MOVILIZACIÓN, MANIPULACIÓN E IDEOLOGÍA
Eduardo de Jesús Castellanos Hernández
La Universidad Nacional Autónoma de México, a través del Instituto de Investigaciones Jurídicas y de la Facultad de Estudios Superiores de Acatlán, organizó el pasado 31 de mayo de este año un seminario denominado “Cuarta Transformación e Ideología: La narrativa del “Humanismo Mexicano””, al que asistí vía zoom y contribuí con una ponencia titulada: “Ideología y Movilización Política: Los límites objetivos del Humanismo Mexicano”.
Apenas el domingo anterior, el 28 de mayo de 2023, se había llevado a cabo en la Ciudad de México -y en más de cincuenta ciudades al interior del país- una serie de manifestaciones convocadas por diversas organizaciones no gubernamentales -de entre las que sobresale “Chalecos México”, dirigida por Alejandra Morán-, en las que destacó la ausencia -con su no participación ni convocatoria- de las organizaciones no gubernamentales “oficiales”, es decir, las vinculadas a o simpatizantes de los partidos políticos opositores al partido gobernante MORENA y su coalición partidista.
El objetivo de la marcha -según yo alcanzo a entender- era apoyar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación en sus decisiones como tribunal constitucional, así como la autonomía, independencia e imparcialidad del Poder Judicial de la Federación. En mi caso personal, asistí en compañía de mi familia para defender los valores, principios, reglas y procedimientos que durante casi cincuenta años he enseñado a mis alumnos en instituciones educativas, públicas y privadas, en México y en el extranjero -y que tengo la convicción de que son atacados todos los días con sus acciones y palabras por el presidente de la república-.
En su programa cotidiano matutino de noticias y variedades de los últimos días del mes de mayo -al igual que en muchos anteriores-, el presidente de la república en funciones se dedicó de manera reiterada a atacar las sentencias dictadas tanto por la SCJN como por diferentes jueces y tribunales del PJF -hay incluso jueces a los que amenazó y mandó investigar por supuestos delitos-; sentencias en las que se aprecia la inconstitucionalidad y el desacato, tanto del gobierno federal como de la mayoría legislativa oficialista en ambas cámaras federales, con motivo de diversas omisiones legislativas y resoluciones judiciales no acatadas -de entre las que destaca la reiterada negativa de la mayoría oficialista del Senado de la República de designar a los integrantes faltantes del Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI)-.
Al mismo tiempo, en los días previos y posteriores a dichas manifestaciones ciudadanas en todo el país, el presidente de la república en funciones y su mayoría legislativa han insistido en impulsar una reforma constitucional en materia judicial, cuya propuesta fundamental es la elección directa de los ministros de la SCJN. Imagine usted que en la sala de operaciones de un hospital se decida por elección directa quiénes deban practicar las cirugías; toda proporción guardada es exactamente el mismo absurdo que se propone por parte del oficialismo. Aunque, en realidad, lo que se busca es asegurar una integración sumisa y obediente en el Tribunal Constitucional a efecto de evadir el control constitucional por parte del gobierno de la autodenominada “Cuarta Transformación”.
Pero, más aún, desde hace más de un mes un grupo de personas pagadas a tiempo completo por alguien que no puede ser más que del gobierno federal, la mayoría oficialista en las cámaras federales o su coalición partidista -o por todos juntos- obstruyen el acceso por la puerta principal de la SCJN -supongo que esas personas viven de su trabajo y, por ahora, según todo mundo se da cuenta, su trabajo es bloquear la puerta de la SCJN-, además de insultar con imágenes y palabras soeces a la presidenta de la SCJN y demás ministros que se niegan a plegarse y convalidar en sus sentencias los abusos del autócrata.
Para cuando usted, amable lector(a), tenga frente a sus ojos estas páginas digitales ya habrán pasado y se conocerán los resultados de las elecciones locales en los estados de México y Coahuila; resultados que contribuirán de manera muy importante a orientar el sentido del voto de los electores el año siguiente, en la elección presidencial de 2024. Pero también, sobre todo, a definir la política de alianzas tanto dentro como fuera del partido gobernante, es decir, en los partidos políticos opositores con registro legal y únicos que pueden presentar candidatos a cargos de elección popular, -pues todos los partidos políticos nacionales (oficialismo y oposición unidos) han tenido buen cuidado de mantener suficientes aduanas para impedir que las candidaturas independientes constituyan una vía de expresión y participación ciudadana-.
