El día de ayer se cumplió el primer año del gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Sin mayores sorpresas, desde el Zócalo capitalino, habló sobre el combate a la corrupción, la pobreza y la desigualdad que persigue su administración. Sin ser un ejercicio de rendición de cuentas, oficializó un acto de divulgación política, con poco sentido de autocrítica, “otros datos” y repetición de frases trilladas.
Al asegurar que ya cumplió 89 de los 100 compromisos asumidos hace 12 meses, el Presidente pidió una prórroga en el plazo –de un año más– para que los efectos de su transformación puedan percibirse por los mexicanos, ahora sí.
A un año de distancia, es muy preocupante que, en el discurso presidencial, siga predominando una visión maniqueísta del país, que ya ha dividido a la sociedad en dos. Como se pudo ver, que mientras el oficialismo se pronunciaba en el primer cuadro de la Ciudad de México, a escasos kilómetros de distancia, miles de mexicanos se reunían para manifestar su claro descontento con el Presidente y la administración que encabeza.
Como es propio de un organismo preocupado por lo que pasa en el país, en Coparmex, lamentamos la falta de un análisis profundo y crítico de los grandes pendientes que enfrentamos como sociedad, desde hace varias décadas.
Es cierto, México sigue siendo un país de leyes y en lo general, nuestro sistema económico no ha sido afectado. Pero también hay que decirlo: hoy en el país hay graves problemas –omitidos en el discurso de ayer– que requieren de la máxima seriedad y atención, por parte de nuestros gobernantes.
Por ejemplo, el estancamiento de la economía. Entre otros factores internos, el haber frenado importantes obras de infraestructura, los recortes al sector vivienda, turismo y otros rubros sociales, así como el subejercicio del gobierno –dejando de gastar 151 mil MDP–, han frenado el dinamismo de nuestra economía. Para obtener un crecimiento del 0%, en lo que va del 2019.
La cancelación del aeropuerto en Texcoco imposibilitó las condiciones de confianza y certidumbre que requieren los inversionistas para apostar por en México y ayudar a detonar su economía. Por eso, muchos integrantes de la sociedad civil, recurrieron a instancias legales para revertir esta mala decisión; misma que el Presidente ha referido como un intento de sabotaje legal.
En el tema de división de poderes tampoco hay buenas señales. Hechos, como el intento de atropello a los sueldos que perciben funcionarios de los poderes distintos al Ejecutivo o el memorándum emitido por el Gobierno de México para abrogar la reforma educativa quebrantan el Estado de Derecho y ponen en riesgo las atribuciones de cada poder.
Lamentablemente, la evidencia reciente muestra que el Legislativo muchas veces actúa como cámara de Eco del Poder Ejecutivo, mientras que los aparatos de Justicia han mostrado ciertos signos de proclividad con el mismo Poder Ejecutivo.
Otro duro golpe fue a los organismos autónomos y órganos de especialidad estratégica, donde preocupan los recortes presupuestales al Coneval, INEGI, FGR, Poder Judicial, por mencionar algunos. Es fundamental asegurar la autonomía de estos organismos, porque son un contrapeso efectivo al Poder Ejecutivo y fungen como antídoto institucional ante las imperfecciones del régimen presidencialista.
De manera muy especial, lamentamos la persecución que algunos legisladores han promovido desde sus tribunas, intentando vulnerar la autonomía, presupuesto y funciones del Instituto Nacional Electoral. Aquí es fundamental que todos los sectores de la sociedad sumemos esfuerzos en la defensa del INE, una pieza central de la democracia mexicana.
Ahora, con respecto al fortalecimiento del federalismo, la excesiva concentración en el poder presidencial, a través de mecanismos centralistas –como el nombramiento de los llamados superdelegados–, pone seriamente en riesgo la soberanía, libertad y desarrollo de los estados. Igualmente, en materia de participación social, preocupa la aprobación de la revocación de mandato; una iniciativa antidemocrática, populista e ineficaz, que pone en riesgo la estabilidad de México y que abre el camino de la reelección.
Hay que decirlo: las consultas –con poco rigor científico– que han hecho y las llamadas conferencias “mañaneras” no han contribuido en mucho para fortalecer a la democracia, dejando con ello, una sociedad menos informada y con canales de participación acotados.
Peor aún, cuando no existen garantías de tolerancia, ni de libertad de expresión. Hoy los medios de comunicación tienen fuertes dificultades para ejercer su profesión, ante el sometimiento y el control de la información por parte de las distintas esferas del poder. Además, durante estos primeros doce meses, no ha prevalecido la concordia ni la inclusión para gobernar a todos, quebrantando una de las principales promesas del inicio de administración.
Sin duda, se trata de un balance negativo en lo que va del año, que no beneficia a nadie. Con profunda voluntad constructiva, en Coparmex señalamos cuáles deben ser los retos prioritarios que el Gobierno de México debe atender en 2020 y en lo que resta del sexenio.
Primero: frenar los índices de violencia y delincuencia que predominan en casi todo el territorio, fortaleciendo los componentes de seguridad pública, para que las familias mexicanas puedan salir a las calles sin miedo y puedan vivir en condiciones de paz.
No se trata de retomar las estrategias del pasado, sino de examinar conjuntamente, sociedad y gobierno, lo que sí funcionó antes y lo nuevo que se puede implementar hacia delante. Entre todos podemos evitar que ocurran tragedias como las que sucedieron –en semanas recientes– en Culiacán y en algunos municipios de Chihuahua y Sonora.
Segundo: combatir frontalmente la corrupción en todos los niveles y en todas las esferas de la vida pública y privada. Para ello, sería muy útil apuntalar mecanismos como el Sistema Nacional de Transparencia, el Sistema Nacional de Fiscalización y el Sistema Nacional Anticorrupción.
Tercero: reestablecer las condiciones de confianza y certidumbre en la economía, para detonar el crecimiento y generar los empleos formales que hacen falta. Por ello, en lo inmediato, debemos mantener la estabilidad macroeconómica; impulsar un gasto público eficiente; robustecer la actividad industrial; ampliar la presencia comercial de México en el mundo; y avanzar en el fortalecimiento de las instituciones.
Cuarto: seguir fortaleciendo la democracia, con autoridades que garanticen el cumplimiento del Estado de Derecho, las libertades, así como con condiciones de tolerancia y respeto. También, con medios de comunicación que informen veraz y oportunamente; y con ciudadanos participando activamente en la agenda pública.
Y quinto: frenar la destrucción institucional de los últimos meses, donde diversas instituciones han desaparecido, a otras se les ha mermado en su capacidad por la vía del presupuesto, mientras que algunas más se han supeditado a los intereses de otros poderes. Aquí, todos los mexicanos tenemos mucho que aportar, para defender todas y cada una de nuestras instituciones.
Para superar estos desafíos, México contará con el compromiso de la Coparmex, como lo ha hecho a lo largo de sus 90 años de vida, aportando a la construcción de una mejor sociedad. Juntos, seguiremos edificando el país que todos queremos. Muchas gracias.