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Penelope MARTINEZ*

SANTIAGO DE QUERÉTARO, QRO.- Últimamente, he estado probando algunas disciplinas como el Yoga Dance, la Terapia del Movimiento Natural y el Animal Flow. Todas tienen algo en común: nos invitan a mover el cuerpo de formas que no son tan habituales y ojo aquí, es interesante cómo estos movimientos eran súper naturales cuando éramos niños, pero con el tiempo dejamos de hacerlos. ¿Recuerdas cuando nos arrastrábamos por el suelo, veíamos la tele en posiciones locas, trepábamos por todas partes, hacíamos caídas espectaculares y bailábamos como locos con nuestras canciones favoritas y luego nos dicen que ya no debemos hacer esas cosas, que debemos ser “adultos”? Para las mujeres, es aún peor: nos enseñan a sentarnos derechitas y comportarnos “correctamente”, pero en todo ese proceso, ¿no crees que perdemos algo importante? Dejamos de explorar, de sentir plenamente, de vivir auténticamente.

Hace unos minutos, mientras estaba aquí siendo una “adulta responsable” frente a la computadora, sonó “Within” de Daft Punk (si puedes, te sugiero que la pongas ahora mismo), canción que hace que algo dentro de mí vibre intensamente, e influenciada por las prácticas que he estado explorando, me dejé llevar por el impulso y me levanté a bailar, sola en mi estudio, sin seguir reglas ni coreografías, simplemente dejando que mi cuerpo se moviera libremente. Continué con “Permanent Holiday” de Mike Love y al terminar, noté que estaba sudando, con el corazón acelerado y una sonrisa en el rostro. Bailar me hizo sentir increíblemente feliz y libre.

El sedentarismo no trae nada bueno a nuestra salud, de hecho, empeora el estrés que ya es alto por nuestro estilo de vida. Movernos durante unos minutos, es una manera súper sencilla de mejorar nuestra salud mental y calidad de vida. Desde las teorías de Darwin y James en el siglo XIX, se ha postulado que las señales que nuestro cuerpo envía al cerebro desencadenan emociones y sentimientos. Por ejemplo, se ha sugerido que la retroalimentación sensorial de movimientos faciales y posturales contribuyen significativamente a la experiencia emocional. Adoptar una postura erguida y abierta puede aumentar la sensación de felicidad y confianza, mientras que una postura encorvada puede intensificar sentimientos de tristeza o inseguridad. Incluso, la teoría del “embodiment emocional” sostiene que utilizamos información de nuestras caras y cuerpos para entender las emociones propias y ajenas.

En las últimas décadas, las neurociencias han hecho avances impresionantes en la comprensión del cerebro, sin embargo, aún hay una región llamada cerebelo, ubicada en la base del cráneo detrás del cerebro, que no hemos terminado de entender. Hasta hace poco, sólo sabíamos que desempeña un papel importante en el control del movimiento, pero investigaciones recientes sugieren que también regula comportamientos complejos, interacciones sociales, agresión, memoria de trabajo, aprendizaje y emociones. Por ejemplo, el control motor necesario para hablar incluye no sólo la producción de sonidos y el ajuste del tono, sino también la interpretación de señales sociales, demostrando la interconexión entre el movimiento y las funciones cognitivas y emocionales.

Cuando mueves tu cuerpo, se liberan endorfinas, las famosas hormonas de la felicidad, ya que te hacen sentir bien y eufórico. También, se reducen los niveles de cortisol -la hormona del estrés- y aumenta la producción de serotonina y dopamina, mejorando tu estado de ánimo y reduciendo la ansiedad y depresión. Varios estudios han demostrado que moverse con regularidad puede ser tan efectivo como la medicación para tratar la depresión de leve a moderada así como que ayuda a reducir los síntomas de ansiedad. En adolescentes, el ejercicio está relacionado con menos problemas emocionales.

Además, la actividad física estimula la formación de nuevas neuronas en el hipocampo, una parte del cerebro crucial para la regulación emocional y la memoria, y mejora la plasticidad sináptica, facilitando el aprendizaje y la adaptación. El ejercicio aeróbico, como correr o andar en bicicleta, no sólo mejora la salud cardiovascular, sino que también despeja la mente y mejora el estado de ánimo. Levantar pesas y hacer ejercicios de resistencia, fortalecen tus músculos, mejoran tu autoimagen y aumentan tu autoestima. Yoga y pilates, por otro lado, combinan el ejercicio con la respiración y la meditación, promoviendo así la relajación y el equilibrio emocional.

Bailar es una forma súper divertida de ejercitarse que involucra mucha coordinación y te permite expresar tus emociones y conectar socialmente. Algunos estudios han demostrado que bailar puede mejorar tu estado de ánimo y reducir los síntomas de la depresión. Y, por supuesto, ¡no olvidemos los paseos en la naturaleza!: caminar al aire libre puede reducir la ansiedad y mejorar tu bienestar general, permitiéndote desconectar del estrés diario y disfrutar del entorno natural.

Como ves, es fácil integrar el movimiento en nuestra vida cotidiana. Encuentra actividades que disfrutes para facilitar la formación de un hábito; varía las actividades para mantener la motivación y evitar el aburrimiento; invita a un amigo a acompañarte porque hacer ejercicio en grupo hace que la actividad sea más agradable y divertida, fomentando un sentido de comunidad. Practicar la gratitud y la atención plena durante el ejercicio potencia los beneficios físicos y emocionales; puedes integrar técnicas de mindfulness y así, profundizar la conexión mente-cuerpo, convirtiendo una simple sesión de ejercicio en una experiencia mucho más enriquecedora. También puedes incorporar movimiento en tus actividades diarias como usar las escaleras en lugar del elevador y caminar en lugar de conducir, obteniendo beneficios significativos sin gran esfuerzo.

Debemos tener siempre presente la importancia de movernos. Créeme, ¡vale la pena!, incluso cuando no tengas ganas, haz el esfuerzo. Levántate, corre, baila, camina o simplemente, estírate al despertar; no necesitas una razón ni una rutina estricta, deja que tu cuerpo se exprese y fluya. Recuerda empezar con pequeños cambios y establecer metas realistas.

Cada pequeño movimiento cuenta y, al final, es la suma de estos momentos los que enriquece nuestra vida, mejora nuestro bienestar y nos llena de alegría. Sal y disfruta de tu cuerpo, porque en cada paso, en cada giro, encontrarás una fuente inagotable de energía y felicidad. ¡La vida es un baile y tú decides los pasos!

 

*Bióloga egresada de la Facultad de Ciencias de la UNAM con maestría en Neurobiología y candidata a doctor en Ciencias Biomédicas. Por muchos años ha sido profesora y ha colaborado en diversos programas de divulgación científica. Sociedad de Científicos Anónimos Querétaro

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