Periodismo Trascendente: Mitin de la muerte
Raymundo Ibáñez del Castillo
Por si los miles y miles de asesinatos provocados por los cárteles del narcotráfico, reconocidos ya, como organizaciones terroristas internacionales, a los que se suman casi mil más, de la narco guerra desatada desde hace 6 meses en Sinaloa, entre los “chapitos ” y los “mayitos”, no fueran suficientes, la heredera del autoritarismo, provocó, indirectamente, lo quiera aceptar o no, la muerte de 19 personas más de la etnia zapoteca, la mayoría juchitecos, entre ellos niños, y más de una veintena de lesionados, algunos de gravedad.
El profundo dolor, – causado por un acto de irresponsabilidad, por el que debería ir a parar a la cárcel, la heredera del autoritarismo y sus cómplices-, que embarga a los familiares de los muertos, que fueron “acarreados” para participar en el mitin convocado por Claudia Sheinbaum Pardo en la CDMX, con el pretexto arancelario y para explotar su exacerbado egocentrismo y continuar con el culto desorbitado a su personalidad, es impresionante.
Entre los dolientes, deshechos por la tragedia, está el que perdió a su madre, a su esposa, y a sus dos hijos y que siente el inmenso dolor, porque se quedó prácticamente solo; sin sus seres queridos más cercanos.
Y ni las falsas y por demás demagógicas promesas de los autores indirectos de los hechos, empezando por la heredera del autoritarismo, Claudia Sheibaum Pardo; el cabecilla de eso que llaman “primavera oaxaqueña”, Salomón Jara Cruz y; el senador morenista, Antonino Morales Toledo, no podrán mitigar nunca, el dolor por la irreparable pérdida, al igual que las otras 18 familias que también perdieron a sus seres queridos.
La Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO), a cargo de José Bernardo Rodríguez Alamilla, está obligada a investigar los hechos sangrientos a profundidad, sobre todo porque no pueden quedar impunes las muertes de 19 personas, incluyendo la del conductor del autobús de la empresa turísticos veracruzanos, y con razón social “Rápidos de Zacatlán”.
Las investigaciones y el castigo, con todo el peso de la ley, deberían de alcanzar hasta el expresidente municipal de San Blas Atempa, ex secretario de Administración de la “primavera oaxaqueña” y actual senador de la “mafia de en el poder” morenista y visiblemente aspirante a la gubernatura de Oaxaca, Antonino Morales Toledo, por qué no basta que se investiguen los hechos funestos para determinar las causas del accidente, sino que se castigue a los responsables de la tragedia, directa o indirectamente, para que no queden en la impunidad y que no se vuelvan a repetir cosas tan lamentables como el caso que nos ocupa.
Para deslindar responsabilidades, es necesario que se aclaren las cosas, porque no es justo que pseudo dirigentes como Antonino Morales Toledo, abusen de la nobleza de quienes se prestan a este tipo de “circos”, como el efectuado la mañana del pasado domingo en el zócalo de la Ciudad de México, y lucren con la necesidad de nuestros paisanos y su condición humilde, llevándolos en condiciones donde exponen su seguridad, integridad fisica y lo más valioso, que es la vida, como en el caso de los agremiados del membrete ese, conocido como Frente Unico de Comunidades de Oaxaca (FUCO), que jamás se borrará de la memoria de las familias de los muertos y que queda para la historia de muerte del Istmo de Tehuantepec.
Mientras tanto, los protagonistas del mitin que desembocó en esta tragedia, en la que perdieron la vida 19 personas, la heredera del autoritarismo, Claudia Sheibaum Pardo, seguida del cabecilla de la “primavera oaxaqueña”, Salomón Jara Cruz y terminando con el presunto sucesor en la gubernatura de Oaxaca, Antonino Morales Toledo, cumplieron con su objetivo de querer alborotar a las masas frente a las medidas arancelarias de Trump e impresionar a los mexicanos, con una fuerza que no tienen y que dista mucho de la realidad, cuando deberían cumplir con las obligaciones por las que les pagan muy bien y dedicarse a lo que no saben hacer: gobernar, unos; y legislar el otro.
Pero los 19 que nada más fueron llevados como “acarreados”, entre otros miles y miles, lo único que encontraron fue la muerte, entre fierros retorcidos y gritos de terror.