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Antonio SALDAÑA*

BARCELONA, ESP.- Cuántas veces no hemos tenido corazonadas, intuiciones o sentimientos que tienen un impacto directo en el corazón. Es cierto cuando decimos “me dolió el corazón” o “mi corazón lo sabe”, porque este órgano es más que una bomba de sangre. Se ha creído durante años que nuestro cerebro se encontraba únicamente en la cabeza, pero hoy sabemos que el corazón también piensa. Estudios recientes han revelado que el corazón puede funcionar de manera independiente y gracias a sus más de cuarenta mil neuronas, posee una memoria, mide el tiempo, tiene sus propias percepciones e, incluso, puede aprender. Esto le confiere la responsabilidad de muchas decisiones que tomamos.

El corazón envía información al cerebro a través de diferentes mecanismos con una anticipación de 4.5 segundos, lo que significa que puede adelantarse a lo que va a pasar antes que el cerebro lo sepa, tal vez de ahí vienen las famosas corazonadas que te mencioné. La científica Annie Marquier ha afirmado que el corazón genera un campo electromagnético cinco mil veces más potente que el del cerebro, y puede extenderse alrededor del cuerpo entre dos y cuatro metros, es decir, que todos los que nos rodean están recibiendo información energética de nuestro corazón y viceversa, por lo tanto, los demás pueden sentirnos y nosotros a ellos.

El corazón puede controlar la comunicación del cuerpo con el cerebro modulando las ondas de presión producidas por el ritmo cardíaco. Tiene el poder de avisar sobre la situación en que nos encontremos, por ejemplo, agitándose cuando tenemos miedo hará que todo el organismo reaccione de un modo específico. La intensidad de los latidos hace que su campo electromagnético varíe en función del estado emocional, haciéndolo más armónico cuando nos sentimos seguros, amados o tenemos pensamientos positivos, y caótico cuando entramos en estados de peligro, alerta o pensamientos negativos.

El corazón posee una herramienta muy eficaz que le ayuda a controlarlo todo: la respiración. Saber controlarla nos resulta útil para salir de estados de estrés o ansiedad. Cuando pasas por una situación difícil, notarás que tu corazón late deprisa y tu respiración se agita a la par, impidiéndote pensar con claridad. Respirar lenta y profundamente, inhalando y exhalando por la nariz, hace que el corazón se calme en cuestión de minutos, lo cual obliga al cerebro a hacer lo mismo. Aprender a controlar la respiración es muy importante para poder cambiar el ritmo cardíaco y nuestros estados de ánimo y como consecuencia también cambiará la forma en que vemos al mundo y cómo nos perciben los demás.

El modo en que pensamos, las cosas que nos decimos y las que experimentamos, pueden afectar severamente el ritmo cardíaco, por eso es muy importante la forma en que percibimos la vida. Nutrirnos de cosas positivas dejando a un lado todo lo que no podemos controlar y centrarnos en el presente es benéfico para nuestra salud física y mental, porque el corazón al tener autonomía e influencia sobre el cerebro, puede conseguir que todas las ondas cerebrales se sincronicen con estas variaciones (sean negativas o positivas); es decir, que el corazón arrastrará a la cabeza a lo que esté sintiendo —sea bueno o no—, afectando a todo el organismo. Por lo tanto, te invito a que seas consciente tanto de tu respiración como de tus pensamientos para que puedas mantener un estado armonioso en tu corazón y, por ende, en tu vida.

 

*Master en coaching en inteligencia emocional y PNL por la Universidad Isabel I de Castilla. Nº 20213960. Diploma en especialización en coaching y programación neurolingüística (PNL) por la Escuela de Negocios Europea de Barcelona. IG: tonosaldanaartista

 

 

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