Arturo DIEZ*
LEÓN, GTO.- Roberto Bolaño es un escritor al que se llega tarde. Si nunca has leído nada, será porque la literatura no te gustaba por no haberle leído. Si te gusta leer y lo lees, será al preguntarte por qué no lo habías leído antes. Y si eres de esos lectores que considera que llegó a él temprano, en la relectura estará la sensación de demora, pues habrá cosas que antes no habías entendido en sus historias. No importa si es un paso lento o apretado, se llega tarde.
Cuando conseguí Los cuentos completos de Bolaño recordé una mañana de viernes en la facultad. Un compañero comenzaba Los detectives salvajes. El lunes me lo encontré y le pregunté qué le estaba pareciendo. Su respuesta fue parca: me lo eché en el fin. No supe interpretar si eso era bueno o malo. Podía ser bueno porque la novela lo atrapó tanto que la terminó rápido, podía ser malo porque de tan simple se leía a una velocidad abrumadora. Ese libro es extenso. Mucho tiempo después lo leí, en paralelo a textos teóricos para mi tesis de maestría, y en esa lectura lenta, como una caminata en una noche fresca, sentí que incluso apresurado me hubiera costado no demorarme: es una novela que se disfruta en las historias, pero se deleita en el tratamiento de las diferentes voces narrativas, algunas con registros tan distintos. Una lectura de paso calmo y regresivo.
En una feria del libro le dijeron a Bolaño que sus cuentos eran como una conversación en un bar. Él, polémico como muchas veces, sin por ello renunciar a su tono suave y amable, replicó que ojalá así fuera, pero no lo creía. Leí hace poco sus Cuentos completos y no voy a decir que se leen como historias que suceden mientras dos personas conversan al caminar. Sin embargo, sí que son historias que invitan a caminar. Los personajes en diferentes cuentos deambulan sin un propósito claro. Hay una necesidad compulsiva de recorrer los lugares.
La escritura de Bolaño se mueve como ese deambular, hace parecer que las historias son simples, que las acciones van llevando al lector como si todo fuera una corriente natural y, no obstante, sería más preciso decir que dichos cuentos requieren de un tratamiento y cuidado especial para lograr ese efecto. Sobre esto, me parece bastante aleccionador que varios de ellos tienen fechas de escritura. En algunos cuentos esto abarca varios años. Qué cuidado de relectura y rescritura implicó para Bolaño. No los escribía corriendo, sino que se permitía caminarlos.
*Nací y crecí en Xalapa. Estudié ciencias de la comunicación en la UNAM y en mi tiempo libre me aficiona leer para vivir otras vidas, así como escribir para contar algo de la mía.
Contacto: arturodiezg@outlook.com y arturodiezgutierrez.wordpress.com