- Por Alejandro Ruíz Robles.
“… ¡LOS DEMÁS!”
LA IMAGEN.
Para todos es sumamente importante que la opinión que tienen de nosotros las personas a nuestro alrededor sea favorable; en el entendido que para ello tendremos que hacer actos que así lo propicien.
Por simple congruencia resultaría que al actuar bien y acorde con los principios y valores sociales, la gente sería receptora de manera directa o indirecta de nuestras acciones y, por ende, al cuestionarles sobre nosotros, debieran comentar de nosotros en forma positiva.
Es lógico pensar que quienes son más próximos a nosotros, tendrían mayor conocimiento de nuestra conducta, actitud, forma de ser y demás características que conforman nuestro desenvolvimiento y, como reciprocidad, debiéramos tener lo propio de ellos, en mayor o menor medida.
Como resultado de la interacción, ellos como nosotros conocemos el valor del vínculo y reconocemos los méritos que se muestran como personas y profesionales.
Pretender que alguien sea agradecido cuando no muestra gratitud por nada ni nadie, o bien, que se conduzca con ética sin que haya exhibido en su vida vestigios de rectitud o una conducta intachable, está por demás.
Sabemos que nadie da lo que no tiene, por tal motivo, está de más esperar lo inesperado y como consecuencia, no hay lugar para vivir en el error.
Las sorpresas se dan cuando éstas no se han presentado en forma continua en lo cotidiano; pretender una conducta distinta a la rutina de una persona, es por demás una falsa expectativa.
En tu vida, … ¿eres claro en tu actuar?, ¿te decepcionas de las personas con facilidad?
TAN DULCE QUE EMPALAGA.
Es común que por regla general y quizás por quedar bien, siempre que nos preguntan algo de un tercero, decimos cosas agradables que quienes nos preguntan quieren oír y con eso nos libramos de dar nuestra opinión. Obviamente, al hablar bien de otros, resulta que también nosotros lo somos.
Sea por mera convivencia, “deporte” o simplemente una práctica para evitar conflictos cotidianos, se ha vuelto común que nadie hable con la verdad y sólo tengan elogios merecidos y tal pareciera que cada vez más inmerecidos para referirse a terceros, desde luego, todo seguido con una sonrisa amable.
La constante de este hábito con el tiempo se hace una suma de falsedades que sólo nos llevan a una existencia vana, errónea y fantasiosa.
Muchos justifican que decir lo que los demás quieren escuchar, resulta en un ambiente agradable, positivo, de buenas personas y, en pocas palabras, pareciera que viviéramos en un mundo de caramelo.
Ante ello, surge un gran cuestionamiento … ¿por qué si todos somos buenos, tenemos las primeras planas de los periódicos describiendo un mundo caótico?
AL MIRARME.
Si es una práctica habitual el elogio como una forma de socializar, pensemos qué tanto nos puede servir la opinión de terceros sobre nuestro actuar.
¿Cuál es la razón de preocuparnos por lo que nos diga la gente en persona o bien, con terceros que saben que nos aprecian si nunca va a ser sincera o real?
Hay una expresión que señala “si no tienes nada bueno que decir, no digas nada” y así debería ser la constante, a menos que debamos emitir realmente nuestra opinión; sin embargo, tal pareciera que actualmente, todos debemos decir algo bueno de alguien, sea o no veraz, con tal de no quedarnos callados y caer bien a todos o cuando menos, ser aceptado por el resto.
Ante ese supuesto, debemos realmente cuestionarnos como actuar ante ese tipo de personas y su trato afectuoso … y la respuesta es, omitiendo tomarlos en cuenta.
Si algo debemos procurar es tener la madurez suficiente para formar nuestro criterio y entender la verdadera dimensión de las palabras y conductas; no pretender validar todo sin conocer a quienes se expresan con únicamente elogios.
En charlas con amigos, la mayoría me indican que prefieren omitir sus comentarios a hablar con la verdad, máxime si son cosas que implican negocios o trabajo. Y tras el diálogo correspondiente, siempre concluimos en lo mismo, este mundo no está preparado para la verdad pues se teme enfrentar a la realidad.
NI HABLAR.
