Karla MARTINEZ DE AGUILAR
Sin duda, al ser humano lo mueven generalmente las tragedias, pero la gran diferencia es que no todos canalizamos ello para bien, pero para Kenya Cuevas, el haber escuchado dos disparos de arma de fuego y encontrar a su amiga y compañera Paola Buenrostro sin vida, le cambio la vida y ha buscado transformar ese dolor en activismo en favor de los derechos humanos de las personas. Ese esfuerzo hizo que el asesinato de Paola fuera el primer caso de transfeminicidio reconocido por la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México así como crear la Casa de las Muñecas Tiresias, la Casa Hogar Paola Buenrostro, darles las herramientas necesarias a las personas trans que han sufrido violencia en cualquiera de sus expresiones para que puedan ser autosuficientes y enfrenten con valentía las eventualidades que se les presenten, y brindarles un espacio digno de descanso a todas aquellas que ya no están en este plano a través de mausoleos.
¿Qué te hizo que seas activista de los derechos humanos de las personas trans?
Haber presenciado el asesinato de mi amiga y compañera Paola Buenrostro, dedicada al sexo servicio. Comencé a exigir justicia primero por la indignación de cómo había sido asesinada y después, porque al asesino lo dejaron en libertad.
Criminalizaron nuestra identidad y nuestro ejercicio de trabajo sexual, y decidí no quedarme callada y exigir justicia peleando con las autoridades. Desgraciadamente, al principio fue difícil porque por no saber leer ni escribir, mucha gente me timó, me mintió y no me quiso ayudar, pero con el tiempo me instruí; a los dos años que empiezo a exigir justicia, a visibilizar y a educarme sobre cómo funcionaba el sistema de justicia de nuestro país, decido abrir una organización formalmente constituida para ayudar a las mujeres trans, además de poder tener voz y voto en una sociedad que solo te toma en cuenta cuando eres una persona moral.
A pesar de lo anterior, yo ya venía realizando un activismo -sin saberlo- con la prevención del VIH en las trabajadoras sexuales; de hecho, dentro de la cárcel me formé como “promotora par” para aplicar pruebas de detección y cuidaba a personas en fase terminal.
Mi lema era “lo que hace mi mano derecha, que no lo sepa mi mano izquierda” y por ello, lo hacía con mis propios recursos y sin presiones de nadie.
Ha sido un camino complicado y aunque ha habido avances y se ha hecho más visible este sector, ¿cómo ha sido ser una mujer trans en México?
México es el segundo país con más asesinatos hacia la comunidad LGBTTTIQ+ (en este año, llevamos alrededor de 24) y el porcentaje de asesinatos de mujeres dentro de esa población es de un 80%. No lo quiero romantizar diciendo que la realidad de las mujeres trans han cambiado, o sea, ha cambiado en muchos aspectos como en la disminución de la violencia social, pero sigue siendo difícil ser mujer trans en el país. A lo mejor la gente ya empieza a documentarse sobre el tema para no discriminar o violentar sus derechos humanos, pero sigue sucediendo así como también pasa que los gobiernos no logran entender realmente las problemáticas estructurales y sistemáticas que enfrentamos. Necesitamos ser constantes educando a la sociedad, a las instituciones, creando protocolos, leyes, áreas inclusivas para poder visibilizar que existimos y que formamos parte de esta sociedad; no debemos quitar el dedo del renglón para que siga mejorando la calidad de las personas LGBT en México y no solamente debemos ser tomados en cuenta cuando hay una defensora que alce la voz por todos.
Por otra parte, las mujeres trans aún siguen viviendo un rezago educativo, de salud, de vivienda, de trabajo, de justicia y de derechos humanos en general; seguimos en un estira y afloja por muchas situaciones. No me gusta hablar del tema electoral, pero sabemos que este puede afectar un proceso de atención de salud, un proceso de justicia, por mecionar algunos, y las mujeres trans lo enfrenten no solo en las vedas electorales, sino todo el tiempo.
Casa de las Muñecas Tiresias y la Casa de Hogar Paola Buenrostro
Casa de las Muñecas se constituye el 2 de abril del 2018 y surgió porque veía la dificultad que enfrentaban las mujeres trans para acceder a la institucionalidad y a sus derechos humanos. No sabían cómo acercarse, les daba miedo ser discriminadas, que las trataran como hombres y con la asociación, empecé a crear esos puentes institucionales y acuerdos para hacerlas visibles y que se les diera un trato digno cuando se acercaran a pedir un servicio de salud, de justicia, de derechos humanos, de una muerte digna porque aún después de haber matado a una de nosotras, la violencia hacia ellas no terminaba.
