EL día 4 de mayo se ha hecho la entrega del retrato hecho por el pintor Jose Montes artista afincado en Barcelona del celebre botánico mexicano Mariano Mociño al Real Círculo Artístico de Barcelona donde su presidente Josep Félix se comprometió a salvaguardar este retrato en este reconocido recinto de Barcelona en reconocimiento por la contribución a la ciencia botánica y medicina. Como se dio una conferencia por parte del escritor Albert Torras sobre la vida y obra del notable científico mexicano olvidado por la historia en México.
Mucho se ha escrito acerca de lo que significa ser mexicano. Figuras tan destacadas como Octavio Paz han elaborado profundas reflexiones sobre este asunto, el cual, hasta donde yo entiendo, sigue siendo un problema no resuelto.
Es justo reconocer como mexicanos a personajes como Sor Juana Inés de la Cruz, Juan Ruiz de Alarcón y José Joaquín Fernández de Lizardi.Pues aunque fueron súbditos de la Corona Española y murieron antes de que México fuera una nación independiente, contribuyeron a dar forma a nuestra identidad nacional. Sin embargo, los científicos novohispanos no han merecido la misma suerte.Sin embargo, aunque los científicos novohispanos fueron muy pocos y no fueron capaces de crear una tradición científica nacional que perdurara hasta nuestros días, no merecen (en mi opinión) el olvido en el que los tenemos. José Antonio de Alzate y Carlos de Sigüenza y Góngora, por citar sólo un par.
El Biólogo Mariano Moziño nació de padres españoles en el pueblo de Temascaltepec, en 1757. En 1774 ingresó al Seminario Tridentino en la ciudad de México. Se recibió en teología escolástica y ética a la edad de veinte años, y se casó con doña Rita Rivera y Melo Montaño en 1778. Posteriormente se mudó a Oaxaca por 7 años para enseñar en el seminario local. Inconforme con la atmósfera provinciana, regresó a la ciudad de México para concluir sus estudios de medicina en la Real Universidad Pontificia; simultáneamente estudió matemáticas en la Real Academia de San Carlos. Moziño sobresalió en todos los campos. Obtuvo el grado de Doctor en Medicina en 1787, y después ingresó al Real Jardín Botánico, donde fue el mejor estudiante. Junto con su compañero José Maldonado, recolectó y nombró cientos de especies de plantas para Martín Sessé, director de la Real Expedición Botánica a Nueva España. Él, Maldonado y el artista Atanasio Echeverría fueron seleccionados para unirse a la expedición del capitán Bodega y Cuadra, que llegó al estrecho de Nutka el 29 de abril de 1792.Formalmente entrenado en medicina, teología y botánica, José Mariano Moziño Suarez de Figueroa también escribió sobre cuestiones médicas y filosóficas. Junto con su mentor, Martín Sessé, escribió los libros Flora Mexicana y Plantae Novae Hispaniae, ambos publicadas por la Sociedad Mexicana en conclusión uno de los grandes científicos novohispanos del siglo XVIII. Junto a Martín de Sessé fue el coordinador de la Real Expedición Botánica de la Nueva España entre 1787 y 1803 en la que se generaron casi mil géneros nuevos y más de 1300 especies del continente, lo que constituye una de las hazañas científicas más importantes del siglo XVIII.
Después de ello, fue comisionado para dirigir el Real Jardín Botánico de Madrid, fue uno de los fundadores de la institución originaria de la Real Academia de Medicina, y en Barcelona se acredita su pertenencia y relación con la Sociedad Barcelonesa Patriótica, embrión de la actual Sociedad Econòmica d’Amics del País.
Enfermo en 1820, murió en Barcelona, y la falta de recursos provocó, según ha desvelado Albert Torras, presidente del Seminario de Cultura Mexicana – corresponsalía Barcelona, una misa de exequias en la iglesia de San Jaime, y su inhumación en la fosa común del cementerio del Poblenou, donde reposa sin una mención. Según Torras, “cada vez que realizamos una visita al cementerio recordamos la figura de Mociño que, pese a ser uno de los científicos más importantes de la historia de México, no tiene una triste lápida o recordatorio que señale que descansa ahí”.
Las más de mil láminas ilustradas y originales de plantas y animales que tenía Mociño a su muerte quedaron en manos de su médico, cuya família, los Torner, los conservaron en dieciocho tomos encuadernados en piel en su casa de Barcelona hasta 1980, cuando fueron vendidas a una importante institución americana.