RAZÓN, TESÓN Y CORAZÓN
“¡LA COMPLICIDAD EN LA VIDA!”
“La alegría compartida hace al amigo.” (Friedrich Nietzche)
ANDANTE, ANDANTE
Me encanta mirar la vida como una aventura en la cual pasamos momentos agradables, complicados y demás peripecias hasta llegar al final deseado.
Para muchos el camino puede ser de subidas y bajadas, para otros sólo de unas u otras; sin embargo, me agrada tener la actitud para que desde mi despertar sean los detalles inesperados que se presentan los que den sabor a la jornada.
La suma de situaciones difíciles a superar y las fáciles para compensar los esfuerzos, logran que sea sumamente disfrutable el andar de cada día.
Desde luego, el viaje siempre será más agradable si hay personas en nuestro entorno con quien compartir y eso le da un sabor aún más especial a cada paso que damos. Realmente no podría concebir la vida si todo lo que hiciéramos fuera en soledad o sin generar vínculos afectivos con quienes nos dispensan con su atención o tiempo; aunque si son las dos resulta por demás genial.
Ya sea por unos instantes diminutos o temporadas largas, estar con personas que alientan nuestro corazón, desafían nuestra razón y condimentan nuestro andar es un lujo que se agradece, más si con ellos logramos ser nosotros mismos.
Alguna vez escuché que la tranquilidad es la exigencia de cualquier persona y encontrarla compartida hace que trascendamos en presencia y aún en ausencia, a través de la esencia de quienes somos.
En fin, si vemos que nuestro camino presenta varias estaciones, rectas, curvas y demás situaciones que nos mantienen ocupados y con los cinco sentidos aplicados; si bien, no hay tiempo para distracciones, también podemos hacer pausas para analizar los pasos a seguir y reflexionar en el valor de cada etapa, lo cierto es que a cada momento corroboramos que … ¡Vivir a plenitud es hermoso!
COMPAÑEROS
Cuando tengo oportunidad de recordar a las personas que me han acompañado en algún trayecto de mi vida; se me ilumina el rostro al pensar en situaciones satisfactorias para mí y para quienes ahí han estado.
Seguro es que no hay el acompañante perfecto o el socio esperado; por el contrario, parte de lo agradable es que, sin pretenderlo, ellos rompen con nuestras expectativas.
Es válido imaginarle atributos al colega que será partícipe de alguno o varios instantes, tales como su paciencia, compatibilidad, destreza y armonía con nuestra presencia; sin embargo, nos damos cuenta de que esto usualmente es distinto, toda vez que los defectos y las virtudes que muestran ante las circunstancias, pueden distar mucho de las que les atribuíamos.
¿Cuántas veces suponemos conductas o aptitudes que van más allá de las realidades de quien está a nuestro lado? o, por el contrario, no consideramos talentos cuando éstos están presentes en los momentos que así se requieren y nos dan motivos para sorprendernos y enorgullecernos de ellos.
Es cierto que suponer no es lo adecuado, en virtud de que las personas tienen vida propia ajena a nuestra voluntad; no obstante, es una condición humana procurar un accionar por nosotros estimado que complemente nuestro pensar o sentir.
Desde pequeño me dijeron que la decepción no es provocada por los demás, sino que es una expectativa generada por nosotros que le asignamos a quien no está bajo nuestro mando y tampoco está sometido a nuestra voluntad; como consecuencia de ello, es enteramente nuestra responsabilidad y como tal, en nosotros está el no crearla.
Atendiendo a ello, el hecho de estar con alguien más es una bocanada de aire fresco que nos inspira a compartir eventos sumamente diversos y cuando menos, parcialmente imprevistos; razón por la cual, debemos estar dispuestos a aceptar el elemento sorpresa como una variable constante en nuestro destino.
¡Qué aburrido sería tener un manual que describiera paso a paso nuestra vida!
Muchos coincidimos en nuestras charlas y por nuestras vivencias es que lo único esperado que presenta nuestro camino, es lo inesperado que nos obsequia a cada paso que andamos.
En tu caso … ¿te has habituado a esperar lo inesperado?
EL PERFIL QUE OFERTO
Hablar de otros a veces es más fácil que hablar de sí mismo, toda vez que únicamente analizamos lo que vemos o apreciamos, dando a veces intervención a nuestra imaginación para completar tal proceso.
