Karla MARTÍNEZ DE AGUILAR
Fotografías: Manuel Jiménez
Desde que conozco a “La Teca”, como cariñosamente se conoce a la profesora Deyanira Esperanza Aquino Pineda, no solo su belleza física, sino su espíritu guerrero con sangre zapoteca, una mujer adelantada a su tiempo; me ha llevado a admirarle y quererle.
Este 4 de diciembre el Restaurante “La Teca” celebra su 30° Aniversario
La historia de Deyanira “La Teca” es producto de sacrificios y esfuerzos permanentes. Dejar su pueblo, San Francisco Ixhuatán, a temprana edad, para irse a la gran urbe, le imprimió la visión de trascendencia y encontró la manera de lograrlo en la cocina y las enseñanzas que su abuela y su madre le brindaron al compartirle recetas tradicionales. Este sueño no sería posible sin el apoyo y acompañamiento de sus hermanos y sobrinos que son su fuerza y motivación para seguir vigente y convertirse en un referente obligado en la cocina oaxaqueña y mexicana como cocinera tradicional. Grandes personalidades del mundo (empresarios, políticos, académicos, artistas y estrellas), se han deleitado con sus exquisitos platillos. Llevaría mucho tiempo nombrar la gran lista que conforman. Además, sin distinciones, el trato familiar de “La Teca” hace sentir como si visitaras a una tía en su hogar, con esa forma tan cariñosa que en especial tienen los istmeños al recibirte en su hogar.
La mejor manera de conocer un lugar es a través de su comida, sin duda, Deyanira “La Teca” se ha convertido en una embajadora innata de la riqueza cultural del Istmo de Tehuantepec, es inevitable imaginar en cada plática que hemos sostenido estar escuchando su son favorito “La Paulina”, interpretado por la talentosa Natalia Cruz y para complementar la atmósfera, degustando algunos -si no es que todos los platillos- que ofrece en su restaurante, ya que su generosidad es inmensa y una de las tantas formas de demostrar su cariño es en cada platillo que cocina con amor.
El sazón lo trae en las venas por parte de su abuela Na Paula Pin y su madre Na Chica Pineda, pero también reconoce el papel que doña María Luisa Musalem le legó de la cocina de su tierra, el Líbano.
Me recuerdo sumergida entre olores de comidas de aquella casa de palma que exprofeso, era la cocina de mi abuela. Muchos ingredientes que mi abuela Na Paula Pin experimentaba e incluía en las viejas recetas pasadas de boca en boca, me la apropié para poder darle mi sazón. Hoy son esos guisos los que hemos ido incorporando a nuestro menú. Por su parte, mi mamá tuvo sus interpretaciones de diferentes recetas como el guisado de calabaza que al día de hoy preservo, y cuando lo hemos comido con amigos, se sorprenden al descubrir ciertos ingredientes que no pensaban podían ser agregados. Siempre les respondo que es la receta de mi mamá y los miembros de la familia que conocieron la cocina de Na Chica Pineda, como la llamaban, saben de lo que hablo y asienten confirmándolo.
A doña María Luisa Musalem la recuerdo con gran amor porque me acogió y me enseñó -con cuidados de madre- los guisos de su tierra. Aunque no forman parte del menú de “La Teca”, sus guisos los preparo especialmente para mis entrañables amigos y para la larga descendencia de doña María Luisa. Es el regalo que entrego a los Musalem, porque ellos son uno de los pilares de lo que hoy soy.
¿Qué no puede faltar en la mesa de “La Teca”?
Primero los comensales. Porque la comida es un acto de amor para mí. Como ingrediente es el maíz, porque este grano hizo civilizaciones, es el ingrediente básico en los múltiples guisos que hago. Sin el maíz, decía el querido Francisco Toledo, no hay país.
Y el maíz se transforma en las tortillas que nunca deben faltar, que son nuestro cubierto, nuestra guarnición y comida. Es infaltable tenerlo.
30 años de sazón
Desde que subí la cortina del garaje de la casa, sigo recibiendo sonrisas y agradecimientos de las personas que me hacen el alto honor de visitarnos en el Restaurante “La Teca”. Eso, no te lo regalan los premios ni los reconocimientos. Recibir un gracias, es para mí, lo mejor que a una cocinera le puedes dejar.
Hago el recuento de estos 30 años y veo lo que hemos caminado y me da mucha alegría. Evito el autoelogio, pero es imposible no estar orgullosa de lo que hemos construido, es difícil no hacerlo. Gracias a la cocina he viajado llevando a Ixhuatán fuera de México, ya sea a Italia, Estados Unidos y otros países de Europa. Soy agradecida y sé de dónde vengo, no olvido mis orígenes ni mi condición económica de cuando partí de mi pueblo para construir mis sueños. Por ello, no me canso de hacer referencia al pueblo donde nací y que forma parte de mí. Don Andrés Henestrosa decía: mi pueblo es tan pequeño que cabe en la palma de la mano.
