Jasmina HARTIANA
Vísperas del 8M. Estoy aquí sentada frente a mi computadora enlistando todas las cosas personales por las que siento el derecho y las no personales por las que sobre todas las cosas tengo el derecho a manifestarme. Soy mujer, he tenido una gran suerte al haber nacido en este género, veo el mundo a través de mi intuición, como si se tratará de una noche oscura estrellada como lo describe Clarisa Spinkola.
Me pregunto cuándo nos convertimos en personas de segunda clase. ¡Ah! ya lo recuerdo, inventamos la agricultura y puf en algún punto no tuvimos derecho a tener bienes, a decidir sobre nuestra sexualidad o fertilidad. Incluso algunos filósofos llegaron a asegurar que no tenemos la capacidad de producir nuestros propios pensamientos, que en realidad somos una subespecie de cabellos largos.
Es cierto que hemos conquistado derechos como el voto, la propiedad, el aborto, entre otros. Pero no nos dejemos engañar por los optimistas. El otro día leía en algún lado que los hombres en cuanto se emparejan ganan tres horas libres de su tiempo a la semana, en cambio las mujeres en la misma situación perdemos de inmediato siete horas. Tan solo de leerlo monte en cólera. Mi escaso tiempo para dormir se resintió. También, veía a una chica en un vídeo que prefería ser madre soltera porque no deseaba hacer trabajo doble, es decir, pedir que hagan las cosas y supervisar que lo hagan adecuadamente. Seguimos en desventaja, el camino es largo, los hombres minimizan nuestras necesidades o lo que es peor desconocen del todo el término. Pero saben, ahora tenemos la capacidad de unirnos, organizarnos y salir a gritar nuestros derechos. Y estamos en todo derecho de sacar a relucir las desvergüenzas del patriarcado, como lo son los feminicidios, las palizas, las desapariciones, lo padres que se desentienden de sus obligaciones.
Saben, somos afortunadas porque pertenecemos a la generación que no se queda callada, la que no cruza los brazos, la que ya no entra en el concepto de ciudadana de segunda clase. A pesar de los males enormes y dolorosos de nuestra época, a pesar de todos los intentos de minimizar nuestras quejas, nosotras las mujeres contemporáneas no callaremos, no seguiremos levantando por nuestros derechos ¡por todas nosotras y por las mujeres del futuro!
*Soy fotográfa y cuentista. Cuentos: Anabel, Miel con veneno, Imágenes que cuentan, Entretenimiento para Adultos, El Cerrajero, y la Chica del Tutu. jazminahartiana@hotmail.com