El presidente de la república afirmó -en uno de sus programas matutinos de variedades, mentiras (ahora ya resulta que no dijo lo que dijo respecto al golpe de Estado técnico que atribuyó a la SCJN porque, según la vocera encargada de la sección de “mentiras”, es mal interpretado) y ataques a sus opositores- que habían asistido a la marcha del domingo no más de tres mil personas. Me consta que cuando esa mañana ingresé a la Plaza de la Constitución más de la mitad de la Plaza estaba llena, así es que haga usted cuentas, desde luego que no eran tres mil, luego afirmarlo es una mentira.
Minutos más tarde, observé la presión popular en contra del personal al servicio del oficialismo que bloqueaba la puerta principal de la SCJN. Las “armas” eran expresiones como “La Corte no se toca”, “Piña no está sola” -por el apellido de la presidenta de la SCJN- o “La ley sí es la ley”. Cuando miembros de ambos grupos empezaron a intercambiar botellas de agua como proyectiles opté por retirarme y preferí recargarme en la base del astabandera -en el centro de la Plaza de la Constitución- para enviar fotografías de lo que ahí sucedía a familiares, colegas y amigos.
Desde luego que los partidos políticos de oposición y las organizaciones no gubernamentales que les son afines perdieron el domingo 28 de mayo una magnífica oportunidad de movilización popular auténtica en torno a objetivos sociales valiosos en sí mismos. La partidocracia totalmente por encima de la movilización popular solo puede significar pérdida de votos y de legitimidad democrática. O, dicho de otra forma, todo parece indicar que para los partidos de oposición la desmovilización ciudadana es parte de su estrategia para ganar votos.
Para ese momento ya se había obscurecido el debate sobre el procedimiento para postular candidato presidencial opositor: un dirigente partidista se aventó la puntada de proponer como boleto de entrada al proceso de tal designación presentar un millón de firmas, cuando que para formar un partido político nacional solo se requiere la tercera parte de esta cantidad -con mil firmas es más que suficiente, pienso yo, y después que voten los que quieran votar por un candidato opositor único siempre que ofrezca gobierno de coalición y no más presidencialismo autoritario-.
Desde luego que cada partido político se supone que tiene una ideología, cada vez más difícil de identificar actualmente, pero ideología, al fin y al cabo -aunque ésta se confunda tan fácilmente con el o la abanderada, por eso que llaman “carisma”-. Así es que en mi ponencia traté de identificar el contenido de la ideología en cada una de las diferentes etapas y momentos históricos que finalmente desembocaron en la supuesta “Cuarta Transformación” actual -que no es más que una tercera alternancia y una nueva élite en nuestro presidencialismo desequilibrado y autoritario, aderezado ahora nuevamente con un populismo rampante-.
Pero, sobre todo, con la ayuda de una definición de ideología propuesta por Giovanni Sartori, vinculé la ideología a las diferentes élites gobernantes, tanto económicas como políticas, a lo largo de la historia de México. Sartori no se anda con rodeos y nada más dice que la ideología es: “El elemento principal que tienen a su disposición las élites políticas para producir la movilización política de las masas y para llevar a un grado máximo su manipulación”.
Desde luego que en una sociedad de masas los ciudadanos promedio -como usted y como yo- somos movilizados y manipulados por las élites dirigentes -sean de un partido o de una ONG o de un sindicato o de lo que usted prefiera seguir, un equipo de futbol o un artista de cine o un cantante-. Pero si nuestra identificación es consciente y auténtica pues vamos con gusto, pues sabemos además que para algo servirá nuestra participación.
Recurro ahora al marxismo de manual para recordar que dicen que Carlos Marx escribió en algún lado algo así como que “No es el ser social lo que determina su existencia social, sino es su conciencia social lo que determina su existencia”. De tal forma que marcha que haya y con cuyos objetivos expresos yo coincida -los implícitos de sus convocantes solo Dios los sabe-, desde luego que no voy a faltar. Pertenezco a la generación mexicana del movimiento estudiantil popular de 1968 -aunque haya sido un movimiento algo aderezado con marxismo de manual-, así es que origen es destino.