Este recorrido no ha sido fácil, pero hoy, haciendo una retrospectiva, la vida me recompensó al ponerme en contacto con las personas adecuadas y con las oportunidades que tomé para bien; hoy no dejaré de decirlo: ¡Gracias a la vida que me ha dado tanto!
Ixhuatán ha estado representado conmigo en distintos lugares. El cariño, solidaridad y entrega que he recibido, lo llevo gratamente guardado en mi corazón porque también vi que lo he recibido de quienes nunca me imaginé. Eso es algo que no se paga con bienes materiales y llevo esa experiencia de vida muy presente en mi corazón.
Solo anhelo mantenerme activa, siempre con ganas de emprender nuevas cosas, la edad no debe ser pretexto para tomar hamacas y enfermarse. La vida es un regalo y uno debe de regalarle a la vida lo mejor de nosotros.
La cocina es tu alma ¿cuál sería tu corazón y por qué?
La gente que me motiva a continuar, a ser mejor, los que me ayudan a dar mis mejores creaciones. Son el motor y por ello, creo mi corazón.
¿Cómo mantener los pies en la tierra cuando has recibido el reconocimiento a tu cocina y las figuras públicas a las que has servido?
Mi familia me mantiene en el centro. Son mis mejores críticos y siempre he profesado y les he enseñado a los míos que nada hagan por fama. Uno debe hacer las cosas por amor y por convicción.
Mi papá criticaba a la gente que se volvían soberbios. Y nos educó en la humildad de que no somos seres extraordinarios, simplemente tenemos un don que supimos explotar.
Sé que eres muy prudente y no compartes mucho acerca de quiénes te han visitado en 30 años ¿un comentario o anécdota que te haya marcado?
Cuando salí al patio a recibir a un grupo de comensales, recibí gratamente la sorpresa que era Luis Miguel con su anterior pareja Araceli Arámbula.
También, cuando tuve el honor de recibir al expresidente Andrés Manuel López Obrador y me solicitó grabar un video, juntos en mi mesa, él anunció que no cerraría la economía pese a la pandemia que se avecinaba, el estar al lado de quien llevaba las riendas y ser protagonista de un anuncio importantísimo, me halaga.
¿Quiénes forman parte de “La Teca”?
Mis hermanas Isaira Malvi y Francisca, son mis cómplices en esta travesía, las que apuntalan mi trabajo y que solidariamente me apoyan a no flaquear en el intento. Aprendo de ellas y creo que de mí se llevan algo también. Discutimos a veces por la forma de interpretar los guisos porque cada una de nosotras tuvimos aproximaciones distintas a cada receta, pero eso es lo rico de la cocina, la diversidad.
Mi hermano José Luis es un gran cocinero, él se especializó en mariscos y la verdad, sus recetas son la delicia de muchos de nosotros. Es muy solidario y muy buen hermano.
Obviamente, mis sobrinos, quienes me cobijan siempre.
En Ixhuatán está enterrado tu ombligo ¿qué significa para ti tu pueblo y su gente?
Mi pueblo es mi familia, ahí está mi origen, lo que soy y por lo que emigré un día. Sé que será quizá un autoelogio, pero creo que puedo regresar a bien morir a mi pueblo y decir: misión cumplida en todos mis sueños que llevaba en la maleta de mi vida.
¿Cuál quieres que sea tu legado?
Tengo pendiente la realización de mi libro que será el legado que les dejaré como una pequeña aportación de mi paso por esta tierra. Quiero dejar intactas las recetas que tengo en mi memoria y que aún permanecen así conmigo, a quienes quieran leerlas y hacer un guiso con mis recetas. Será una forma de mantenerme viva en el recuerdo porque estoy consciente que la vida es un breve instante, somos pasajeros de la vida. Pasamos a veces preocupándonos por acumular cosas, objetos y cuando nos vamos, nada de eso nos llevamos, por eso mi ocupación en dejar ese libro, que considero será mi mejor aportación a esta vida.
¿Cómo deseas que te recuerden?
Como cocinera. Como aquella niña a la que le fascinaban las flores y que camina orgullosa por la vida.
Te adelantaste al movimiento feminista al no decidir tener hijos ¿cómo fue tomar esta decisión?
Mi mamá me habló siempre y decía que ella respetaba de mi decisión, que era solo mía. Romper con esa cadena patriarcal y decidir sobre tu cuerpo, en mi época era estigma y castigo. Fui señalada por romperla, pero el tiempo me ha dado la razón.
Hoy, al decidir sobre mi cuerpo y sobre mi vida, ha hecho que yo sea una mujer libre como el viento y creativa. Las mujeres gozan hoy de cosas que en mi tiempo no tuvimos las de mi generación. Ojalá las valoren y las mantengan, porque no son cosas que siempre se tienen, de algún modo, hay el riesgo de que fuerzas conservadoras den un retroceso a lo ganado.
No tengo hijos, pero un ciento de sobrinos que acuden a mí para un consejo y de algún modo me he vuelto madre de todos ellos.
¿Volverías a elegir vivir tu vida nuevamente?
Sí, por supuesto. Solo corregir el que no puse mi restaurante antes, porque siempre había sido mi sueño.