Cuando nos preguntan que ofrecemos para las personas que llegan a nuestra vereda a compartir, usualmente nos avocamos a señalar múltiples atributos y minimizamos los defectos; de hecho, usualmente conforme nos escuchamos, nos entusiasmamos más de lo que somos que de quienes conoceremos.
Es válido que con orgullo hablemos de nuestras virtudes; sin embargo, la mejor forma de calificar nuestra compañía es mirar a las personas que tenemos a nuestro lado.
En este contexto, resulta importante destacar la expresión “quien con lobos anda, a aullar se enseña”, con la cual tenemos una referencia perfecta de lo que somos a través de ellos; basta destacar su sentido literal, si nos acompañan malas personas, es lógico entender que tenemos algo de ellos en nuestro ser.
Me llama la atención cuando los padres describen en la educación elemental a los hijos y, salvo excepciones, parecería que se tratan de otros niños, ya que se exceden en virtudes y bondades que pareciera que su pequeño es perfecto y estudia a expensas del resto de un grupo mal portado. Al final, nos percatamos que todos son normales y no hay lugar para extremos; sin embargo, la poca objetividad de quien los califica, los lleva a la ceguera. De mantenerse esto, seguramente al crecer no tendrá el apoyo suficiente en casa para tratar los problemas que afronte y, por el contrario, será un desconocido en su núcleo familiar e incluso para sí mismo.
Ante estas situaciones, realmente cuestiono la objetividad que nosotros podemos llegar a tener al momento de citar nuestras cualidades y yerros; toda vez que, por más que queramos sólo veremos una cara de la situación y, por vanidad quizás, sólo escucharemos las opiniones de quienes consideremos cercanos a nuestro dicho y tomaremos en cuenta lo que nos resulte agraciado.
Dentro de los consejos que valoro, recuerdo algunos que me decían que si quería conocerme mirara el resultado de mis acciones más que los dones y las habilidades que me atribuyera; es decir, que pensara cuantas sonrisas he provocado, cuantas almas he alimentado con mis actos y palabras, las personas que he apoyado para levantarse y los daños que he provocado. Una vez que analizara ello, el resultado de todo me indicaría que tipo de persona soy y cuales son los aspectos que requiero cambiar o fortalecer.
Si de aportar se trata, alguna vez te has preguntado … ¿qué persona encuentras al mirarte al espejo?
EL CAMBIO FACTIBLE
Si no estás de acuerdo con quien eres o lo que aportas en tus relaciones, es válido que te atrevas a cambiar para sentirte mejor o para cumplir tus expectativas.
Los expertos señalan que hablar de cambio durante la madurez atiende a 5 factores: la extroversión, la apertura a experimentar, la estabilidad emocional, la amabilidad y la meticulosidad. Todos éstos pueden alterarse en unos meses dependiendo de que la persona quiera vivirlos.
Ser el compañero, socio o cómplice que disfrute la aventura de la vida con alguien y que se comprometa a superar en conjunto los obstáculos, desde luego que cuesta; sin embargo, la satisfacción de los logros es parte del equipaje con el que cargaremos emocionalmente el alma para las siguientes etapas.
Desde luego, no siempre tendremos la posibilidad de compartir con los mismos; no obstante, lo que, si podemos hacer en todo momento, es ser nuestra mejor versión de persona para nosotros y para quien está a nuestro lado.
Recuerdo una frase que señala “nadie es superior o inferior a los demás, sencillamente cada persona es única y eso la hace especial”; atendiendo a ello, seamos tan especiales que la gente valore estar con nosotros y realmente, nos vea como una oportunidad de hacer momentos inolvidables.
Siempre he considerado que, si la vida es dinámica, no tenemos que ser iguales en todas las etapas, es válido reinventarnos para adaptarnos, en el entendido que nuestros valores no deben cambiar.
Nuestra ética ni el resto de nuestros principios no dependen de las circunstancias; en virtud de ello, éstos permanecen como ejes firmes, en lo que nos podemos adaptar será en nuestras acciones con el propósito de lograr una mayor eficacia y eficiencia.
Hay miles de formas de compartir y nosotros tendremos la opción para hacerlo de la manera adecuada con el propósito de crear momentos únicos para nosotros y para quienes están a nuestro lado, no perdamos la oportunidad de ser inolvidables para el corazón y esenciales para iluminar el alma … ¡SEAMOS SERES DE COLORES, PLENITUD Y ABUNDANCIA!
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