Después, en 2020, en plena pandemia, concreté mi sueño de abrir una casa para mujeres trans. Gestioné el inmueble a través de la institución SIBISO que apoya a las personas de la Diversidad Sexual y de Género a través de la Unidad de Atención a la Diversidad Sexual (UNADIS); el 19 de diciembre me entregaron la propiedad por un tiempo, pero no con las condiciones básicas para habitarla y ya tenía como un plan para adecuarla, pero con la llegada de la pandemia el 2 de abril del 2020, cerró todo y las mujeres trans se quedan sin hogar y sin trabajo.
Entonces, les dije “¿saben qué chicas? no tengo ni un plato, ni un mueble, pero vámonos a la casa; algunas estaban con sus maletas y sus mascotas en el brazo resguardadas en las cortinas de los locales porque ese día me acuerdo que estaba cayendo un tormentón. Albergué a 10 mujeres y a partir de ahí, me moví para conseguir todo lo necesario para hacer de ese espacio algo habitable. La sociedad se sumó y donó despensas, una estufa, un refrigerador, etc., y en dos meses, teníamos biblioteca, consultorio, oficina, recámara, sala, comedor, cocina y lavandería. El siguiente reto era qué íbamos a hacer con tantas chicas porque no teníanmos ningún manual, pero con el equipo, logramos hacer una metodología de acompañamiento integral individual de reinserción social, económica y laboral para estas mujeres.
Porque no todas las chicas van por lo mismo y no todas llegan igual aunque viven la misma violencia estructural y por eso, la columna vertebral de esta casa hogar es la educación para que tengan mejores oportunidades. Reforzamos ello con talleres de autonomía económica, culturales, artísticos, digitales, de idiomas, con visitas recreativas, pedagógicas y psicológicas aparte de todos los demás servicios que mencioné y otros nuevos como el convenio con la Secretaría de Salud, con hospitales, con el INE y el registro civil. Desde que llega una chica, solicitemos su acta, le sacamos su cita en el INE, y con el comprobante de la casa, garantizamos que le abran un expediente en un hospital para atender su salud. Ya teniendo asegurada la atención de su salud, empezamos a trabajar psicológicamente por todas las pérdidas, el dolor, el sufrimiento y el perdón además que las hacemos partícipes en las actividades establecidas de la casa hogar como levantarse en un horario, bañarse en cierto tiempo, tender su cama, estar a una hora en el comedor, entrar a su clase, hacer sus tareas, etc. También se les vincula al área laboral y se les crea una cuenta de ahorro para que tengan independencia,
Asimismo, con la asociación damos capacitación en instituciones públicas, creamos protocolos, hacemos acuerdos y convenios con diversas dependencias para generar todos estos cambios institucionales; doy conferencias en academias, en empresas y en todo México (Guanajuato, Guadalajara, Tabasco, Baja California, Nayarit, Veracruz, Ciudad de México y Estado de México) porque mi intención es educar, capacitar. Por tro lado, impulsé la aprobación de la Ley Paula Buenrostro en el estado de Nayarit, inauguramos la unidad LGBT dentro de la Fiscalía General del Estado de Nayarit y logramos una recomendación en delitos cometidos en agravio de personas trans. Ahorita, estamos buscando abrir una clínica y un mausoleo.
¿Cómo trabajas internamente las historias que cada día escuchas? porque por más preparada que te encuentres, es difícil lidiar con cada caso.
He desarrollado mis propias herramientas. No ha sido fácil vivir también tanta violencia y a su vez, llegar a un sistema al que yo le reclamaba y denunciaba para dar paso a trabajar con ellos. El camino que he recorrido, me ha permitido que cuando llega un caso violento lo comunico con las autoridades pertinentes y de manera inmediata lo atienden; ello me genera tranquilidad porque la víctima es víctima sin revictimizarla en el camino, no estarla torturando o invisibilizarla.
Trato de mantener una salud mental y dejar un poquito de lado el trabajo cuando estoy en casa aunque luego es difícil porque hay casos a los que hay que darle continuidad, pero como tengo la seguridad que voy a lograr sacar avante ello, ya no me agobio tanto y eso lo transmito con las víctimas. En este acompañamiento ninguna de las dos se altera y vamos trabajándolo; siempre les digo que están en todo su derecho de tirarte al suelo y llorar todos los días, pero también en buscar lograr justicia. Es una forma de empoderarlas.
He aprendido que no puedo decirle a una mujer totalmente afectada por una violación “párale con tu drama”, al contrario sí puedo preguntarle cómo la acompañamos.
