- Continúan los mismos servidores públicos del período neoliberal en puestos de dirección dentro del Gobierno. Frenan transformación y perjudican a las instituciones.
Nora VILLEGAS*
CDMX.- De qué sirve que tengamos un gobierno nuevo, con un presidente bueno, si las instituciones siguen siendo dirigidas por los mismos conservadores de antes. Los mismos reaccionarios, opositores del gobierno actual, los mismos defensores de la estructura anterior, son quienes continúan administrando y liderando las Instituciones, implantando y defendiendo valores arcaicos y prácticas autoritarias, corruptas y traidoras a la corriente de pensamiento transformador.
Los funcionarios del anterior régimen se reciclaron. Fingiendo una bandera política que no les representaba, los prianistas de sexenios anteriores volvieron a ocupar cargos directivos en el nuevo gobierno, prolongando los círculos viciosos, trato autoritario, injusto y obsoleto hacia dentro del funcionamiento de las oficinas de gobierno, impidiendo y negando la verdadera transformación social y humana que exige este nuevo régimen.
Toda cambia para seguir igual. Según las definiciones de la enciclopedia, el pensamiento liberal repudia las estructuras basadas en el absolutismo y el autoritarismo, vela por las causas laborales y sociales, rechaza la primacía individual y defiende las libertades y los derechos humanos. El pensamiento conservador, por su parte, rehúye a los cambios, es retrógrada porque defiende los privilegios que la religiosidad ha otorgado históricamente a una parte de la sociedad, resguarda el poder autoritario que les ha conferido la práctica oligárquica de la política, entre las que destacan, la opresión, la violencia y el uso abuso del poder, escudándose en leyes a modo en contra de los más vulnerables.
Ciertamente, los directivos de siempre han hecho limpias al interior de las instituciones. Tan solo al cierre del 31 de octubre del 2021, la Junta de Conciliación y Arbitraje tenía 552,135 asuntos individuales en trámite, de los cuales, el 70 por ciento pertenecen al sector público. Las demandas laborales individuales aumentaron ese año en un 28.1 por ciento, es decir 19,637 demandas más que en el año anterior, donde el 88 por ciento del total son por despidos injustificados. Eso solo en los casos en los que la gente denuncia, sin embargo, los despidos son en su mayoría en contra de la base, los directivos no denuncian porque pertenecen a grupos que se mueven en enjambre, de una institución a otra, de una administración a otra, a ellos nunca les falta el buen trabajo.
El gobierno actual duerme con el enemigo. El pensamiento conservador es pragmático y no considera importante lo ideológico, es enemigo de las filosofías y las considera contrarias a los preceptos morales que preservan la autoridad y la superioridad humana. Considera que la religiosidad es el único factor de espiritualidad que las personas necesitan para continuar con el orden establecido, por lo que la práctica del humanismo les parece fuera de todo contexto de orden. Al interior de las oficinas de gobierno continúan las prácticas de humillación y explotación de siempre, solo que, al revés; ahora es requisito no alabar ni elogiar al presidente y su gobierno, como era antes; al contrario, ahora debes arremeter en contra de todo lo “chairo” si quieres mantener tu trabajo como burócrata de confianza o de estructura porque la reforma laboral únicamente consideró a los sindicalizados.
No podemos gobernar con la izquierda y administrar lo público con la derecha. La clase dominante y de antaño gobernante sigue ahí, en los espacios que compartimos, en las direcciones generales, en las Secretarías de Estado, siguen siendo quienes tienen acceso asegurado a los mejores lugares, y lo que es más, nunca los han dejado. Las mismas personas del régimen autoritario anterior, que siguen sentadas al frente de las direcciones de área, frenan desde sus nombramientos a la oposición y la lucha por la defensa por y para el pueblo, las causas de los más vulnerables, la expresión política de la 4T, en pocas palabras, la transformación.
La transformación precisa de agitación social, obrera y trabajadora. Los recortes presupuestales a las dependencias del gobierno no son suficientes para educar a los directivos y autoridades o para transformar su pensamiento conservador, ellos continúan soberbios y cómodos en sus puestos de trabajo; y, al contrario, les crea aversión hacia la política instruida por AMLO, propiciando un ambiente hostil porque les reduce canonjías, choferes, asesores, cocineros, acompañantes, secretarias, etcétera, lo que hace que desprecien las ideas de ahorro y uso racional del presupuesto, entendiéndolo como un sacrificio innecesario, un despilfarro mal usado en pensar en el bienestar de quienes nunca han existido para ellos.
Una nueva forma de discriminación ha nacido con la 4T. La alta burocracia no ha sido afectada en sus ingresos, ni en sus accesos al poder, los gastos suntuosos que retiró el presidente, que han sido más bien, una reasignación de los recursos, deja intacta a la estructura vertical que ha padecido el pueblo de México desde los gobiernos autoritarios, neoliberales y anti progresistas. No hay transformación en este sentido, los opresores y los oprimidos siguen exactamente en el mismo lugar y bajo las mismas condiciones de siempre.
¿Cómo luchar contra el régimen neoliberal si sigue dependiendo de la burocracia dorada, sus más fieles representantes, el acceso al trabajo, al salario, al bienestar y a la sobrevivencia? Es necesario, o bien hacer una limpieza profunda en la estructura, o reescribir la retórica. Para transformar hay que romper, porque los conservadores siguen instalados en las cúpulas gubernamentales, rompiendo todos los días la ilusión de quienes votamos por AMLO de una transformación profunda y verdadera, a través de una participación ciudadana efectiva.
* Periodista egresada de la UNAM. Amplia experiencia en el campo laboral más por necesidad que por convicción. Amante apasionada de las causas perdidas, de las buenas historias, de la vida, la libertad y sus enjuagues.
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