RAZÓN, TESÓN Y CORAZÓN

Por Alejandro Ruíz Robles

“LA PAZ DE CADA DÍA”

EL FIN.

Hay una constante en este Universo y es la que consiste en que todo lo que comienza tiene que concluir, aunque es posible que a veces, ese final puede presentar un nuevo comienzo, en términos generales, no hay nada después de éste.

Si hoy como ejercicio preguntáramos a la gente que encontramos a nuestro alrededor como imaginan su final, sin duda que la mayoría respondería en su cama y como resultado de la vejez.

Al abundar en las circunstancias, quizás nos dirían que fuera en presencia de sus seres queridos, con su conciencia tranquila y sin deber nada a nadie.

No obstante, la palabra que más escucharíamos en estos diálogos sería “paz” y si bien, ésta pudiera ser explicada de diversas maneras, lo cierto es que todas ellas nos referirían a un estado de equilibrio y estabilidad integral, ajena a cualquier acción derivada de inquietudes o violencia.

En pocas palabras, bastaría recordar la frase del poema “En Paz” de Amado Nervo: Vida nada me debes, vida estamos en paz.”

Y a pesar de que veamos la paz como la estancia deseada por el alma y el cuerpo, en nuestras manos está el hacerla un hábito de vida. No hay razón para esperar hasta su final.

Ante esta reflexión, podrías cuestionar la imagen del espejo con: ¿soy una persona de paz?

DEL DICHO AL HECHO.

Vegecio señalaba en la antigua Roma que: Si vis pacem, para bellum” (Si quieres la paz, prepárate para la guerra) y desafortunadamente, tal pareciera que tiene razón, toda vez que, usualmente, como sociedad estamos más acostumbrados a la violencia y ya la hemos hecho parte de nuestra cotidianeidad.

Bajo esa premisa, resultaría que la paz sólo es cuestión de momentos específicos y se consume con la bondad que nos presenta la temporada navideña.

Pensemos por un minuto nuestra rutina diaria y de su simple análisis destacaremos más los momentos de agitación, confrontación y problemas que los de armonía y relajación; de hecho, tal pareciera que en nuestro día sólo destacamos lo que nos rompe el equilibrio y la estabilidad y no en sí, nuestra tranquilidad.

Ante ello, realmente parecería que, si bien no es la guerra, cada vez más nos acostumbramos a las circunstancias que irrumpen nuestra serenidad y, lastimosamente, podría decirse que hasta las preferimos. De hecho, se podría considerar que éstos son los momentos que marcan nuestros días.

De volver a mirar al espejo … ¿aún resultaría el reflejo de una persona de paz?

STRESS EXPRESS.

Si te das cuenta, una vez que concluimos nuestras actividades, el ánimo y su ritmo acelerado lo llevamos con nosotros a todos los lugares y desafortunadamente, con mucha frecuencia rompe la armonía del lugar.

Tan sólo pensemos lo incómodo que puede llegar a ser nuestra actitud al llegar a casa para quienes ahí se encuentren; ellos, presumiblemente estarán a un ritmo homogéneo y nosotros en otra frecuencia. Desde luego va a implicar una colaboración de todos para encontrar el ritmo propicio para la adecuada conveniencia, pero … ¿y si no es así?

De tan sólo pensarlo, llegaríamos a considerar que puede producirse una incomodidad que aleje cuando menos al que llega si no es que a todos. Si a eso, consideramos que puede ser que más de uno sea el que se incorpore a casa y suceda lo mismo, estaremos presumiblemente ante un diálogo común roto y con ello, las inquietudes a flor de piel.

Desde luego que una actitud positiva puede disminuir por mucho las consecuencias negativas a las que antes nos referimos, pero, sólo por un momento, detengámonos a pensar que esto es el resultado de un día, si imaginamos sus consecuencias durante los 365 días del año cuando menos, estaremos ante una situación caótica, que puede derivar no sólo en fricciones internas, sino que éstas se lleven a todos los ámbitos de relación que se tengan.

Ni hablar del efecto exponencial que se calcule de multiplicar los núcleos familiares entre los seres existentes, seguramente encontraríamos un mundo de gran agitación y confrontación, en donde los placeres individuales por mucho estarían más allá del bien colectivo.

