Compartir

¿QUIÉN ES DUEÑO DE LA MEMORIA COLECTIVA?

Un análisis cultural a partir de un meme

Por Mariana Navarro | Especialista en comunicación, cultura y medios digitales
Publicación para Revista Mujeres Shaique

Una escena simple puede encender una pregunta compleja.
En la película Coco, de Pixar, se afirma con fuerza que la verdadera muerte ocurre cuando dejamos de ser recordados.
Ese dilema —la tensión entre recordar, conservar y controlar un legado— reapareció esta semana en redes sociales, no en forma de debate académico, sino disfrazado de meme.

Un personaje de Plaza Sésamo sostiene dos números “8” con entusiasmo. El texto es breve:
“Nadie:
Florinda Meza:”
Y sin necesidad de más palabras, el meme activa una carga simbólica que remite directamente al universo del Chavo del 8 y a su eterna disputa por los derechos del recuerdo.

DE LA RISA AL CONTROL DEL RELATO

Florinda Meza, viuda de Roberto Gómez Bolaños, ha sido durante años una figura polémica en torno al legado del Chavo del 8.
Algunos la ven como una guardiana legítima de la obra; otros como una figura obsesiva que busca monopolizar algo que ya no le pertenece del todo: el cariño colectivo.

El meme la parodia con ingenio. No acusa, no insulta, pero insinúa: que su discurso se ha vuelto repetitivo, que el número 8 ha sido invocado más de la cuenta.
En otras palabras: el meme no se burla del personaje, sino del poder que una sola persona pretende ejercer sobre una creación que millones de personas han hecho suya.

¿ES POSIBLE SER DUEÑOS DE LA NOSTALGIA?

La cuestión va más allá de Florinda Meza. Nos coloca frente a un debate de fondo:
¿Quién tiene derecho sobre los íconos culturales que marcaron una época?

En México, la legislación de derechos de autor ha sido históricamente deficiente en resolver los conflictos entre propiedad intelectual y legado cultural.
El Chavo del 8 no es solo un producto televisivo: es una construcción simbólica nacional y continental. Es un archivo emocional.
Cuando alguien intenta restringir su uso, limitar sus reinterpretaciones o impedir su libre circulación, el problema ya no es legal: es ético y cultural.

EL RIESGO: PERDER LO COLECTIVO EN NOMBRE DE LO PERSONAL

El fenómeno del meme es apenas la superficie de un proceso más profundo: el intento —consciente o no— de apropiarse de la nostalgia pública.
En un país como México, donde gran parte del patrimonio cultural ha sido saqueado, invisibilizado o privatizado, seguir permitiendo que lo simbólico quede en manos de pocos es un riesgo real.

Hoy más que nunca, necesitamos discutir cómo proteger aquello que nos pertenece como sociedad: desde los murales de nuestros pueblos hasta los personajes que nos enseñaron a reír.

HACIA UNA MEMORIA COMPARTIDA, NO CONTROLADA

La solución no está en eliminar los derechos individuales, sino en pensar en modelos de gestión cultural más abiertos y comunitarios.
¿Qué pasaría si los personajes del Chavo del 8 fueran gestionados como patrimonio cultural vivo?
¿Y si se permitiera su difusión libre bajo ciertas licencias, reconociendo su impacto educativo y cultural?

El meme del “doble ocho” no es solo una broma viral.
Es una llamada de atención: la memoria no se hereda como una propiedad.
Se cuida, se comparte y se honra.
Y eso implica renunciar a controlarlo todo.

🖊 Mariana Navarro
Especialista en comunicación, cultura y medios digitales

Compartir