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DETRÁS DE LA NOTICIA

Alfredo MARTÍNEZ DE AGUILAR

Prostituye Simulación y Manipuleo Clientelar el Espíritu de la Democracia Directa              en la Revocación de Mandato como Mecanismo de Participación Ciudadana Libre

  • Hoy, a las 14 horas en el noticiario de Jaime Velásquez “Enlace Oaxaca”, que se transmite a través de la frecuencia 100.1 FM (XHOQ), participaré con Rosy Ramales y Juan Pérez Audelo en la Mesa de Análisis sobre la Revocación de Mandato del Gobernador Salomón Jara Cruz.

  • En el clientelismo los líderes políticos populistas ofrecen beneficios a cambio de lealtades electorales. Y en la revocación de mandato, se refleja a través de promesas en programas sociales, ayudas económicas o favores personales a cambio del apoyo a una consulta específica.

La revocación de mandato es un mecanismo de participación ciudadana como instrumento de la democracia directa que permite a los ciudadanos destituir a un representante popular o a un servidor público antes de completar su periodo establecido.

En México, esta herramienta se ha presentado y vendido política y electoralmente como una forma de fortalecer la democracia directa, ofreciendo a la población un medio para hacer responsables a sus gobernantes hundidos en la corrupción y el nepotismo.

Sin embargo, la implementación de este mecanismo enfrenta serios desafíos relacionados con la prostitución, simulación y manipulaciones clientelares, a través de los programas sociales que, en lugar de fomentar una mayor participación democrática, pueden socavar su esencia.

Hoy, a las 14 horas en el noticiario de Jaime Velásquez “Enlace Oaxaca”, que se transmite a través de la frecuencia 100.1 FM (XHOQ) en Oaxaca participaré con Rosy Ramales y Juan Pérez Audelo en la Mesa de Análisis sobre la Revocación de Mandato del Gobernador Salomón Jara Cruz.

La revocación de mandato fue incorporada a la Constitución mexicana en 2019, como parte de una serie de reformas impulsadas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El objetivo era permitir que los ciudadanos ejercieran un control más directo sobre sus representantes.

Este nuevo enfoque buscaba erradicar la cultura del “voto cautivo”, donde los ciudadanos votan sin considerar la rendición de cuentas de sus líderes. Sin embargo, el contexto político y social del país ha suscitado preocupaciones sobre el uso instrumental de la revocación de mandato.

En lugar de ser un verdadero ejercicio democrático, se convirtió en una herramienta de manipulación clientelar, a través de la base de los programas sociales donde los intereses políticos y económicos se privilegian sobre la voluntad genuina, libre e informada de los ciudadanos.

La revocación de mandato se prostituyó por la distorsión y desnaturalización de su propósito original. En lugar de empoderar a la ciudadanía, es utilizado para fines partidistas. Además del hartazgo popular las campañas de revocación son “fuego amigo” orquestado por actores políticos que buscan debilitar a sus adversarios, como ocurre con Benjamín Robles contra Salomón Jara.

Los recursos destinados a estas campañas pueden ser utilizados de manera poco ética, promoviendo la desinformación y manipulando la percepción pública. Esto no solo afecta la integridad del proceso, sino que también deslegitima la participación ciudadana, generando desconfianza hacia las instituciones democráticas.

La simulación en la revocación de mandato se manifiesta al no reflejar una verdadera voluntad popular. Las convocatorias a las consultas son diseñadas para cumplir con un requisito legal, sin un compromiso genuino con la participación ciudadana. Esto puede llevar a una baja afluencia de votantes, lo que a su vez cuestiona la legitimidad del proceso.

Los actores políticos utilizan estrategias de coacción o incentivos económicos para asegurar que ciertos sectores de la población participen en favor de un resultado específico. Esto plantea un dilema: si unos pocos logran influir en el resultado final, se corre el riesgo de que la revocación se convierta en una mera formalidad, alejada de la auténtica expresión de la voluntad popular.

En el clientelismo los líderes políticos populistas ofrecen beneficios a cambio de lealtades electorales. Y en la revocación de mandato, se refleja a través de promesas en programas sociales, ayudas económicas o favores personales a cambio del apoyo a una consulta específica.

Este tipo de estrategias corrompen el espíritu de la democracia directa, al convertir a la ciudadanía en actores pasivos clientelares que responden a intereses particulares en lugar de ejercer su derecho a decidir con base en el interés general.

El clientelismo limita la efectividad de la revocación de mandato y desvía la atención de los temas fundamentales que deberían ser debatidos en el ámbito político. La transformación de la participación ciudadana trocada en moneda de cambio desnaturaliza la democracia, donde cada voto debe ser un reflejo de la voluntad libre y consciente del ciudadano.

La revocación de mandato en México es un mecanismo potencialmente poderoso para fortalecer la democracia directa y promover un mayor involucramiento de la ciudadanía en los procesos políticos. Sin embargo, su implementación enfrenta serias amenazas por la prostitución, simulación y manipulación clientelar.

Para que esta herramienta cumpla su propósito original, es fundamental garantizar procesos transparentes, libres de coerciones y amenazas que coaccionen y condicionen el voto, así como frenar manipulaciones que perviertan la esencia de la democracia.

La educación cívica y la concienciación sobre la importancia de la participación ciudadana son esenciales para contrarrestar estas dinámicas. Solo a través de un compromiso genuino de los ciudadanos y un fortalecimiento de las instituciones democráticas, se podrá rescatar la revocación de mandato como un instrumento válido, eficaz y representativo del verdadero deseo popular.

Esto implica no solo construir ciudadanía con una mayor educación cívica que empodere a los ciudadanos en su papel como actores fundamentales de la democracia, sino también la necesidad de sembrar una cultura política que valore la rendición de cuentas, la transparencia y el debate informado.

Es crucial que las instituciones encargadas de llevar a cabo el proceso de revocación operen con independencia y se mantengan ajenas a las presiones políticas. La supervisión de organizaciones no gubernamentales y la participación de observadores independientes pueden ser medidas efectivas para garantizar la legitimidad y la equidad del proceso.

Así, la revocación de mandato puede transformarse en un verdadero indicador de la salud democrática de México, reflejando no solo la opinión de la ciudadanía, sino también el carácter responsable y recto de sus gobernantes.

En última instancia, el fortalecimiento de la democracia en el país dependerá del conjunto de esfuerzos realizados tanto por los ciudadanos como por las instituciones, asegurando que cada voz cuente y cada voto tenga un significado real en el entramado político mexicano.

alfredo_daguilar@hotmail.com                                                                                  director@revista-mujeres.com                                                                                    @efektoaguila

 

 

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