Y atendiendo a ello, regresaríamos a que todo empieza por una persona … en tu caso, … ¿qué haces para generar sonrisas y no muecas a los demás?

… ¡Y ESTO ES TODOS LOS DÍAS!

Cada día a cada momento tenemos opciones para vivir la vida que deseamos y desde luego, construir en función de la persona que queremos ser, deseando obviamente, que todos fuéramos la mejor versión para nosotros y las personas que amamos.

En ese supuesto, algo que sin duda mina nuestras opciones para ello, es sin duda alguna el estrés que nos provocan los problemas, mínimo los cotidianos, y desde luego, el lidiar con personas con diversos ánimos generados por sus propias desavenencias.

Este panorama nada halagüeño seguramente podría ser indicativo de mayores dificultades para todos; no obstante, resulta que no todos muestran su negatividad a ello. De hecho, hay personas que, a pesar de cualquier circunstancia adversa, siempre muestran lo mejor de sí. Con lo anterior, resulta válido cuestionarse la razón y al hacerlo extensivo a ellos, muchos argumentan que no pueden extraerse de este mundo de acelere, pero si son responsables de su ánimo ante sí y frente a los demás y, sobre todo, de darle su dimensión, espacio y tiempo a cada cosa.

Es decir, los problemas siempre existirán y seguro estamos ahí para ser atrapados por ellos, pero es una actitud de vida permanecer liberados y en parsimonia a pesar de sus adversidades.

Y esto que se lee simple, debiera ser aplicado por todos, empezando por el hecho de cada uno de nosotros lo intentará. En tu caso … ¿lo logras?

LA GRANDEZA LLAMA.

Si bien, alguna vez mencionó George Carlin que “todos sonreímos en el mismo idioma”¿por qué no tomar esta actitud cómo principio para entablar, mantener y consolidar nuestras relaciones humanas?

Ya hemos visto lo que pasa cuando llevamos un ánimo negativo y su efecto multiplicador, ahora imagina lo que pasará si llevamos una sonrisa a todos los lugares y actuamos en consecuencia, irradiando alegría, bondad, confianza y respeto.

Seguramente los destinatarios de esa sonrisa se sentirían bien y también responderían con una sonrisa impulsiva, distrayendo a todos de sus trivialidades, y creando un ambiente propositivo para encontrar acuerdos.

Esto es algo que no debemos olvidar cada uno de nosotros … “somos más grandes que nuestros problemas, pese a la dimensión que tengan o les asignemos”.

El hecho de que haya ciudadanos de algunos países que no tengan por costumbre sonreír no significa que no entiendan su significado ni lo que ello transmite; no obstante, estos son la excepción y no la regla, como consecuencia, no hay lugar para limitar esa expresión.

Retomando las palabras del maestro Octavio Paz, éste alguna vez señaló que “Vivir bien exige morir bien”.

En ese supuesto, el hecho de “Vivir bien” implica sonreír a la vida y encontrar en ella los propósitos necesarios para hacerla bonita, bien; en consecuencia, empecemos a edificar nuestra vida en forma positiva, misma que nos permita ser la mejor versión de cada uno de nosotros, en el entendido que, sonreír no significa que estemos ajenos a los problemas sino por el contrario, hemos aprendido a vivir con ellos y darles el valor que significa.

No podemos alejar las ansiedades ni las preocupaciones de nuestra rutina; sin embargo, si podemos darles su justa dimensión y como consecuencia de ello, hacer de la paz el cimiento más importante de cada día.

Es probable que haya tiempos de guerra en que las decisiones difíciles tengan que tomarse, pero recordemos que la decisión más importante que tenemos es ser feliz y ello implica, entre otras muchas cosas, no sólo tranquilidad y equilibrio, sino también paz y la paz debiera ser una constante entre nosotros.

Después de lo que hemos señalado, concluyes con la mayor seguridad y certeza que … ¿ERES UNA PERSONA DE PAZ?

Facebook: @RuizRoblesCP22

Twitter: @22Publica

Linkedin: Correduría Pública 22

Posdata:      Agradezco al Comité Internacional Bandera de La Paz de la Organización de las Naciones Unidas haberme considerado como testigo en esta celebración de PAX.

Compartir