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Santa Ana Zegache es como el bordado “hazme si puedes” de esa misma región, complejo, lleno de detalles, que requiere toda nuestra atención para descifrarlo.
Como en muchas comunidades del estado, un templo suele ser el eje de la población, en este caso, un tesoro dominico del siglo XVII – XVIII. Por las características del templo, Santa Ana Zegache parecía estar destinado a ser un núcleo de considerable importancia política y social, pero algo pasó, el templo nunca llegó a terminarse y los intereses se dispersaron a otros sitios.
El tiempo y el deterioro hizo que este espacio fuera relegado a una presencia menor, así pasaron muchas décadas, hasta que Rodolfo Morales llegó ahí por el año de 1995 y decidió impulsar un enorme proyecto de rescate y hacer de este templo uno más de sus lienzos. Eso explica sus colores, los nichos con jarrones llenos de flores, los “bordados” en los arcos, conviviendo en armonía con la propuesta original de hace siglos. Lamentablemente, el pintor falleció en el año de 2001, sin ver concluidos los trabajos de restauración, apenas un año después.
Al interior del templo se encontraron alrededor de 50 espejos con acabados en hoja de oro, de figuras varias, que llevan a fantásticas especulaciones, pues nadie puede precisar su utilidad. Destaca el espejo de águila bicéfala, emblema de los Habsburgo, dinastía que dirigió los destinos del imperio español durante los siglos XVI y XVII. Para restaurar estos espejos, se preparó a un grupo de jóvenes que adquirieron los oficios de talladores y pintores, que aprendieron técnicas tradicionales y dieron nueva vida a estos objetos, hoy resguardados con celo por la población. Esos jóvenes se convirtieron en maestros y han alcanzado a colocarse como restauradores profesionales o bien encabezan talleres artesanales.
Hoy, el Proyecto Zegache sigue produciendo réplicas de estos espejos únicos, además de producir piezas originales y también copias de espejos que muchos artistas de la talla de Toledo, Hernández y Olguín han intervenido. El aroma del cedro invade el taller y el delicado trabajo se observa en cada pieza.
Absorto entre los espejos, un movimiento rápido llamó mi atención hacia uno de ellos en particular. Como un fantasma que me persigue a través de los recuerdos, ví con claridad tus ojos. Tu mirada me atravesó como aire frío, como acero enterrándose en mis músculos, apenas una fracción de segundo, pero el daño estaba hecho, ahí estaban tus ojos, no tengo dudas. Lo único que pude hacer fue estremecerme y aceptar una sensación extraña que afortunadamente desapareció pronto.
Emprendo mi camino de regreso, me voy de Santa Ana Zegache con más preguntas que respuestas, con más dudas que certezas, con ganas de llevarme ese espejo por si algún día, te vuelvo a ver.
Brújula:
Santa Ana Zegache se encuentra en la región de los Valles Centrales de Oaxaca a poco menos de una hora de la ciudad. Desde el centro, tomas salida al aeropuerto (carretera federal 175), pasas San Bartolo Coyotepec, en la famosa “Y” tomas la derecha con rumbo a Zimatlán. Pasando Ciudad Judicial, después de una curva, entras a un tramo recto, verás un antiguo puente de fierro, debes seguir de frente, pocos minutos después, estarás llegando a Santa Ana Zegache. www.senderosoaxaca.com