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Armando EBOLI*

PUEBLA, PUE.- Guste o no, la revocación de mandato, es una consulta oficial, organizada por el INE, aunque totalmente innecesaria y hasta un poco arrogante, ningún político se atrevería a jugarse el puesto si no estuviera absolutamente seguro de que va a ganar. Por eso quisiera recordar las dos veces que, por jugar a la democracia participativa, la arrogancia del poderoso generó una crisis institucional y hasta una mundial.

El primer caso fue el Brexit, como es habitual en los gobiernos británicos, se negociaba duramente con la Unión Europea y la migración era un tema importante en las negociaciones. A David Cameron del Partido Conservador, se le hizo fácil para presionar a Bruselas y consentir a los votantes del Partido Conservador, tradicionalmente anti-europeos, sacar la carta del referéndum. Se atrevió porque para todos, la salida de la Unión Europea era el escenario menos probable. David Cameron todavía tuvo el descaro de posicionarse a favor del que supuestamente sería el lado ganador, la permanencia en la Unión Europea, el sorpresivo resultado trajo una crisis que hoy, dos años después, se sigue resolviendo y desde luego obligó a David Cameron a renunciar como primer ministro.

El segundo caso fue el de Evo Morales en Bolivia. Evo se la jugó con un referéndum que pedía modificar la constitución para que él se pudiera postular para un cuarto mandato. Este referéndum quizá era desde el punto de vista del presidente, necesario para continuar su proyecto; pero se olvidó que, tras 10 años de gobierno, había una generación entera de bolivianos que alcanzaban la edad de votar pero que sólo lo habían conocido a él como presidente y que el deseo de cambio en la juventud, que es también rebeldía y la principal fuente de la que beben las izquierdas latinoamericanas, era ya demasiado fuerte. Perdió el referéndum por pocos puntos. ¿Pero qué se hace con una derrota electoral impensable? Evo encontró un hueco legal y una ridícula validación del poder judicial boliviano para ignorar la consulta, lo que ocasionó un grave descontento popular y varias manifestaciones que terminaron con su derrocamiento.

Estos dos casos muestran que jugar mal la carta de la democracia participativa también puede generar una crisis innecesaria. En México, no se juega una extensión del periodo de gobierno ni la pertenencia a un grupo supranacional. AMLO pasará a la historia inaugurando la democracia participativa en México, el instrumento puede ser útil para la sociedad mexicana y ha sido didáctico ver como se organizó MORENA para conseguir las firmas necesarias o como el presidente ahogó presupuestalmente al INE para reducir el alcance de la consulta y garantizar su triunfo. Este gobierno nos deja la figura de la consulta popular, pero incompleta, siembra la semilla para una crisis institucional, a diferencia de los sistemas parlamentarios, diseñados para retirar la confianza a un primer ministro en cualquier momento, el sistema presidencial mexicano es demasiado rígido y vertical para quedar acéfalo, nos dan el instrumento para quitar a un presidente, pero no nos dan otro para solucionar la crisis que vendría después.

Voté para validar la democracia participativa en México, voté porque no valido la gestión de este gobierno y porque estoy seguro de que mi voto no tendrá ninguna consecuencia importante, digo, sabemos el resultado desde hace meses.

 

*Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y pasante de la maestría de Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Interesado en relacionar arte con política. De gustos altermundistas pero acostumbrado a vivir en un mundo neoliberal. exxebo@hotmail.com

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