donde se concebió la segunda edición de Uterus. Estuve trabajando mucho tiempo en la maqueta del libro, y terminó de definirse tras el taller que tomé en agosto de 2020 con Mariela Sancari en Miradas al Fotolibro. Se trata de una autopublicación completamente diferente a la primera en cuanto a formato, diseño y encuadernación, aunque la selección de los distintos papeles utilizados ha sido igualmente muy cuidada. No aparece ningún texto salvo una sola frase capital. Tiene un tiraje de 76 ejemplares, todos seriados, va acompañado de un facsímil con el expediente médico, y tiene la particularidad añadida de que una de las páginas del libro está intervenida con mi sangre menstrual. La obra ha sido producida en Oaxaca. La impresión risográfica se realizó en La Maquinucha Ediciones del IAGO, la portada serigrafiada en La Santísima Galería y el colofón con tipos móviles en la Tipográfica Azteca.
¿Cuál es tu próximo proyecto?
Pues desde hace más de dos años estoy trabajando sobre el destete de mi hija. Es un proyecto largo que estoy realizando en analógico y en digital. Son fotos intervenidas, en su mayoría con bordado a mano. (…) Algunas de estas piezas se han expuesto por primera vez en Francia durante el festival fotográfico Les Rencontres d’Arles Exposition Off 2021 en el mes de julio junto al colectivo de fotógrafas AmaZones collectif. (…) Y junto al colectivo de mujeres Almácigo Bordadoras fundado en Oaxaca vamos a realizar un cadáver exquisito. Siguiendo las mismas reglas del juego inventado por los surrealistas, usaremos un lienzo de gran formado como soporte en el que cada una hará una intervención de bordado libre. Esperamos finalizar la obra en 2022 y exponerla junto al conjunto de piezas realizadas desde el inicio de la pandemia.
NOTAS: (1) Uterus se puede encontrar en el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo de Oaxaca y en la librería El Anhelo en Matamoros 404. En CDMX en la librería Casa Bosques. de la CDMX. (2) El autorretrato de Zaida Kersten es una colaboración especial para Mujeres Shaíque.
* Periodista cultural. edgarsaavedra@outlook.com