Hablando de tu propia historia que ha tenido muchos caminos para ser ahora quien eres, Gisela Delgadillo hace el documental llamado Kenya. ¿Cómo fue esta experiencia? porque no es fácil volver a recordar esa etapa
Lo que hizo Gisela fue un acto de amor, así lo considero. A ella la conocí a los nueve días de asesinada Paola, tiempo en que fue la levantada de cruz; me dijo que era estudiante de la maestría de cine documental del CUEC, que buscaba una historia de una mujer trans y que quería grabarme. Lo vi como un arma poderosa de hacerme visible para que no me mataran -o por si algo me pasaba- por alzar la voz ante el atroz asesinato de Paola.
Fue visibilizar la problemática de cómo una persona con tantas vulnerabilidades puede destacar y salir adelante con coraje, con perseverancia, con tenacidad, pero también con mucho respeto a la lucha.
Lejos de ver una cámara, lejos de ver una persona interesada en hacer un documental, Gisela se acercó a mí como una amiga que me acompañaba, que me cuidaba, que se preocupaba y por ello, para mí no fue tan difícil que estuviera ella y una cámara atrás de mí y yo con un micrófono. Se dio esa confianza de hermandad, de amigas, de compañeras, de lucha.
Al día de hoy, sigo trabajando con ella, pero ahora como mi socia en la asociación civil Casa de las Muñecas Tiresias y en ese trayecto, se continuó preparando y al final logró un proyecto financiado donde ya era la postproducción para proyectarla. Me avisa que el documental lo presentaríamos en Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam, donde fue nominado a Mejor Ópera Prima. En el Festival de Cine de Guadalajara nos llevamos cuatro premios: Mejor Película, Premio Mezcal, mención especial del Premio Mezcal del Jurado Joven Miscal y el Premio del Público.
Seguimos trabajándolo para que llegue a todas las universidades, para que llegue a todos los centros comunitarios, para que llegue a los festivales, para que llegue a las cinetecas, a Cinepolis.
¿Quién es Kenya Cuevas el día de hoy? ¿cambiarías algo en tu vida?
Kenya Cuevas sigue siendo la misma de toda la vida: la misma cotorra, la misma hermosa, la que se echa su café en la mañana, que tiene a sus perrijos, que disfruta estar mucho en su casa, que tiene comunicación constante con su familia, que está al pendiente de muchas cosas, que va a los eventos, que sigue marchando hasta el frente gritándole a la gente.
No ha cambiado nada porque a pesar que hoy he sido también multipremiada, considero que no dejo de ser esa persona porque no soy más ni menos que otras personas, eso me ha quedado muy claro desde el día uno.
¿Qué cambiaría de mi vida? Nada y si me dirías que hoy puedo empezar otra vez mi vida sabiendo que viviría todo esto que ya conoces de mí, sabiendo que me dolería, lo volvería a vivir con toda dignidad, con todo respeto, porque considero que todo eso construyó a la mujer que hoy soy, construyó los valores que hoy tengo, construyó mi convicción clara, construyó muchas cosas. No podría defraudarme a mí misma cuando yo misma he dicho que el amor empieza por uno mismo y que el amor se da hacia afuera; yo me amo, me respeto, me quiero y por eso hoy soy esa mujer.
Gracias a la lucha que he hecho, logré crear mausoleos dignos donde van a entrar 150 mujeres; el proceso para ello no es fácil porque hay que desenterrar los cuerpos que ya había enterrado y los estoy sacando con cadena de custodia, haciendo el cambio de identidad pos muerte.
Estuviste en Luxemburgo y al ser un país de primer mundo creemos que la violencia es menor a México.
Sí, totalmente. Algo que yo he estado aprendiendo a través de contactar otras organizaciones en otros países (apenas estuve en Brasil, en Nueva York, estuve en Guatemala, en Ámsterdam) es que no porque sea un país de primer mundo cambian la estructura de la violencia hacia las personas trans. Lo que sí puedo decir es que el nivel de vida que tiene un país de primer mundo en comparación con México, sí cambia, pero la violencia sigue siendo la misma ante el sistema que históricamente enfrentamos las personas trans por la criminalización, por estigmas, por usos y costumbres, por religiones y por la construcción de la misma sociedad.
¿Quisieras agregar algo más?
Decirles a todos que vale la pena luchar por nuestros ideales, por nuestras convicciones y que todo lo que imaginemos en esta vida se puede lograr si nuestros corazones así lo desean.
Mi mayor venganza será que todos seamos felices.