Elsbeth LENZ*
XALAPA, VER.- Desde que tengo uso de razón, el mundo me ha bombardeado con la idea del amor romántico, como la única forma de felicidad existente; los cuentos que nos leyeron nuestros padres desde la más tierna infancia, siempre plantearon el casarse y ser felices para siempre. En las películas, la princesa es rescatada por su príncipe, con un beso de amor verdadero o el príncipe la rescata de alguna torre de difícil acceso o de las garras del dragón, pero siempre es el hombre, quien rescata a la mujer, la toma como un premio y se hacen felices el uno al otro, por toda la eternidad.
La industria del amor románico en el mundo, genera muchísimo dinero, incluso en la mayor parte del mundo, celebramos un día del amor y nos han machacado desde muy jovencitos, que emparejarse, tener hijos y envejecer junto a alguien, es la respuesta a cualquier interrogante, que pudiera surgir en nuestras vidas.
Yo lo he llevado mal, para empezar a mi nadie me ha rescatado, porque siempre he procurado cuidarme, de no caer en ningún tipo de desgracia de la cual no pueda salir yo sola, nadie me ha despertado de ningún hechizo, con un beso de amor verdadero y la realidad es que los príncipes que han llegado hasta ahora a mi vida, no han tenido mucho de valientes, ni de gallardos, ni de nada de lo que mi madre, me leyó en aquellos cuentos.
El amor romántico me parece a mí, que está sobre valorado en estos días, vemos películas en las que aparecen señores, que simplemente no encontramos en el día a día, pero es que tampoco las mujeres somos las que retratan en las películas, nos hemos vuelto independientes, solventes, autosuficientes y egoístas, ya no nos quedamos mucho tiempo, esperando que el hombre se transforme, pero tampoco nos queremos transformar nosotras, he ahí el conflicto.
Muchas de nosotras, añoramos el amor romántico en nuestras vidas, pero otras tantas más, hemos encontrado que el amor en todas sus formas es suficiente para hacernos sentir vivas y hemos optado por sentirnos plenas y felices, siendo el príncipe de nuestras propias vidas.
*Mercadóloga de profesión y columnista por elección; apasionada de la razón y profunda admiradora de la coherencia, confieso padecer una profunda aversión al machismo
@Elsbeth_Lenz