Arturo DIEZ*
LEÓN, GTO.-Muchas veces la pereza a levantarse del sofá solo es derrotada por un símbolo que se impone a nuestra ignorancia. Tomamos el celular y confiamos en Google y en las ventajas de complementar las palabras con imágenes. Ese fue mi caso ante un símbolo en Nuestra piel muerta (Paraíso Perdido, 2019) de Natalia García Freire (Cuenca, 1991), el árbol de Polylepis, también conocido como árbol de papel. Se caracteriza por su corteza de láminas desprendidas, haciendo parecer que se descascara, donde es fácil imaginarse una gran cantidad de insectos y cuya imagen proyecta una imagen central en la nouvelle de García Freire: nuestra piel que diario se descascara es el recordatorio de que vamos a morir.
Nuestra piel muerta cuenta la historia de Lucas, quien pasado un tiempo decide regresar a la casa en la que creció. Desde el exterior, mira a sus habitantes: Felisberto y Eloy, a quienes acusa de haberle despojado de su vivienda; y a las que fueron sus nodrizas. La voz de Lucas marca distancia con una época en la que fue niño y vivió plenamente en ese hogar en el campo, ahora se siente como un hombre que de principio no se sabe qué busca al volver.
El tono en que se construye la narración es poético, que hace fácil asociarla a libros como Pedro Páramo de Juan Rulfo y La amortajada de María Luisa Bombal. Lucas le habla en segunda persona a su difunto padre. Le reclama, sobre todo, no haber previsto lo que significaba la llegada de los forasteros. Esto, por contraste, refleja la relación en la historia de Lucas con la madre. El narrador sobre todo centra su atención en lo minúsculo, en insectos, en la celebración de lo vegetal y alusiones a lo que vive en la tierra húmeda. Es fácil pensar en la muerte también. Es la madre quien le da esta educación a Lucas, su sensibilidad para admirar lo pequeño. Parece paradójico, pero darnos cuenta de ese papelito que diario se nos descascara, es otra forma de celebrar el ahora: la vida se sostiene en lo putrefacto.
García Freire refirió que la mayor parte de su nouvelle la escribió en España y que, en aquel tiempo, leyó Distancia de Rescate de Samanta Schweblin. Como este libro, García Freire va construyendo a pinceladas su narración, al principio quien lee se siente desorientado, un vouyerista espiando a Lucas que a su vez espía a los invasores de la casa. A este respecto, la escritora también ha dicho que lectores de Nuestra piel muerta le han mencionado que es como el cuento “Casa tomada” de Julio Cortázar, pero hecho novela. Ha aceptado la comparación.
*Nací y crecí en Xalapa. Estudié ciencias de la comunicación en la UNAM y en mi tiempo libre me aficiona leer para vivir otras vidas, así como escribir para contar algo de la mía.
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