• Sabedor de mis yerros a lo largo del “annus horribilis” 2020, con humildad y dignidad, pido disculpas a mi familia, a mis amigos y a todos aquellos que haya ofendido o se sientan ofendidos.
  • A todos mis amigos-hermanos, hombres y mujeres, gracias por su invaluable amor, amistad, afecto, cariño, apoyo y solidaridad a lo largo de un año muy complicado. ¡Feliz Próspero y Sano 2021!

No obstante obligarnos la vida a beber del cáliz amargo de los contagios y la muerte por la pandemia del COVID-19, al final las enseñanzas del “annus horribilis” 2020, resultaron positivas.


El penetrante olor agrio y ácido de la enfermedad y la muerte nos obligaron a reflexionar y hacer un alto en el diario caminar y un examen de conciencia, y volver la mirada hacia lo vital: la salud y la vida.


Con inteligencia y humildad nos hemos visto obligados a concluir que, por más soberbios que seamos, por poderosos, jóvenes y sanos, somos seres falibles y limitados en el tiempo de vida.


Al igual que con la felicidad y el amor, hemos tenido que reaprender que preservar la salud y la vida es nuestra responsabilidad. Nadie hará por nosotros, lo que no hagamos nosotros mismos.


Al mismo tiempo, el obligado confinamiento en el hogar nos ha permitido tener la posibilidad de reencontrarnos con nosotros mismos y con nuestros seres amados en el seno de nuestras familias.


Ha posibilitado, cuidar la salud con sana y balanceada alimentación y haciendo ejercicio. Es de lamentar que no sea posible en todos los casos por falta de voluntad y administración del tiempo.


Es de destacar como una de las mayores enseñanzas del “annus horribilis” 2020 obligarnos a trabajar desde el hogar, con apoyo en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.


Asimismo, hemos tenido que aprender o reaprender la trascendencia de recuperar la exitosa estrategia de la diversificación, para mantenernos vigentes, crecer, desarrollarnos y competir.


Hoy, más que nunca, cobra plena vigencia la vieja y sabia sentencia de vida: Renovarse o Morir, traducida actualmente en lenguaje postmoderno en Innovar o Morir, o sea, adaptarse o perecer.


Aunque parezca demasiado cruel decirlo, la brutal reaparición de la selección natural en la población mundial, es otra de las grandes lecciones de vida con la muerte de millones de personas.


La poda poblacional impuesta por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2-COVID-19 afecta principalmente a los adultos mayores con enfermedades crónico-degenerativas y a los pobres.


Si bien es cierto lo anterior, no es menos cierto que también afecta a jóvenes con deficiencias genéticas e inmunológica en aproximadamente 15 por ciento de los casos graves de COVID-19.


La edad, sexo y presencia de patologías previas eran los principales factores asociados a un peor pronóstico de la enfermedad. Era una incógnita por qué algunos jóvenes enferman gravemente.


Estudios recientes identifican alteraciones del interferón tipo 1, -proteína producida por el sistema inmunológico-, como un marcador para predecir la severidad del coronavirus en la población.


Los factores genéticos en un 3.5% de los casos y los factores inmunológicos en un 11.5% impiden que el interferón funcione correctamente, pudiendo llevar al paciente a cuidados intensivos.


Jóvenes sin patologías previas que han sufrido COVID muy severo tienen variantes en el genoma que destruye la capacidad de respuesta del interferón tipo 1: primera defensa de lucha antivirus.


Con profunda fe y optimismo, en la mejor acepción del realista informado, no debemos perder la esperanza en un mañana y un mundo mejor, siempre y cuando actuemos con responsabilidad.


Trabajemos y luchemos juntos, por interés y conveniencia común, para salvarnos, y que al “annus horribilis” 2020 sobrevenga el “annus mirabilis” 2021 «año de los milagros» o «de las maravillas».


Con plena integridad y honestidad intelectual para no intentar fallidamente engañarnos a nosotros mismos, hagamos un examen de conciencia y reconozcamos que hemos fallado como personas.


Con inteligencia y humildad hagamos un acto de contrición y confesémonos a nosotros mismos nuestros yerros, sin complejos de culpa, más allá de malentendidos conceptos del bien y del mal.


Reconozcamos que el único pecado capital es la estupidez porque atenta contra el soplo divino de la inteligencia que nos equipara a Dios al ser creados a su imagen y semejanza, y Él no es estúpido.


Para crecer emocional y espiritualmente aceptemos que hemos hecho muchas cosas que nos perjudican y dejado de hacer muchas otras que nos benefician, por irresponsabilidad o cinismo.


No justifiquemos atentar contra nuestra dignidad e imagen en actos por amor, porque aun cuando uno de los mayores pecados es no amar, no lo confundamos con simple deseo y pasión, sin amor.


No se trata de no disfrutar de la vida y sus placeres, sino de hacerlo de manera consciente y responsable sin lastimar a nadie, pues lo que hagamos tiene consecuencias positivas o negativas.


Sabedor de mis yerros a lo largo del “annus horribilis” 2020, con humildad y dignidad, pido disculpas a mi familia, a mis amigos y a todos aquellos que haya ofendido o se sientan ofendidos.


Si los afectados consideran que la ofensa es grave, públicamente pido perdón y la oportunidad de hacerlo personalmente y, asimismo, comprometerme a hacer todo lo posible por resarcir el daño.


Me tranquiliza estar convencido que tengo la conciencia tranquila, porque tengo las manos limpias de sangre y no he robado un centavo a nadie, además de no mentir, como mayor seguro de vida.


Gracias a Dios, a la vida y a mi familia, a mi esposa Jose, a mi hijo Alejandro Rommel (+), a mis hijas, Karla Irina, Alexandra Krystel y María José, por su amor, comprensión, paciencia y perdón.


A todos mis amigos-hermanos, hombres y mujeres, gracias por su invaluable amor, amistad, afecto, apoyo y solidaridad, a lo largo de 2020. La vida continúa. ¡Feliz Próspero y Sano 2021!

alfredo_daguilar@hotmail.com
director@revista-mujeres.com
@efektoaguila

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