Clara FRANCO

HAMBURGO, AL.-No soy la primera en notar que los sistemas educativos, prácticamente en todas partes pero especialmente en Latinoamérica, realmente no enseñan a la gente nada sobre finanzas. Claro, enseñan matemáticas para lo más abstracto de aritmética y álgebra, y algunos llevamos un curso rudimentario de contabilidad en bachillerato, pero lo que a nadie le enseñan son mejores técnicas para administrar el dinero. Desde luego, no tendría mucho sentido intentar enseñar esto a niños muy pequeños, pero podría ser un enorme beneficio a partir de la adolescencia.

Un plan de estudios que incluyera fundamentos de cómo crecen las tasas de interés, qué significa invertir dinero, cómo distinguir un gasto necesario de una verdadera “inversión” o incluso animar a jóvenes estudiantes a probar y experimentar con crear pequeñas empresas… Podría ser de inmenso beneficio en la educación de adolescentes y adultos jóvenes; tal vez beneficiando también las economías nacionales y la microeconomía regional a lo largo del tiempo. Por supuesto, como toda política relacionada con la educación, se necesitaría mucho tiempo para ver los beneficios, incluso décadas. Pero a medida que el funcionamiento económico de nuestras sociedades sigue cambiando radicalmente, hace mucho que necesitamos una educación actualizada al respecto.

Pero no creo que esto sea una panacea. Tampoco soy tan ingenua como para decir, “vea cómo todo es cuestión de educación, y ya”… Esta línea de pensamiento se ha vuelto tan frecuente en todas partes y, en última instancia, tan desprovista de significado, que se convierte en frase cliché vacía (“¡a la gente le falta educación!”), casi un escape para evitar hablar de otras políticas públicas, o de medidas regulatorias más inmediatas y sólidas, que también se necesitan. La pobreza y el subdesarrollo económico no son solamente “un problema educativo”; también son cuestión de macroeconomía, regulación fiscal y macro-política financiera en un mundo complejo. Pero eso no quiere decir que una mayor educación financiera a través de las escuelas o esquemas accesibles de asesoramiento en finanzas personales no serían muy beneficiosos – si no a un nivel social más amplio, por lo menos a nivel individual. Y, de nuevo, una gran cantidad de “individuos” se convierten en “sociedad”.

Un ejemplo de persona que hace dicho coaching es el inversionista Robert Kiyosaki, autor del mundialmente famoso libro “Padre Rico, Padre Pobre”. Aunque no concuerdo con todas sus ideas, no se puede negar que tiene cosas increíblemente útiles para enseñar sobre inversiones y finanzas. A la gente no se le enseña en la escuela cómo crece una tasa de interés, cómo funciona la deuda o qué tipos de deuda pueden ser productivos mientras que otros pueden hundirnos. ¿Y qué razón hay de que todo esto permanezca como área de especialización, cuando prácticamente todos nosotros tratamos con dinero, deudas y activos?…

¿Esta brecha de educación financiera existe por diseño?… No necesariamente. Pero muchos así lo creen; creen que está ocurriendo alguna conspiración para “mantener pobre a la gente”. Habrá quienes lo piensen, pero creo que todas las supuestas relaciones causales se sigan necesariamente: si la gente gana más, también puede comprar más bienes y servicios, los mercados más ricos son mercados más grandes, más codiciados por industrias y corporaciones, por lo que “mantener pobre a la gente” no necesariamente beneficia a las élites económicas (aunque claramente hay empresas que se benefician de pagar salarios bajos, por lo que nuevamente estas interacciones son complejas).

Prefiero pensar que la brecha existe, en parte, porque los sistemas educativos suelen estar desactualizados y no responden a las fuerzas sociales y económicas de hoy. Además, fueron diseñados por los propios académicos; y no necesariamente por expertos en cada área del conocimiento que necesitamos. Los planes educativos básicos que tenemos ahora se diseñaron en la época de la revolución industrial, con el objetivo general de educar a empleados industriales, y no han cambiado radicalmente desde entonces. Cualquier replanteamiento fundamental de nuestro sistema financiero tiene que pasar por aprender el actual.

 

*Investigadora en temas de derechos humanos, normatividad internacional, salud y educación como derechos sociales. Master en Asuntos Internacionales por el Instituto de Posgrados en Estudios Internacionales y del Desarrollo (IHEID) en Ginebra, Suiza. Actualmente doctorante en Ciencias Políticas en el Instituto Alemán de Estudios Globales y de Área (GIGA) en Hamburgo

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