Karla MARTÍNEZ DE AGUILAR
Fotografías: Manuel Jiménez
Arturo Vásquez es un gran artista oaxaqueño de personalidad serena, dedicado a la pintura, litografía con el interés de explorar otras técnicas que enriquezcan sus creaciones, rodeado de árboles que abrazan el espacio de su taller uno se sumerge en un espacio lejos del caos citadino.
Los talleres son importantes porque son los espacios donde se mueve el artista, el taller de pintura es el más importante para mí porque ahí estoy pintando el mayor tiempo. Cuando necesito hacer litografía, voy a mi taller de gráfica al que también le dedico parte de mi tiempo para seguir produciendo.
Arturo Vásquez se formó en la escuela de Bellas Artes que le brindó las bases de diversas técnicas: dibujo, pintura, grabado, escultura, historia del arte y composición. Su estancia en Los Ángeles complementó su formación artística.
La escuela de Bellas Artes fue muy importante para mí, tuve compañeros muy talentosos, con los que hicimos viajes por parte de la escuela y la convivencia fue muy enriquecedora, pero, sin duda, los maestros sentaron la base de mi formación, como el maestro Takeda, que considero uno de los mejores -de todos los tiempos- de la escuela de Bellas Artes.
La historia del arte me hizo admirador del trabajo de varios artistas; como la composición de Paule Klee, el dibujo de Picasso, la fuerza del trazo de Orozco y las texturas del maestro Rufino Tamayo, quienes tuvieron mayor influencia en mi trabajo, sobre todo en los inicios de mi carrera que me llevo a tomar mi propio camino y definir mi estilo.
Emigré a Los Ángeles, California al obtener el primer lugar en el Centenario de la Noche de Rábanos en la categoría tradicional, por consecuencia el gobierno de México me solicitó una entrevista con la embajada de Estados Unidos de América. Durante mi estancia en dicho país tuve la oportunidad de tomar cursos de dibujo y pintura en los Ángeles City Collegue (LACC). Fue una experiencia enriquecedora estudiar en Bellas Artes, nunca pensé que fuera un sacrificio, al contrario, sentí que era un privilegio. Y ahora que me dedico de tiempo completo a las artes sigo pensando que dedicarse al arte es lo mejor que me ha pasado, me siento afortunado de hacer lo que me gusta y me apasiona, como ninguna otra cosa en el mundo.
Crear historias poéticas a partir de elementos naturales o cotidianos y explicarlas a través de sus obras es lo que hace a Arturo Vásquez devolver el realismo a la naturaleza a través de animales y colores.
Mi obra es un tanto onírica, muchas de las obras que he pintado tienen que ver con mis sueños, a veces cuando despierto tengo la idea clara y empiezo a hacer bocetos que posteriormente se vuelven pinturas. Me gustan los formatos grandes y trabajar óleo con texturas.
La mayoría de los elementos que tiene mi obra son de la naturaleza, me gusta viajar a la costa oaxaqueña, hago apuntes y así es como inicio el proceso para una pintura, para después plasmar mis ideas con las tierras que se enriquecen por las cargas matéricas combinadas con el óleo; al igual que mi dibujo, donde busco encontrar mi propia expresión.
¿Qué historias hay detrás de su trabajo?
En el inicio de mi carrera profesional me invadió un poco la idea del constructivismo y lo relacione con las estructuras del paisaje urbano de Oaxaca. Elementos como casas, templos, calles, ventanas, puertas, fachadas de casas antiguas, paredes descarapeladas que tenían contraste de color y que manifestaban texturas a simple vista fueron los elementos más representativos en mis inicios en la pintura.
El cambio de pintar paisaje urbano a cambiar por la naturaleza fue por una sugerencia de la galerista la señora Linda Fernández, quien me dijo –vamos a hacer un viaje de Huatulco a Salina Cruz, te va a servir porque hay piedras gigantes que tienen musgo, están oxidadas y tienen esos colores terrosos que tú ocupas, yo creo que puedes complementar esas ideas con tu trabajo y enriquecerlo-.
Cuando realicé ese viaje no me acompañó porque falleció, cuando me encuentro con los atardeceres y los ocasos, los últimos rayos del sol hacían brillar las hojas y el contorno del árbol donde se observan tonos dorados. Los lugares donde estuve en la Costa oaxaqueña fueron la inspiración para pintar ocasos de color rojo y naranja donde comencé a poner hoja de oro en el contorno del árbol, elemento principal en mi obra.
Con el alba cuando empieza a salir el sol, veía la cantidad de pájaros en los árboles que empezaban a volar muy temprano hacia las 6 de la mañana, y, es otro tono dorado que brinda el día y se torna en verdes. Por la noche, la luz de la luna brinda el efecto de los dorados en los filos de los árboles con una luz más plateada y el cielo estrellado con diversas tonalidades, que retomó con degradados de azules con blanco en mis obras; todas estas vivencias marcaron el inicio de mis iconografías.
¿Cuáles son las obras que reconoce como las más representativas de su arte?
Es una pregunta un tanto compleja, a lo largo de mi carrera he tenido varias etapas, pero mi pintura se relaciona mucho con la naturaleza, me gusta mucho la poesía y esta tiene elementos metafóricos. Como por ejemplo, a partir que empiezo a observar como saltan los peces en el mar en la noche, en un sueño imaginé que aquellos peces se convertían en aves al tocarles la luz de la luna y anidaban en los árboles, con esta composición realicé varios cuadros.
¿La experimentación es vital para su obra?
Sí, todo el tiempo modifico mi forma de pintar utilizando diversos materiales, me gustan los colores monocromáticos, con un solo color puedo alcanzar diferentes tonalidades. De mis colores preferidos está el azul, rojo, blanco y los colores terrosos, que son los que utilizo con más frecuencia en mi obra.
Pienso que la experimentación es el camino para llegar a tener una mejor técnica.
Puedo pasearme del óleo al acrílico, del grabado a la litografía y próximamente a la cerámica que es una tarea pendiente en mi carrera que durante el próximo año llevaré a cabo. Mi estilo me permite asombrarme y trabajar con nuevas técnicas y materiales lo que me reta a hacer siempre cosas nuevas y más ambiciosas.
Los artistas plásticos con nuestro granito de arena podemos mantener viva la idea que existen cosas sublimes y asombrosas en este mundo hecho por la naturaleza.
La transcripción íntima y personal que hace Arturo Vásquez en sus lienzos del paisaje de Oaxaca, lo transforma en espacios abiertos o en surreales retículas donde los colores de la realidad se trastocan y los animales rompen con los límites de su hábitat compartiendo las distancias con árboles, soles y viento.
Hay peces que elevan el vuelo y otros que como lluvia reviven el horizonte hecho de la arena; texturas disímiles que dividen los tonos de un mundo libre que recuerda los trazos infantiles que se atreven a la mágica concepción de universos nuevos.
Rocío Castelo. Licenciada en Artes visuales, Crítica de Arte y Promotora Cultural