El caso es que el seminario “Cuarta Transformación e Ideología: La narrativa del “Humanismo Mexicano””, al que me referí al inicio de este artículo, fue convocado porque el presidente de la república hace algún tiempo -el 27 de noviembre de 2022, para ser exactos- dijo lo siguiente:
“Aun cuando lo fundamental son los hechos, no deja de importar cómo definir, en el terreno teórico, el modelo de gobierno que estamos aplicando. Mi propuesta sería llamarle: ‘Humanismo Mexicano’ no solo por la frase atribuida al literato romano Publio Terencio, de que: ‘nada humano nos es ajeno’, sino porque, nutriéndose de ideas universales, lo esencial de nuestro proyecto proviene de nuestra grandeza cultural milenaria y de nuestra excepcional y fecunda historia política”.
Después de una breve reseña sobre ideología, humanismo, periodos históricos, élites nacionales, búsqueda de identidad cultural e ideológica, presidencialismo y alternancia, entre otras características de nuestra “excepcional y fecunda historia política” -plagada de golpes militares, guerras civiles, asesinatos de presidentes y candidatos presidenciales, elecciones de a mentiritas, etc.-; pero también de lo que ahora llamamos “políticas públicas para el desarrollo nacional” (TLC y TMEC, por ejemplo) -componente infaltable en la ideología legitimadora de cualquier grupo que quiera gobernar y de quien quiera dirigirlo-, propuse la siguiente conclusión que espero haber demostrado al ser planteada inicialmente como hipótesis -aunque tuve que abreviar obligado por la falta de tiempo-:
“A la luz de los procesos electorales locales en curso este año 2023, pero sobre todo ante la sucesión presidencial en 2024 y el proceso electoral correspondiente, tomando en cuenta los elementos antes analizados solo es posible concluir que “Cuarta Transformación de la República” y “Humanismo Mexicano”, son solo otros tantos mensajes publicitarios o slogans de campaña para movilizar a las bases electorales tradicionales o cautivas del partido gobernante; sin que se traduzcan en cambios estructurales y políticas públicas que modifiquen de manera sustancial, y no solamente discursiva, las decisiones fundamentales políticas y económicas reseñadas.”
En 2018, treinta millones de votantes se pronunciaron a favor de un conjunto de trascendentales decisiones de gobierno y de políticas públicas ofrecidas por el candidato que ahora ocupa la presidencia, que finalmente se descubrió que estaban todavía por ser definidas en sus contenidos precisos -por lo que se ganaron a pulso el calificativo de “ocurrencias”-. Una parte de sus contenidos y resultados ya está a la vista; sus alcances en la vida nacional y en la particular de cada uno de nosotros, también ya pueden advertirse y ser estudiados -a cada uno sus conclusiones según sus gustos, información, su capacidad de análisis crítico y su “punto de vista de ver las cosas”-.
La capacidad de movilización, manipulación y convencimiento de uno y otro bando para lograr la adhesión de las masas a sus propuestas y candidatos será la que decida el resultado electoral de 2024. Por lo pronto, si de apostar se trata, yo le voy a que ganará MORENA -cualquiera que sea su candidato(a)-, pues tiene a su alcance todo el andamiaje del Estado Nacional (incluido el Consejo General del INE y la propaganda gubernamental sin control alguno) -con su dinero disponible y también el de otras fuentes nunca transparentes-. Y se nota a leguas que lo están utilizando sin que la ley ni la Constitución -eso ¿para qué sirve?, según ellos- puedan impedírselos.
Ciudad de México, 4 de mayo de 2023.
Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.
Profesor e Investigador. Doctor en Estudios Políticos (Francia) y doctor en Derecho (México). Posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas (España) y en Regímenes Políticos Comparados (EUA). Autor de libros de Derecho Público, Privado y Social; Administración Pública y Ciencia Política; Derecho Electoral y Derecho Procesal Electoral; sus libros se encuentran en librerías, en Amazon y en Mercado Libre. Las recopilaciones de sus artículos semanales anuales están publicadas y a la venta en Amazon; la compilación más reciente aparece bajo el título “PURO CHORO MAREADOR. México en tiempos de la 4T” (disponible en Amazon).