Milka IBÁÑEZ*
Manual para señoritas, la nueva serie española de Netflix, llega como una brisa traviesa y elegante que agita los temas del género de época, con una propuesta tan visualmente exquisita como irreverente en su fondo. Ambientada en el Madrid de 1871, la historia gira en torno a Elena Bianda —interpretada con astucia y encanto por Nadia de Santiago—, una mujer que se gana la vida como carabina de señoritas; es decir, como escolta del decoro, la virtud y la búsqueda de un buen marido para jóvenes hijas de familias adineradas.
Pero Bianda, lejos de ser una simple vigilante de las buenas costumbres, es una observadora crítica del juego social, una estratega del cortejo… y una mujer con voz propia.
El diseño de producción es, sin duda, uno de los grandes aciertos de la serie. Cada escena parece salida de una pintura impresionista, donde la paleta de colores pastel, los interiores delicadamente iluminados y el vestuario minucioso convierten la pantalla en una experiencia sensorial. El trabajo de vestuario y la dirección artística no solo recrean con fidelidad la estética del siglo XIX, sino que aportan una mirada contemporánea que dialoga con el presente sin traicionar al pasado. Todo está cuidadosamente orquestado para construir un mundo de apariencias, donde lo visual no es solo fondo, sino discurso.
La serie rompe la cuarta pared con frecuencia, permitiendo que Bianda nos guiñe el ojo desde dentro de su mundo y nos invite a leer entre líneas: lo que se dice, lo que no se puede decir y lo que se susurra entre abanicos. Es ahí donde Manual para señoritas se aleja de la simple comedia romántica para convertirse en una crítica sutil a los mandatos sociales que, en mayor o menor medida, siguen vigentes. El juego de cámara, que se burla de géneros como la novela televisada y las películas de vaqueros, le da un toque de frescura: muy cursi, pero inteligente.
Más allá de los enredos amorosos —que, por supuesto, no faltan—, lo más jugoso está en cómo la serie se apropia del lenguaje de época para hablar de temas profundamente actuales: la autonomía, el deseo, la maternidad, el matrimonio como contrato, las supuestas obligaciones que hacen a una mujer ser una dama, y la sororidad como acto político.
Manual para señoritas no pretende ser incendiaria, pero sí luminosa. Y en su juego de apariencias, lo consigue. Es ideal para quienes aman las historias de época, pero también para quienes disfrutan viendo cómo esas historias se desarman desde dentro, con humor, inteligencia y mucha belleza.
Recomendada para verla con una copa de vino en la mano, un abanico en la otra y ganas de disfrutar cada detalle visual. Ideal para verla en familia. Porque las señoritas ya no siguen el manual. Las señoritas, como Bianda, ya lo están reescribiendo.
*Comunicación y Relaciones Públicas. Directora General 24 Risas por Segundo, Festival de Cine y Comedia.