Mención aparte merecen las personas que hablan por hablar, sin vestigios de conocimiento ni pretensión de veracidad, de aquellos que versan su decir en un chisme y su inventiva se refleja en nutrir sus carencias de atención.
Es decir, pretenden hablar con veracidad asumiendo que su dicho sea real y ni siquiera tienen interés en corroborarlo en forma alguna.
Para quienes asumen que el mundo gira en torno a sus expresiones o palabras, la idoneidad de la verdad está desterrada de su vida.
Ante ellos, está de más pretender darles un valor distinto al de su persona, ya que la ficción de su vida no es acorde con la realidad que vivimos; es decir, simplemente tratarlos con el respeto que merecen.
Es común que, en los programas de espectáculos, todos hablen de todos los temas tengan o no conocimiento de cada circunstancia, hecho o dato; ni hablar de los políticos que pasan a tenerse por seres iluminados y, por ende, la virtud y la verdad son su “distintivo”.
No convirtamos nuestra vida en escándalos y menos en una farándula, simplemente estemos atentos a encontrar personas que nos nutran con sus comentarios y con ellos, permitamos ser mejores versiones de nosotros mismos.
Nada de bueno nos deja darles valor a las palabras que expresan personas que carecen de éste; por el contrario, mientras más rápido aprendamos a distinguirlos, les restaremos importancia.
Hasta ahora, … ¿qué tanto te afectan los comentarios infundados sobre ti?
LA NETA DEL PLANETA.
En nuestra vida conoceremos muchas personas, obviamente, entre más populares seamos serán cientos, miles o millones y desde luego, si los juntáramos podrías hablar de auditorios, estadios o Estados.
En este número que es abrumador, nos damos cuenta de que es una mera referencia aritmética ya que, las personas que realmente nos importan pueden reducirse a unos cuantos, y ellos no llenarán más de una habitación o bien, una casa.
En ese tenor, también entenderemos que es limitado el número de personas que nos conocen y como consecuencia de ello y atendiendo a sus características personales, la opinión y comentarios que tengan de nosotros siempre serán atendidos y dada nuestra madurez, tendrán la retroalimentación adecuada y sumarán en la medida que correspondan.
En nosotros estará dar la bienvenida a todas aquellas personas que quieran venir a sumarse, pero en ellas estará quedarse y en ambos estará conservar un sitio importante durante el resto de nuestra vida.
Nadie tiene certeza de que estará presente en este planeta para el siguiente minuto; sin embargo, sí estamos conscientes de que será trascendente el trato que demos y recibamos de aquellos seres que consideramos especiales.
Si hoy hicieras un corte de caja respecto de los seres de luz que han llegado a tu vida … ¿tendrías un balance positivo?
NUESTRA META.
Sabemos que no hemos venido a estar solos en este mundo y que sólo en comunidad alcanzaremos nuestra mejor versión de nosotros mismos, razón por la cual, entendamos en que la mentira no es la base para una sana convivencia y que su probable armonía dependerá hasta el tiempo que la verdad asome.
Por el contrario, la verdad no está hecha para endulzar a nadie sino para mostrarnos las cosas como son en su justa dimensión, vivamos por ella.
No confundamos la sensibilidad para expresar la verdad con la distorsión de las palabras que sólo encierren falsedad. Comprendamos que todos podemos soportar la verdad, a menos que sea tanto el encanto de la mentira que nos hagan ser distintos a quienes realmente somos.
No tenemos derecho a mentir ni mucho menos hacer que otros vivan de la ficción de nuestras palabras.
Si nacemos desnudos sin tapar nuestro cuerpo y con el tiempo lo cubrimos por convencionalismos, entendamos que también nacemos honestos y no hay justificación para disfrazar la verdad.
Como seres de valores, desterremos la falsedad y tengamos la madurez necesaria para atender a quien nos correspondan con la verdad, mostrando nuestra entereza y fortaleza para aceptarla.
No somos perfectos, pero si podemos ser perfectibles y en nosotros está ser mejores versiones de nosotros a pesar de las circunstancias … ¿ESTÁS DISPUESTO A SER VERAZ A PESAR DEL ENCANTO DE LA MENTIRA?
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